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Regresar al mundo laboral después de un cáncer de mama

Revisión de una mamografía.

Blanca Blay

En Catalunya hay más de 25.000 mujeres que han pasado o están pasando por el trance de reincorporarse al trabajo después del cáncer de mama, un cáncer que en casi la mitad de los casos (45%) afecta a mujeres que se encuentran en edad laboral.

Según un estudio presentado este jueves por la Federació Catalana d'Entitats Contra el Càncer (FECEC) basado en las entrevistas realizadas a sesenta mujeres que han sobrevivido a un cáncer de mama, la manera en que cada uno afronta la enfermedad o el sentido de que el trabajo tiene para cada mujer determinan como es la reinserción en el trabajo. Factores como el entorno familiar, la realidad del mundo laboral y el rol de las instituciones sociales y sanitarias, también tienen que ver.

El estudio apunta a que a menudo las respuestas de la asistencia médica, de la empresa o del entorno familiar y social parecen tener criterios contradictorios. En este sentido, propone diferentes acciones para mejorar los problemas detectados, como por ejemplo elaborar un manual que guíe las empresas a la hora de reintegrar trabajadoras que han pasado un cáncer.

El papel de las empresas

“Se les suele decir 'No te preocupes. Ahora cuídate y olvídate del trabajo', 'Estamos para lo que necesites'. Pero cuando el tratamiento se alarga, la cosa se complica y desde la lógica empresarial puede ser difícil aceptar una baja que se prolonga en el tiempo y que no se sabe cuánto va a durar”, apunta el estudio de la FECEC.

A Vicky Marin, una de las participantes del estudio, se le diagnosticó cáncer de mama en 2013. En ese momento ella continuó trabajando como jefa de un equipo de manipulados cosméticos hasta que comenzó la quimioterapia, momento en que cogió la baja y se contrató a una persona para sustituirla. Después de seis meses de quimioterapia y de ser operada en mayo sentía que ya nada podía vencerla y dijo a la empresa que podría reincorporarse en noviembre. Cuando llegó noviembre pero aún no se sentía capacitada y comenzó a sentir la presión por parte de la empresa para que les dijera cuando volvería. Finalmente cogió el alta y al cabo de dos meses volvió a la empresa. “Ellos creían que la mejor manera de ayudarme era exigirme lo mismo de siempre, hacer como si no hubiera pasado nada”, explica a Catalunya Plural Vicky. La realidad pero es que no podía hacer el 100% de lo que hacía y se sentía, dice ella, como un cero a la izquierda. Finalmente por aviso del médico volvió a coger la baja y al cabo de pocos meses la empresa decidió despedirla. Recientemente le han practicado otra mastectomía.

En algunos casos las empresas donde trabajaban las entrevistadas han optado por chanchullos como trabajos en negro durante la baja, contratos por pocas horas o incluso la no renovación del contrato. “A pesar de no estar fija, me aseguraron que me respetarían el puesto de trabajo hasta que me dieran el alta, pero cuando la tuve me dijeron que tendría que espabilar, que no podían sacar la chica que me había sustituido”, explica una de las participantes del estudio. Por otra parte, el prejuicio hacia la persona que ha tenido cáncer también existe. Desde el punto de vista del contratante o de la empresa, en algunos casos se cree que no rendirá igual y esto hace que algunas mujeres opten por esconderlo.

Las asociaciones de la FECEC consideran que la realización de un programa específico dirigido a las pequeñas, medianas y microempresas, permitiría que las empresas encontraran más soluciones prácticas a los problemas de reintegración laboral. Como ejemplo, en el estudio se cita el manual elaborado por La Asociación Danesa contra el Cáncer 'Cuando una trabajadora tiene cáncer de mama', dirigido a empresas que quieren ayudar a sus trabajadoras mientras lo padecen y cuando quieren reintegrarse tras un cáncer de mama.

El entorno familiar y financiero

Los resultados del estudio revelan que en cuanto al ámbito familiar a veces la decisión que toma la mujer, de si reincorporarse o no a la vida laboral, depende del grado de necesidad por el que pasa la familia. “Tengo tres hijos y mi marido tiene una enfermedad mental incapacitante y no aporta ingresos en casa. Me siento responsable de la familia y tal vez hago cosas que no debería hacer por mi salud, pero tengo que hacerlo porque si no no podremos salir adelante”, explica una de las entrevistadas. Vicky Marín, que actualmente se encuentra en situación de desempleo y con una discapacidad reconocida del 33%, asegura que ella es la primera interesada en volver a trabajar. “Tengo una casa y tengo un hijo que mantener”, explica.

Ligado con la situación financiera, que condiciona inevitablemente a la familia, la FECEC denuncia que las entidades financieras y de seguros discriminan “bastante” las supervivientes de cáncer de mama, una discriminación que afecta sobre todo a las personas autónomas que dependen de un crédito para garantizar la viabilidad de sus negocios. Por ello el estudio se fija en la ley francesa del “olvido”, que intenta garantizar que el antecedente de haber sobrevivido un cáncer no discrimine injustamente.

La evaluación y la asistencia médica

Mientras que la actitud de los profesionales de la salud que han atendido las participantes del estudio es de “apoyo y de comprensión”, la experiencia con los profesionales de las evaluaciones médicas que determinan si la persona puede o no reincorporarse al trabajo es más bien negativa. Según algunos testigos que se citan en el estudio las experiencias con el ICAM (Institut Català d'Avaluacions Mèdiques) generan a menudo “incomprensión” y “rabia”. Es por ello que la FECEC propone trabajar con los órganos legislativos y con el ICAM para hacer más públicos y explícitos los algoritmos utilizados en la valoración de la situación de la superviviente por la concesión de invalideces y la forma en que las decisiones son comunicadas y sugiere también que las asociaciones sean partícipes.

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