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¿Salud por la independencia? Estamos sorprendidas

Jesus Blanco, Cristina Lasmarias, Clara Valverde y Ana Martínez

Grup de Defensa de la Sanitat Pública a BCN —

Leíamos con curiosidad el documento Salut per la Independència ('Salud por la independencia'), publicado por la Sectorial de Sanidad de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), y tras ver el primer párrafo tuvimos que dirigirnos a la lista de autores para ver si encontrábamos alguna persona del ámbito sanitario. Citamos textualmente: “...profundizar en el análisis de las ventajas que la independencia podría aportar al sistema sanitario y a la salud de los catalanes...” ¿Conocen algún elemento relacionado con la salud que sólo aporte ventajas? ¿Las desventajas, en el caso de que las hubiera, no se analizan? ¿Conocen algún texto con interés reflexivo y no propagandístico que establezca la conclusión del análisis en la segunda línea de prólogo? Y afirman: “Aquestes qüestions han estat plantejades fins i tot per la ciutadania a partir de les retallades en què s’ha trobat perjudicada a causa del dèficit pressupostari i l’endeutament que ha d’afrontar la Generalitat”. ¿Acaso el modelo sanitario sólo importa o inquieta a los profesionales de la salud? Creemos que a toda la población, pero tal vez andamos equivocadas....

Leyendo el documento, no podemos dejar de rememorar la consigna de ERC “El primer és la independència, i després ja veurem”.

Y sorprendidas estamos:

Sorprende ver que quienes no dudan en citar la Declaración Universal de los Derechos Humanos no hagan mención a que es el Govern, con su Instrucció 10/2012, quien no parece tener la intención de garantizar la universalidad del acceso a la asistencia sanitaria en Catalunya (sí, ya sabemos que en Madrid lo han hecho peor). Cierto es que la normativa (Real Decreto 16/2012) viene establecida desde el estado.Pero también es cierto que varias comunidades lo han dejado sin efecto en sus respectivos territorios. Catalunya no lo ha hecho. ¿Qué impide que el Govern ejecute la Moció del Parlament de Catalunya que en febrero le instaba a modificar la Instrucció10/2012? No podemos dejar de recordar que los hospitales catalanes públicos facturan atenciones a las personas sin tarjeta sanitaria. Incluso aquellas atenciones (urgentes, embarazadas o menores) que sí estarían garantizadas en el resto del estado ¿La Catalunya independiente sí garantizará la universalidad del acceso a la sanidad?

Sorprende que la expresión “L’actual situació de dependència de Catalunya respecte a Espanya” se haga hablando del sistema sanitario, cuando en materia de sanidad prácticamente todas las competencias están transferidas a las comunidades. Destacan los firmantes que “un estat català permetria desenvolupar una legislació pròpia en l'àmbit sanitari” ¿Las transferencias en materia sanitaria en Catalunya no comenzaron hacia el 1981? ¿No conocen la Llei d'Ordenació Sanitària de Catalunya de 1990 (LOSC) y sus sucesivas reformas? ¿No ha sido bajo este contexto de dependencia en el que Catalunya ha desarrollado un sistema sanitario singular muy diferenciado del resto de sistemas sanitarios del estado, con sus ventajas e inconvenientes?

Sorprende que quienes en el primer punto del texto sitúan el “finançament”, comiencen estableciendo la cifra de “l'espoli fiscal” en 15.000 millones de €, recuerden que el presupuesto de Salut es de 8.220 millones de € y afirmen que “no cal fer una anàlisi aprofundida per treure’n conseqüències”. Claro que no, es mejor hacer demagogia para defender lo que queramos defender. ¿Obviamos que es el Govern quien reparte esos “1.090 € per a cada català” del 2014 y que, en todo caso, en sanidad, más dinero no es siempre más salud? ¿Olvidamos que la financiación del sistema de salud es no finalista?

Sorprende que no pocos de los que escriben en el informe que “La capacitat de finançament dels serveis públics ha de ser adequada a la riquesa que genera cada país” firmasen en su día el documento “També en Salut: ara Mas” apoyando al líder de un Govern que no duda en reducir la partida destinada a servicios sociales y sanidad, en términos absolutos y también en relativos. ¿Acaso es España quien le ordena dónde y cómo recortar sus partidas presupuestarias? ¿Conocen los firmantes la relación inversa entre riqueza del territorio e inversión relativa del sistema sanitario en atención primaria? ¿Apostará la Catalunya independiente por la atención primaria? ¿Será entonces la excepción que confirme la regla?

Sorprende que tras observar que “el finançament de la sanitat pública ha estat al voltant del 5% del PIB de Catalunya” y que “estats equivalents al nostre supera sempre el 8% del PIB” concluyan que “El govern de Catalunya podria destinar uns recursos pressupostaris superiors en el cas que tingués la capacitat econòmica més alta”. ¿No se han parado a pensar que del PIB depende la cuantía total de gasto destinado al servicio público y no así su porcentaje total, que en el fondo es una cuestión política e ideológica?

Sorprende que relacionen un supuesto “concepte erroni i nociu de solidaritat” con el PER. Y que además, se incluya dentro del mismo paréntesis “PER y cesiones a familias latifundistas”. ¿Realmente han recapacitado un poco sobre esto?

Sorprende el acriticismo completo con el que se refieren al modelo sanitario catalán. Lo califican, sin dudar, como un modelo sanitario de éxito para después concluir que “si Catalunya fos independent, podríem aconseguir un sistema sanitari més innovador, més integrat, més resolutiu, més eficient i més qualitatiu” ¿Se han dejado algún adjetivo? ¿a parte de la fe, cual es la argumentación concreta para defender tal contundente afirmación? Nos gustaría haber encontrado alguna referencia sobre como podrían funcionar los sistemas de evaluación y control del modelo catalán. Pero es más fácil argumentar con palabras bonitas y vacías. Y seguimos leyendo “sense perdre la interacció i complementació entre l'àmbit públic i el privat” ¡vaya, esto sí es toda una declaración de intenciones! ¿Acaso asumimos, sin más, que es esta la piedra angular del “modelo éxito”? Habria para debatir “largo y tendido” sobre ello, sobre todo después de leer un reciente informe de la Comisión Europea.1 Pero es que esto, precisamente, no es culpa de España.

Sorprende no encontrar, en el análisis del modelo, ni una sola mención a los innumerables casos de supuestas corrupciones en la sanidad catalana (ni tan siquiera para atribuirlos a la dependencia estatal o al espoli). Tampoco nada sobre las puertas giratorias. Esos males (casi endémicos) de Catalunya. Y es que no es extraño ver como personajes políticos (de este y otros governs) pivotan entre cargos públicos y privados de las empresas sanitarias del sistema, unos más que otros, inmiscuidos en supuestas tramas de corruptelas. Entendemos que el de la ANC es un documento propositivo, pero como mínimo podrían haber profundizado en las causas de estas prácticas sanitarias ¿No hay propuesta sobre cómo vamos a abordar este tema en la Catalunya independiente? ¿Se solucionarán estos problemas, automáticamente, tras el 9N?

El sistema sanitario catalán tiene muchas virtudes, y muchos males (al igual que otros sistemas sanitarios), pero éstos no tienen que ver precisamente con la dependencia del estado español ni con el déficit fiscal. La legislación sanitaria es prácticamente en su totalidad competencia de Catalunya. La partida que Catalunya destina a salud y las partidas que se destinan a cada ámbito, las decide, también en casi su totalidad, el Govern catalán. Y la estructura del sistema sanitario ha sido construida, desde hace más de 30 años, por los sucesivos gobiernos catalanes. Califican de “modelo éxito” un modelo que, a parte de haber sido pobremente evaluado, cuenta con unos niveles de control y transparencia que han demostrado ser bastante deficitarios. Pero parece que la independencia todo lo cura, o todo lo curará. Aunque para llegar a ella, nos pongamos al lado de aquellos que recortan servicios públicos o de aquellos que han entendido el sistema sanitario como un espacio de negocios.

Para más detalles de lo recogido en el documento, animamos a leerlo, a nosotras, sinceramente, nos ha agotado su pobreza argumental y, sorprendidas, damos por finalizado el análisis crítico sin poder llegar a pasar de su segundo punto. No negaremos que muchos de los valores que se recogen en el documento pueden endulzar los oídos a lectores menos críticos, pero no deberíamos dejarnos llevar por lo sentimental. Con la salud de las personas, no se juega.

Y, sobretodo, no queremos finalizar sin agradecerles a los autores el título, ciertamente Salut per la independència es muy apropiado ya que salud (y mucha paciencia) es lo que necesitaremos para afrontar un proceso que, pudiendo ser un signo de madurez social, algunos parecen empeñados en sobresimplificar en la elección entre buenos (de la terra) y malos (lo que viene de Madrid y otras tierras provincianas).

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