La dirección del hospital de Bellvitge no tiene intención de modificar el plan de cierre de camas previsto para los meses de verano. Es lo que anunció este viernes el director gerente del centro, Alfredo García Díaz en medio de la movilización de trabajadores y pacientes, que cumple una semana y que ya ha evitado que se cerraran tres plantas.
García Díaz quiso resaltar la “normalidad” con la que se está desarrollando la actividad del hospital pero lo cierto es que la jornada ha estado marcada por momentos de tensión entre los trabajadores del centro y la dirección. La reunión prevista este viernes se canceló a última hora porque ninguna de las dos partes quiso aceptar el lugar de encuentro exigido por cada una. Por la tarde, la rueda de prensa de la dirección se retrasó dos horas porque los sindicatos exigieron estar presentes en el encuentro con los periodistas.
El plan que provoca la actual polémica prevé el cierre progresivo de unidades a lo largo de las próximas semanas y debería culminar en agosto cuando estarán cerradas unas 170 camas (los sindicatos afirman que serán más de 200). El director gerente explicó que se trata de una medida habitual en julio y agosto debido a la bajada del volumen asistencial que coincide con las vacaciones de la mayoría de trabajadores.
Los sindicatos no niegan que se trate de una medida habitual en esta época del año pero apuntan que se produce en un hospital que ha visto el número de camas ocupadas reduirse de manera drástica en los últimos cinco años a causa de los recortes (de 906 a 650 entre 2009 y 2014) y en el que las urgencias se encuentran a menudo colapsadas. El hospital tampoco cumple el plazo máximo de seis meses garantizado por ley para 14 operaciones quirúrgicas. El Síndic de Greuges, Rafael Ribó, denunció recientemente que ninguno de los hospitales del Instituto Catalán de la Salud (ICS) cumplía esta normativa.
El director gerente quiso restar importancia a la movilización actual y declaró que el origen del conflicto es laboral y no tiene que ver con la actividad asistencial del centro. Sin embargo, los trabajadores cuentan desde hace una semana con el apoyo de usuarios. Algunos de ellos bajaron ayer con su gotero al encuentro improvisado entre sindicalistas y periodistas.
“Desde fuera, esto no se sabe”, lamentó Enrique Bruciani, un paciente ingresado desde hace 20 días por una infección. “Hay que hacer algo porque los recortes en sanidad son un problema de todos”, añadió. Trabajadores y usuarios se están organizando a través de whatsapp, lo que les permite reunirse de forma rápida cuando se produce un cierre de planta. Desde el viernes pasado, ya han conseguido evitarlo en tres ocasiones. Los trabajadores también anunciaron ayer que harían turnos este fin de semana para alertar a las personas movilitzades en caso de que haya un nuevo intento de cierre.
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