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La equidad del sistema universitario, en entredicho

Estudiando, trabajando y sin dormir. Un estudiante en la manifestación del pasado 24O / EDU BAYER

João França

El Diari de l'Educació —

Aunque el número de estudiantes matriculados en las universidades públicas catalanas muestra que el impacto del aumento de precios del curso 2012-2013 fue menor de lo que muchos temían, los expertos encienden las alarmas. Aseguran que a largo plazo se está poniendo en riesgo la equidad y el efecto de ascensor social que tenía la universidad. Los más afectados son los estudiantes de clase trabajadora o con padres sin formación superior, que afrontan con más incertidumbre la decisión de ir a la universidad. Mientras tanto, la tendencia de las demás es de matricularse de menos créditos para encarar los crecientes costos de las carreras.

Cataluña ya era la comunidad autónoma con los estudios universitarios más caros del Estado cuando el gobierno de la Generalitat optó por aplicar el máximo aumento permitido por el llamado “decreto Wert”. En siete años el precio de una carrera completa ha aumentado entre un 69% y un 291% por encima de la del IPC, como muestra un informe del Observatorio del Sistema Universitario (OSU). Las asignaturas de un curso universitario en 2007 costaban entre 736 y 1.095 euros según la carrera y este año ya se encuentran entre los 1.716 y los 2.372 euros.

Aunque los datos que ofrece la Secretaría de Universidades e Investigación muestran que el número de estudiantes matriculados cayó sólo un 0,2 % en el curso 2012-2013, el curso anterior ya había caído un 1,5% después de un aumento de los precios de un 7,6 % en el curso anterior, el más elevado hasta entonces.

Vera Sacristán, presidenta del Observatorio del Sistema Universitario y profesora de la UPC, considera estos datos preocupantes porque representan un cambio de tendencia, ya que el número de estudiantes venía creciendo desde 2008, cuando los efectos de la crisis reconducían a muchas personas hacia la formación.

Descenso del número de créditos

A falta de datos definitivos de este curso para todas las universidades, las primeras cifras indican que el descenso se ha intensificado. En la Universidad Autónoma de Barcelona el número de estudiantes de licenciaturas y grados cayó un 3,8%, y los estudiantes que han seguido con sus estudios se han matriculado de 2,7% créditos menos que el curso pasado.

En la Universidad Politécnica de Cataluña, donde el índice de repetición es más elevado, el efecto más alto ha sido sobre los créditos repetidos, que también son los más afectados por el encarecimiento de los precios. “El número de estudiantes ha bajado cerca de un 3% tanto el año pasado como este, en cambio los créditos repetidos en media y por estudiante bajaron del orden de un 14 % el año pasado y de un 4,5% este año”, explica Antoni Ras, Vicerrector de Estudios y Planificación.

Más allá del efecto sobre los estudiantes, esta situación anula en parte los supuestos efectos positivos del aumento de precios. “Los ingresos que debería ganar la universidad con el aumento de precios, los pierde de la reducción de créditos matriculados”, explica Ras. Y el efecto se da por partida doble, tanto por la reducción de los ingresos de matrícula como por el hecho de que el número de créditos es uno de los indicadores utilizados por el reparto de la financiación pública, y la Politécnica ha sufrido esta reducción más que otras universidades.

Efectos a largo plazo

Jorge Calero, catedrático de economía aplicada de la UB, alerta de que los efectos más graves del aumento de precios se verán a largo plazo, y explica que el descenso inmediato de estudiantes ha sido moderado: “Por un lado porque sigue siendo una buena inversión , y a pesar del aumento de precios los beneficios esperados siguen siendo superiores, y por la otra porque es la inversión es la carrera completa, y si el aumento de precios agarra con medio de los estudios harás lo posible para acabarlos”.

En cambio, “el efecto inmediato es que los estudiantes matriculan menos créditos, son más selectivos”, dice Calero. De hecho, el descenso de créditos matriculados es la primera respuesta de vicerrectores, decanos , jefes de estudios o profesores sin cargos académicos cuando se les pregunta por el efecto del aumento de precios.

En la Facultad de Economía y Empresa de la UB , las profesoras Irene Maestro y Pilar Aparicio, jefes de estudio de los grados en Economía y en Administración y Dirección de Empresas, respectivamente, coinciden en la observación. Maestro explica que hay estudiantes que, al no poder hacer frente a la matrícula, se le acercan para pedir asesoramiento sobre cómo elegir las asignaturas para matricularse menos créditos.

Sin embargo, Aparicio señala que los principales problemas que se encuentran en esta facultad se deben más a la situación de crisis económica que a los precios de las matrículas. La otra cara de la moneda, explica, es que “los estudiantes son más racionales a la hora de matricular asignaturas repetidas y no matriculan más de lo que pueden aprobar”.

Las diferencias sociales en las aulas

Con los datos de la UAB en la mano, Joan Botella , decano de la facultad de Ciencias Políticas y Sociología , remarca que “el retroceso en el número de créditos matriculados puede haber sido especialmente intenso en los centros de alumnado más 'modesto', como Economía y Empresa, Educación o Políticas y Sociología”. Y es que los datos muestran que hay diferencias notables en los orígenes de los estudiantes de una u otra facultad.

En un artículo académico publicado el pasado octubre en la revista Higher Education , las investigadoras Helena Troiano y Marina Elias, del Grupo de Investigación en Educación y Trabajo (GRET) de la UAB, demostraban con datos recogidos en 2010 como los estudiantes se autoseleccionan según su clase social a la hora de acceder a la universidad.

El artículo demuestra cómo los estudiantes de clase trabajadora optan por estudios más cortos, que encuentran menos difíciles de aprobar y con más salidas laborales. En comparación con los estudiantes de clase media o alta, los de clase trabajadora eligen sus estudios teniendo más en cuenta el trabajo que tendrán y menos su vocación.

Otro estudio de Marina Elias y Lidia Daza, también investigadora del GRET, que se publicará este año concluye que los cambios recientes en la política de becas y el aumento de los precios, los factores que más influyen en la elección, han afectado la composición social de las titulaciones. Los cambios en las políticas de becas “incrementan la sensación de incertidumbre y de riesgo en tomar la decisión de entrar en la universidad”, aseguran.

En la Facultad de Economía y Empresa de la UB lo han detectado. “Antes todo era más fácil para que los estudiantes sabían de entrada si los darían la beca o no, pero ahora no lo saben hasta medio curso”, explica Pilar Aparicio.

La tendencia a matricularse de menos créditos afecta mucho más a estudiantes de familias con pocos recursos porque “alarga la duración de las carreras, uno de los elementos que configuran el riesgo”, aseguran desde el GRET. Es lo que ha pasado con el cambio de las diplomaturas, carreras de tres años, a grados de cuatro, como ya han detectado desde el grupo de investigación. “Además normalmente la reducción de créditos se acompaña con compaginación de trabajo remunerado, un factor clave que incide en el abandono universitario”, añaden.

Jorge Calero lamenta que “hay gente que vuelve a ver la universidad como algo que no se puede permitir” . Asegura que “con que haya un 1% que se quede fuera por motivos económicos, ya es un desastre”. “Por pocos que sean, son muy importantes, son los que le dan legitimidad a un sistema meritocrático”, explica.

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