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Sobre este blog

Si crees que votar una vez cada cuatro años no es suficiente, este es tu sitio. Participar (más y mejor) nos reconcilia con nuestra condición de ciudadanos, pero no sólo eso. Participar aumenta la calidad de una democracia representativa que ha colapsado y nos permite tener mayor capacidad para la resolución de unos problemas aparentemente malditos. Porque la participación ciudadana es la mejor herramienta en nuestras manos para dotar de inteligencia a unas políticas públicas que nos van a afectar sí o sí, tanto si tomamos partido como si no. Al fin y al cabo, nunca el más sabio de los sabios tomará una decisión más sabia de la que pueda tomar el conjunto de la comunidad.

Daniel Tarragó y Gerard Quiñones (sociólogo el primero, politólogo el segundo, y a pesar de ello, amigos) llevan 15 años abriendo puertas y ventanas de instituciones españolas y latinoamericanas. Ahora abren este espacio para compartir mensualmente sus aprendizajes y experiencias. Y, no nos engañemos, para insistir en que la participación ciudadana no es una alternativa: es una necesidad.

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La participación ciudadana no es una feria

Daniel Tarragó / Gerard Quiñones

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Sobre este blog

Si crees que votar una vez cada cuatro años no es suficiente, este es tu sitio. Participar (más y mejor) nos reconcilia con nuestra condición de ciudadanos, pero no sólo eso. Participar aumenta la calidad de una democracia representativa que ha colapsado y nos permite tener mayor capacidad para la resolución de unos problemas aparentemente malditos. Porque la participación ciudadana es la mejor herramienta en nuestras manos para dotar de inteligencia a unas políticas públicas que nos van a afectar sí o sí, tanto si tomamos partido como si no. Al fin y al cabo, nunca el más sabio de los sabios tomará una decisión más sabia de la que pueda tomar el conjunto de la comunidad.

Daniel Tarragó y Gerard Quiñones (sociólogo el primero, politólogo el segundo, y a pesar de ello, amigos) llevan 15 años abriendo puertas y ventanas de instituciones españolas y latinoamericanas. Ahora abren este espacio para compartir mensualmente sus aprendizajes y experiencias. Y, no nos engañemos, para insistir en que la participación ciudadana no es una alternativa: es una necesidad.

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La participación ciudadana ha sido tan mal utilizada tantas veces que no goza de demasiada buena prensa, eso ya lo sabíamos. Se ha instalado la sensación de que participar no es una buena inversión, sino un gasto inútil que resta recursos para ejecutar las medidas que sí importan. Con este caldo de cultivo, plantearse hacer uso en un contexto como la Feria de Abril de Sevilla era la receta perfecta para el desastre. La convocatoria de un referéndum en la capital andaluza era un cebo demasiado goloso y la iniciativa se ha acabado convirtiendo en noticia de primer orden a los medios de comunicación y ha desatado una ola de críticas en las redes sociales. Pero la iniciativa merece, cuando menos, una reflexión pausada: desde la distancia y rehuyendo de las reacciones en caliente, el análisis de la consulta sevillana nos presenta una de cal y algunas de arena.

Alrededor de medio millón de sevillanos y sevillanas, empadronados en la ciudad y mayores de 16 años, han participado durante esta semana en el primer referéndum popular promovido por el ayuntamiento de la capital andaluza. La consulta servirá para decidir si se adelanta el inicio de la Feria de Abril de 2017. Los ciudadanos llamados a las urnas podían escoger votar telemáticamente o presencialmente en cualquiera de los centros cívicos de la ciudad. El gobierno local ha decidido que el resultado será vinculante, sea cual sea el porcentaje de participación (el primer día de votaciones, 6.000 personas ya habían votado).

A los promotores del referéndum no les debería sorprender el interés mediático que ha generado su decisión, ni los tuits irónicos en la red del estilo “Ya es Feria de Abril en el Corte Inglés” o “Un referéndum para alargar la Feria de Abril y ninguna para prohibir la piña en la pizza #injuticia”. Es evidente, el problema está en el objeto de debate, en el que se pregunta, que además alimenta tópicos interesados y muy arraigados que desmerecen el debate.