En apenas 24 horas el periodismo en Catalunya ha perdido a dos de sus referentes. Eran de generaciones distintas y sus trayectorias estaban muy vinculadas a ciudades diferentes. Pero compartían el respeto de sus conciudadanos por el ejercicio durante décadas de un periodismo honesto y comprometido con la sociedad y no con los poderosos. Lluís Sierra, de 61 años, redactor de La Vanguardia, era el ‘decano’ de los periodistas de información local en Barcelona. Y Narcís Jordi Aragó, de 84 años, representaba un símbolo del periodismo libre porque fue director y alma de la revista Presència entre los años 1967 y 1980. Una revista editada en Girona y que fue una conquista de libertad y periodismo para toda Catalunya durante la transición a la democracia.
Tanto Lluís Sierra como Narcís Jordi Aragó son el testimonio de que el factor decisivo, el que separa el buen periodismo del mal periodismo, el que marca las fronteras de la ética, es el ‘factor humano’. Es la actitud personal de cada periodista la que garantiza, o no, que el periodismo cumpla con su función social. Es un clásico citar las frases de Ryszard Kapuscinski que “los cínicos no sirven para este oficio” o que para ser periodista “hay que ser buena persona ante todo”. Lluís Sierra y Narcís Jordi Aragó cumplieron el sueño de Kapuscinski porque eran buenos periodistas y mejor personas. Porque siempre antepusieron los derechos colectivos a los intereses particulares. Y tanto uno como otro, de forma discreta y humilde, ejercieron el maestrazgo en la profesión. Se ganaron, así, el respeto de sus compañeros y de sus lectores.
Narcís Jordi Aragó, una verdadera institución en Girona, llevaba muchos años retirado de la profesión, pero seguía siendo una de las voces más escuchadas. En el año 2009, fue reconocido con el ‘Ofici de periodista’ que concede el Col·legi de Periodistes de Catalunya. Estábamos ya en plena crisis, y, en su parlamento, recordó que el miedo a perder el puesto de trabajo “puede hacer que los periodistas libres se conviertan en periodistas sometidos o, cuando menos, en periodistas conformados y, por eso, perpetuamente frustrados”.
Y es, precisamente, la libertad otro de los factores que vinculan a los dos periodistas que acabamos de perder. Narcís Jordi Aragó luchó por la libertad frente a la represión y la censura franquista. Y después, en democracia, siempre se mostró como un verso suelto. Lluís Sierra defendió, sin hacer ruido, una libertad quizás menos épica, pero vital en el ejercicio del periodismo: la libertad frente a los intereses de los poderes sobre los que informaba.
Sus biografías constituyen un antídoto contra el riesgo de frustración al que aludía Narcís Jordi Aragó. El periodismo honesto y libre es posible. Está, decíamos, en ‘el factor humano’. En el compromiso personal de los periodistas respecto a los valores del oficio. Lluís Sierra y Narcís Jordi Aragó lo han demostrado a lo largo de su vida. Por eso el buen periodismo está hoy de luto en Catalunya.
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