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¿Puedo comprar mi cuerpo?

¿Puedo comprar mi cuerpo? (Ilustración: Silvia Alcoba)

Julia Sousa

La sociedad está demostrando que tiene una imaginación desbordante. La última iniciativa de un grupo de mujeres intentando registrar su cuerpo en los Registros de la Propiedad de Bienes Inmuebles, que dependen del Ministerio de Justicia, ha sido sin duda una noticia chocante. El lema que se defiende es que “ mi cuerpo es mío y por tanto decido yo”. La campaña desarrollada a favor del aborto ha tenido un efecto directo en los medios, por su inusual forma de expresarse. En este sentido ha sido un acierto de los convocantes, pero el tema conlleva muchas aristas.

Los Registros de la Propiedad trabajan fundamentalmente con documentos de compra-venta de inmuebles y también hipotecas. Bien, si nos aceptaran la documentación sobre el dueño actual de nuestro cuerpo, estaríamos entrando en un mercadeo, porque se debería presuponer que también se puede vender en algún momento. O no?. Con lo cual también nos abocaría a otro problema legal, los famosos “vientres de alquiler”, que están prohibidos en España. Por tanto, queda claro que según la legislación vigente nuestro cuerpo no es nuestro, salvo en algunos casos, cuando queremos entregar nuestros órganos a la ciencia o bien, para un trasplante. En este caso, sí se contempla que nuestros órganos vitales son nuestros y de nadie más. Aquí, sin ser abogada, creo que hemos llegado a una gran contradicción.

Sí puedo ceder mi cuerpo a la ciencia cuando muero, sí puedo regalar mi riñón para un trasplante, pero no puedo decidir si aborto o no, como tampoco si deseo morir, cuando tengo una enfermedad incurable. Tampoco puedo vender un órgano y menos alquilar mi vientre para un embarazo. ¿Entonces mi cuerpo es mío o no?. No cabe decir la extrañeza de los funcionarios cuando recibieron en los registros a estas mujeres. Se les creó un problema.

En todo este cruce de posibles e imposibles, qué papel juega la ética y la moral?. Sin duda, la moral más que la ética, tiene un peso aplastante. El Ministro Ruíz-Gallardón ha defendido en el Congreso de los Diputados su ley diciendo que. “ queremos defender al más débil, en este caso el feto”. Sin duda, fue una treta argumental muy hábil, pero también con aristas.

Podríamos preguntarnos por ejemplo si el feto es propiedad o no de la madre, dado que se desarrolla en su cuerpo. También podríamos preguntarnos si podemos dar un hijo en adopción o venderlo. La ley dice que darlo sí, venderlo no. Otra vez la paradoja anterior, podemos dar un órgano, pero no venderlo. Por tanto, estamos negando el mercadeo, pero no la donación. El feto o el bebé recién nacido es cierto que es el débil, en cambio, permitimos decidir sobre él en algunos aspectos y en otros no. ¿Cuántos niños adoptados no hubieran preferido seguir con sus madres biológicas?. Por tanto, parece que estamos hablando de si es lícito o no vender y comprar y no nos planteamos la donación. El caso más insólito se ha dado en Brasil, con una mujer que a los 84 años ha sabido que todavía lleva consigo un feto que murió hace más de cuarenta. Y la mujer en cuestión ha dicho:“ si lleva conmigo todo este tiempo, que se quede, no quiero que me lo extirpen”. Ha sido una decisión sobre su cuerpo, que de momento le han respetado.

Otro aspecto son los niños “robados” a sus padres, para darlos en adopción a través de una transacción económica. Aquí van desgranándose muchas aristas colindantes, de la misma manera que también aparecen otros débiles que también necesitan defensión.

Cuando se practica un aborto no sólo está detrás la decisión de la madre, sino también la del padre, aunque ellos siempre argumenten que la última palabra las tienen ellas. Y, ¿por qué?, porque la gestación del feto sólo puede llevarla la madre y las madres hace tiempo que han dejado de ser “propiedad” de los hombres.

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