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Los españoles se lanzan a crear partidos políticos

lIustración de Silvia Alcoba.

Julia Sousa

Si en algo estamos a la cabeza en toda Europa, es en la inscripción de partidos políticos y digo inscripción y no formación, porque en muchos casos sólo son una carpeta en el Ministerio de Interior. Pero 4.028 partidos políticos inscritos hasta ahora, no es baladí, ni tontería alguna, sino más bien una locura sin freno de tantas opciones e ilusiones, que pocas veces pueden fraguarse en una alternativa firme para el electorado.

Este número espectacular de formaciones nos ofrece el primer puesto en toda Europa y la cosa no acaba aquí, sigue creciendo. Precisamente durante los últimos 5 años que van unidos a la crisis, es cuando se han creado más de 900 partidos, lo cual demuestra que la ciudadanía se mueve, no está apática como pretenden algunos; sino todo lo contrario. Pero, como decíamos, otra cosa es que estas iniciativas políticas puedan presentarse a elecciones, sean las que sean, porque aquí la situación es muy diferente. Y, no por un tema económico, como bien podría pensarse en un principio, sino porque dichas opciones tienen la obligación de presentar al menos 15.000 firmas avaladas de la ciudadanía, para poder acceder por ejemplo a las elecciones europeas, que son las primeras que tenemos este año. Y, no siempre lo consiguen.

La inscripción de tantos partidos políticos demuestra varias cosas: en primer lugar que la ciudadanía tiene ganas de decir cosas; segundo, que quiere tomar “partido” en la situación actual; tercero, que hay un interés por la política, que no por los políticos actuales, que es muy distinto. Pero tanta proliferación de iniciativas no lleva a ningún sitio, básicamente porque la gran mayoría quedaran relegadas a partidos muy minoritarios y localistas, que suelen trabajar en pequeñas poblaciones a través de los ayuntamientos y, por otra parte, otras muchas nunca llegaran a la calle. Así las cosas, ¿ qué empuja a la gente a presentar sus propuestas?. Todos buscan llenar un vacío que consideran existe, sea del tipo que sea y por eso, creen que deben formar su propio partido para defender estas causas. Otros en cambio, buscan propuestas muy localistas, porque se sienten mejor representados que con los partidos generalistas.

Una de las últimas formaciones que se han presentado es Vox, de Ortega Lara y Santiago Abascal y en contraposición ideológica estaría la formación Podemos de Pablo Iglesias Turrión. Estos dos ejemplos escenifican muy bien que tanto la derecha política como la izquierda han empezado a fraccionarse, a dividirse y a radicalizarse en sus extremos, lo que comportará un voto más estigmatizado que el actual, en el que todos perderán y que podría desembocar en la ruptura del bipartidismo, instaurado desde la reciente democracia. ¿Los partidos históricos han aprendido a saber mirar estas formaciones?. Cada vez más. Cuando nació Ciutadans en Catalunya, muy pocos dieron credibilidad a sus filas, con un líder desconocido para todos y un programa ultraconservador y, en cambio ahora, se han lanzado a la aventura de presentarse en toda España, por eso, estos ejemplos han hecho mella en los “grandes” y sí los analizan, ya que son conscientes que hay una abstención latente en la ciudadanía, que obedece más al desencanto que a la falta de interés.

Uno de los protagonistas de Mayo del 68, Daniel Cohn-Bendit, ahora diputado en el Parlamento Europeo, sostiene que los partidos ya no son suficientes para cambiar la realidad, porque dice que son estructuras herméticas a la sociedad. Y, podríamos añadir que también son herméticos en su fuero interno, buena prueba de ello son las sanciones, multas y hasta expulsiones que se producen en los grandes partidos por disentir en alguna decisión. Lo que no sucede con la misma inmediatez cuando se trata de un caso de imputación o corrupción, lo cual desata cada vez más el descontento de las masas. Y, con razón. ¿Son por tanto herméticos los partidos, tal y como sostiene Cohn-Bendit?

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