La celebración del Mobile World Congress (MWC) en Barcelona es un hecho positivo para la ciudad. Nadie lo discute, del PP a Barcelona en comú. Ésta no es la cuestión. La pregunta es si este acontecimiento aporta a la ciudad algo más que los beneficios propios de montar un Congreso.
Si dejamos a un lado las metrópolis globales (Londres, Paris, Nueva York, Hong Kong, Tokyo, Los Angeles), las ciudades más maduras y que destacan como desarrolladoras de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) son las ciudades nórdicas (Stokolm, Copenhagen, Helsinki, Oslo) y las ciudades asiáticas (Seul, Taipeh) y queda claro que Barcelona no aparece en este ranking en buenas posiciones (Ericsson NSC Index 2014). La madurez de las TICs viene dada por el nivel de infraestructura, por la accesibilidad (tarifas y precios del acceso), y por el uso que la población hace de las TICs (particulares, instituciones públicas y mercado). Analizado desde esta perspectiva Barcelona no destaca precisamente por una oferta competitiva en tecnológía y en precio.
La celebración del MWC en Barcelona ha generado varios proyectos (T-Movilidad, mHealth, Mobile Community, mTalent, mSchools). Pero cuando se escarba algo más en profundidad en todos estos proyectos se observa que son iniciativas puntuales, sin una apuesta clara para potenciar el sector Mobile. De hecho el Ayuntamiento de Barcelona participa de un Programa europeo de referencia (CitySDK), pero no saca rentabilidad como lo hacen dos de las ciudades punteras como Amsterdam y Helsinki. Estas ciudades tienen entidades que están haciendo que las TICs tengan aplicaciones sociales (Waag Amsterdam para incrementar el acceso de la población, Forum Virium Helsinki por su sistema de transparencia). Se constata que Barcelona se apuesta por el Big data y por los sectores de movilidad, cuando las apuestas de inclusión social, de acceso a la sanidad u otras aplicaciones del sector público serían las aplicaciones tecnológicas más favorables para el común de la gente.
Cuando se hicieron las gestiones para conseguir que Barcelona fuera capital del Mobile se creó la Fundación Barcelona Mobil World Capital (BMWC). En aquel momento se fichó un ingeniero de telecomunicaciones, teóricamente por su valía en el sector mobile. Pero unos meses más tarde ya fue sustituido por Agustí Cordón, gestor de empresas cerveceras y de alimentación, director General de la Feria y miembro de la patronal Fomento.
La pregunta que uno se hace es si los dirigentes de la Fundación MWC son los más adecuados para generar una sinergia entre el MWC y la potenciación del sector de telecomunicaciones en la ciudad. Es sintomático que cuando se habla de lugares de trabajo generados (unos 12.800 puestos de trabajo temporales) sean: 7.000 trabajando en el montaje y desmontaje y 2.800 cocineros y camareros. Un esquema mental claramente asociados al mundo de la hostelería y la restauración. Otro detalle: el documento que exhibe la Cámara de Comercio de Barcelona es una edición especial de la “Barcelona Restaurant Guide” para el acontecimiento. El hecho de que uno de los socios principales de la Fundación del MWC sea la Damm ya dice mucho del interés por el aspecto tecnológico del Congreso. A su lado están Telefónica y Vodafone, dos de las empresas que se disputan el mercado de la telefonía móvil y que no destacan precisamente por la promoción del sector tecnológico de las telecomunicaciones aprovechando el acontecimiento.
La pregunta clave es si el MWC en Barcelona ayuda a crear nueva economía productiva o se inserta más bien en una mirada provinciana al servicio de las empresas multinacionales de TICs que buscan repartirse los contratos asociados a la privatización de la gestión administrativa del Ayuntamiento. Es este el rol de empresas como CISCO o Schneider? Lo peor es que no estamos aprovechando el evento para generar tejido industrial y de servicios y nos conformamos en organizar ferias y congresos. El 3GMS, la entidad organizadora del congreso, quiere estar 4 meses en Barcelona porque hay sol y playa y los congresistas puedan encontrar un entorno de fiesta.
Es sintomático que el centro de atención al público del edificio que hay en Plaza Cataluña de Telefónica, destinado al Mobile Capital, estuviese hace pocos meses lleno de personal, que tras un vestuario de último diseño, resultaban ser simples vendedores de contratos de la empresa telefónica. La única persona que podía darme respuesta al motivo de mi visita era el único técnico informático que había en la sala y al que denominaban “gurú”. Todo un síntoma de una ciudad de apariencias que en realidad no trabaja para la promoción tecnológica del común de la gente de Barcelona.
