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Cambrils: tristeza, silencio y un inmenso suspiro

Agents dels Mossos d'Esquadra a l'operatiu desplegat aquest dijous a Cambrils

Josep Carles Rius

Cambrils se quedó en silencio el jueves por la tarde cuando llegó la noticia del atentado cometido en la Rambla de Barcelona. Silencio y tristeza. El paseo del puerto y las calles del barrio marítimo se llenaron con la puesta de Sol. Como siempre en verano. Pero esta vez con un cierto recogimiento. Como si los turistas y quienes les atienden hicieran un esfuerzo de normalidad. Pero era una calma vacía. Ausente. Todos los pensamientos estaban en el corazón de Barcelona.

Hasta que la amenaza terrorista irrumpió en el paseo marítimo ya de madrugada. Y aquí, el silencio y la tristeza se transformaron en pánico. El horror de la Rambla se hizo presente. Pasadas la 1.30 de la madrugada un coche Audi con cinco terroristas irrumpió a toda velocidad en la rotonda donde se encuentra el Club Nàutic y se precipitó contra la patrulla de los Mossos que custodiaba la zona. La intención de los terroristas era atropellar y apuñalar a los pasantes. Provocaron cinco heridos, pero la rápida reacción de los Mossos evitó lo que podría haber sido una verdadera masacre.

De aquí el inmenso suspiro de Cambrils. El alivio. La sensación de volver a nacer. Los turistas y los cambrilenses comparten este sentimiento con la mirada. Sin palabras. No son necesarias. Todos saben lo que ha ocurrido y, sobre todo, lo que pudiera haber ocurrido si los Mossos no hubieran abatido a los cinco terroristas. Este ataque, seguro, fortalecerá el vínculo histórico que mantienen los ciudadanos de Cambrils con los visitantes. Con los del resto de España, mayoritariamente procedentes de Aragón, Euskadi o Navarra, y con los franceses, holandeses, alemanes, suizos… Es un turismo familiar que mantiene una larga fidelidad, año tras año, generación tras generación, con la ciudad de Cambrils. Un turismo que la alcaldesa, Camí Mendoza, recordó cuando proclamó que la ciudad seguirá siendo tierra de acogida.

Cambrils siente como suya la muerte de una de estas visitantes, una mujer de 60 años de Zaragoza, que paseaba en aquel momento con dos familiares, también heridos. Era la noticia que nadie quería oír. Porque ha roto la esperanza de que el alivio pudiera ser completo. Hoy Cambrils sigue en silencio, triste, de luto. Por las víctimas de la Rambla y por las de su ciudad. Pero con un suspiro colectivo porque esta vez el horror no ha logrado su verdadero objetivo, una masacre. Cambrils, como Barcelona, recupera la vida, con recogimiento y con la voluntad de vencer a la barbarie.

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