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Las entidades sociales alertan de la existencia de “hambre oculta” agravada por la crisis económica

Comedor del centro abierto La Gavina

Blanca Blay

La crisis económica todavía se hace notar hoy en las neveras y las comidas de muchas familias. En los últimos años una realidad bastante desconocida ha crecido a raíz de este hecho: la llamada 'hambre oculta'. Este tipo de malnutrición es reconocida por la OMS, que la define como la carencia de vitaminas y minerales necesarios en la dieta para potenciar la inmunidad y un desarrollo saludable.

Ante la pérdida del trabajo, la falta o la disminución de ingresos familiares, una buena alimentación ha dejado de ser a menudo una prioridad. Por ejemplo, el 16% de la población española reconoce tener una dieta inadecuada por motivos económicos y un 46% afirma que no come lo mismo que antes de la crisis, según estudios citados por el informe 'Hambre oculta en Catalunya, un obstáculo en la igualdad de oportunidades '.

“La crisis ha sido un generador de desigualdad y las políticas de este país han sido poco consideradas con el hambre oculta”, denuncia Teresa Crespo, presidenta de Entidades Catalanas de Acción Social (ECAS). “Las familias más vulnerables tienen muchos frentes abiertos y si estás pendiente de un desahucio no estás para pensar en el tipo de alimentación”, señala Crespo, que exige más políticas orientadas a combatir el hambre oculta.

El déficit de micronutrientes tiene efectos sobre la salud

La alimentación tiene efectos directos sobre la salud y el déficit de micronutrientes -compuestos que el cuerpo humano extrae de los alimentos y que no puede producir por sí mismo- tiene efectos negativos. “Los niveles leves de deficiencia de micronutrientes pueden perjudicar el desarrollo intelectual, condenan a vivir por debajo del potencial físico y mental y contribuyen de manera importante a las enfermedades crónicas como las principales causas de mortalidad”, concluye un estudio de UNICEF recogido en el informe. El mismo estudio documenta que los niveles moderados conducen a un retraso en el crecimiento de los niños y que los severos pueden llevar a grados de incapacidad y movilidad limitada en adultos.

Por el contrario una buena dieta tiene efectos positivos en la salud. Lo explica el doctor en medicina y nutrición Lluís Serra Majem, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en la ULPGC y presidente de Nutrición sin Fronteras. Según expone la dieta mediterránea, –que incluye frutas, verduras y productos frescos entre otros– es muy beneficiosa para las enfermedades cardiovasculares, para prevenir el cáncer de mama o incluso para prevenir la diabetes o mantener una buena salud mental. “Durante la crisis la adherencia a la dieta mediterránea ha bajado en paralelo al aumento del paro y el aumento de la obesidad infantil”, apunta también Serra.

Así lo alertan las Entidades Catalanas de Acción Social (ECAS), que si bien reconocen que el hambre oculta es una problemática vinculada a una situación de pobreza, avisan de que el factor económico no es la única causa.

Acciones políticas pero también más concienciación

Algunas de las medidas para combatir el hambre oculta que apuntan desde ECAS pasan por fomentar la presencia de huertos urbanos o hacer políticas fiscales que castiguen a los alimentos poco saludables. Otra es la incorporación de nutricionistas en los Centros de Atención Primaria (CAP) que puedan detectar o seguir casos de malnutrición.

Por su parte, Mercè Darnell, adjunta de Acción social de Cáritas Diocesana de Barcelona, señala también la necesidad de revisar los caterings de las escuelas y de tener más recursos para comedores escolares y comedores sociales. “Es importante también que los niños puedan comer en casa con la familia, hacer la lista de la compra y aprender qué alimentos son más saludables, por eso se necesitan más recursos para familias vulnerables”, añadió.

Otra acción que recoge el informe es incrementar el número de supermercados y establecimientos que ponen a disposición de los clientes productos rebajados de precio por la proximidad de la fecha de caducidad. “Es una buena política porque es el lugar habitual de compra y no estigmatiza la población más vulnerable ya que todo el mundo puede comprarlos”, asegura Darnell.

Sin datos desde antes de la crisis

Desde las entidades se quejan de que es difícil conocer la realidad del hambre oculta en Catalunya y poder hacer un buen abordaje si no hay datos concretos y representativas. Uno de los datos sobre hábitos alimentarios lo daba la Encuesta de nutrición de Catalunya (ENCAT), publicada por la Generalitat, pero sólo se ha hecho en dos ocasiones (los años 1992 hasta 1993 y los años 2002-2003). Según la última, un 60% de los encuestados presentaba déficits de zinc (se encuentra en alimentos como el cacao o algunas legumbres), un 40% de vitamina A y cerca del 20% de hierro y de vitamina D.

Así lo ha denunciado Serra, que dirigió el equipo investigador que lideraba el ENCAT. “En 2002 cerca del 4% de la población catalana sufría hambre oculta y un 30% malnutrición que derivaba en obesidad u otras enfermedades. Hoy sería como mínimo el doble”.

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