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“Las cooperativas no deslocalizan porque sus socios trabajadores viven aquí”

Josep Vidal ve en el cooperativismo el modelo de empresa sostenible para Catalunya

Tomeu Ferrer

Barcelona —

Josep Vidal es director general de Economía Social, Tercer Sector, Cooperativas y Autoempresa de la Generalitat de Catalunya. Procede del Tercer Sector. Antes de su nombramiento era vicepresidente de la asociación Entitats Catalanes d’Acció Social (ECAS). Vidal defiende un modelo cooperativista que ya ha recuperado el empleo previo a la crisis y que atrae sobre todo a los jóvenes. 

¿Cuál es la filosofía del Govern en el ámbito de la economía social?

Nosotros hemos constatado que la economía social y especialmente la economía cooperativa, la que hay en torno al tercer sector –en definitiva, la economía democrática–, permite un mayor grado de calidad del trabajo. Permite también una mayor sostenibilidad de este trabajo, lo que ha hecho posible una recuperación más rápida de los puestos de trabajo y de la economía.

¿La ve más eficiente?

La eficiencia es un elemento clave más allá de lo que ideológicamente pensemos. Por lo tanto, hemos vivido crisis muy salvajes, donde hemos visto el capitalismo y la forma capitalista llevada al extremo. Las políticas neoliberales han supuesto recortes en los derechos laborales y una gran destrucción de puestos de trabajo. Ante esto la fórmula de la economía social, que en Catalunya es la cooperativa, implica un empoderamiento de los trabajadores, que es también una fórmula en la que la comunidad se alía para producir una economía de calidad, que es lo que nos parece que debe ser la economía que queremos para nuestro país.

¿Es la cooperativa el modelo de empresa que defienden para Catalunya?

Nosotros queremos hacer empresa, queremos hacer empresa de calidad, sostenible, que no deslocalice. Las cooperativas no deslocalizan. En este sentido los partidos que formamos el gobierno y especialmente ERC, al que pertenezco, bebemos de la historia. Bebemos del republicanismo, bebemos de los ateneos y del cooperativismo de principios de siglo como fórmula de mejora de la sociedad. Por este motivo, la recuperación de este modelo es para nosotros una prioridad.

Además, si como se demuestra se generan más puestos de trabajo, más estables y sostenibles, todo ello nos da más argumentos.

¿Lo que dice explicaría que desde el 2015 el dinero destinado por la Generalitat a la economía social y cooperativa se hayan multiplicado por seis?

Antes de 2015 se destinaba menos dinero. También nos ha ayudado al impulso el hecho que el Parlament también cree en la fórmula de economía social. A través de varias mociones nos ha animado, pedido, que promocionasemos la creación de nuevos puestos de trabajo con fórmulas cooperativistas, de economía social en definitiva. Yo no sé si en anteriores legislaturas esta línea estaba tan marcada por el legislativo, por lo tanto, esta insistencia a nosotros nos ha ayudado.

Las cooperativas han recuperado el empleo que tenían antes de la crisis, mientras que hay estudios que dicen que en el sector capitalista este elemento no se recuperaría hasta el año 2022. ¿Qué tiene de mejor la economía social para que haya pasado esto?

De entrada decir que el dato que la economía social ha recuperado el empleo está un poco atrasado, yo creo que ya supera el empleo que había antes de la crisis. Volviendo a la pregunta, destaco una elemento clave: una cooperativa la hacen los trabajadores y los socios. Cuando estos ven que están en una situación de crisis, luchan, estudian, trabajan para que la empresa sobreviva. Esto les hace innovar para obtener viabilidad. Ahora bien, cuando una empresa capitalista lo pasa muy mal, los trabajadores probablemente no tienen la implicación que podrían llegar a tener. Y hay una segunda explicación, estas empresas capitalistas tienen una segunda salida que no tienen las cooperativas: la deslocalización. Las cooperativas no pueden, y seguramente no quieren deslocalizar, porque sus socios trabajadores viven allí. Y eso les hace buscar fórmulas para salir a flote de otra manera. Esta situación los lleva a no evitar los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), y cuando es preciso a rebajarse los salarios para salir adelante, y en las empresas convencionales esto no está tan claro.

Cuando se dice que la temporalidad y la parcialidad en el trabajo son condiciones indispensables para salir de la crisis, y vemos lo que ha pasado con las cooperativas, ¿usted diría que las afirmaciones anteriores son excusas?

Tenemos los datos que comparan la ocupación de antes y después de la crisis. Pero nos falta averiguar si los salarios que las cooperativas están pagando hoy son los mismos salarios que pagaban en 2008. El empleo seguramente es de más calidad, hay más fijeza que en las empresas capitalistas. Ahora bien, lo que sí se demuestra es que una empresa puede ser sostenible haciendo contratos indefinidos o de larga duración. Si esto es verdad, hay algo que la economía capitalista no quiere hacer o no quiere ver y que podría aplicar, porque crecer con empleo fijo es posible, se ha demostrado.

Desde mi punto de vista como responsable de economía cooperativa y no como experto en otros ámbitos de trabajo, considero que la idea de rebajar costes a través de la mano de obra está agotada y se necesitarían otras alternativas.

Al tiempo que la Generalitat ha llevado adelante su esfuerzo inversor, también lo ha hecho el Ayuntamiento de Barcelona, ¿como va la coordinación?

Yo creo que ha confluido nuestra filosofía de lo que debe ser el cooperativismo y la que tiene el comisionado de Economía Social y Cooperativa de Barcelona. Yo diría que las dos actuaciones son complementarias. La Generalitat es la que pone en marcha las políticas marco, mientras que el ayuntamiento, que es un operador en el territorio, tiene otras competencias. La prueba de esta confluencia es que nosotros hemos puesto en marcha los ateneos cooperativos y el proyecto estrella del Ayuntamiento es Coòpolis, que es el ateneo de Barcelona. Este es un ejemplo de que las políticas van en la misma línea. Coòpolis incorpora a la red de ateneos cooperativos naturalmente. Por lo tanto, termina siendo un proyecto estrella común.

¿Esto ocurre especialmente en Barcelona?

No, colaboramos con muchos otros ayuntamientos, el de Sabadell, donde están haciendo un trabajo muy importante en economía social. O también en el Baix Llobregat, donde el consell comarcal o enTerrassa, que también está haciendo mucho trabajo desde el consejo comarcal. Hay ejemplos en esta línea que afectan a todos los colores políticos.

Cree que las cooperativas han dejado de ser vistas como empresas del siglo veinte, dicho de otro modo, ¿los jóvenes las ven como empresas del futuro?

A pesar de que parte del éxito se lo lleven la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, se ha de reconocer que ha habido gente en Catalunya que ha trabajado muy duro en el ámbito de las cooperativas. Esta gente ha ayudado a que ahora, los que venimos detrás tengamos más fácil apostar por el cooperativismo. Otro elemento que siempre destaco es: si me encuentro jóvenes en alguna charla, es en el ámbito cooperativo. Y pongo un ejemplo que a mí me alucinó: me invitó a hacer un acto la cooperativa de arquitectura Jordi Capell. Yo hacía una parte de la presentación y a mi lado estaba la cooperativa LaCol. Había 350 personas jóvenes. No encuentro en otros ámbitos una respuesta así.

Hay que decir que la respuesta mencionada es desigual en el territorio. De ahí el esfuerzo para uniformizar la imagen de la economía social. Hemos de transmitir a la gente la modernidad de una propuesta antigua. En lugares donde hay cooperativas agrarias muy potentes y donde el movimiento está vinculado al ámbito rural, los jóvenes no compran el cooperativismo. Por eso tal vez en el cooperativismo agrario ahora se da una reflexión muy potente para facilitar el relevo generacional. Y probablemente una de las opciones es encontrar espacios de participación democrática que atraigan a la gente joven.

Ahora que hablamos de ámbitos agrarios he visto que no hay ateneo cooperativo en Lleida.

Pues no estoy seguro al 100%, pero casi puedo adelantar que este año habrá ateneo cooperativo en Lleida. El deseo nos lo han expresado las cooperativas de allí, incluidas las agrarias. Todos ven que existe la necesidad.

Y vuelvo a los jóvenes. Me parece que ven que las cooperativas son otro tipo de empresa, democrática, donde no se maximiza los beneficios, y tiene una filosofía muy atractiva en su interior. Por tanto, el cooperativismo quizás sea una idea antigua que cuando la recuperamos vemos que todavía es suficientemente innovadora para afrontar los tiempos que vienen.

Ahora que lo comenta, una imagen muy atractiva y que a veces se confunde con la economía social es lo que se llama la economía colaborativa.

Una cosa es eso que dice y otra las plataformas colaborativas. El Govern hace un esfuerzo para definir la economía colaborativa. Nosotros trabajamos sobre el cooperativismo de plataforma, que es diferente, porque la economía colaborativa puede ser capitalista. Pero el cooperativismo debe adaptarse a las nuevas plataformas. Tendremos que reflexionar sobre cómo generamos este cooperativismo de plataforma.

Una línea del Govern es el de capitalizar las cooperativas. Con ello se quiere hacer frente a lo que se llama la auto explotación que se daría en esas entitades?

La capitalización no la ipulsamos por lo que usted dice. Lo que sí se ha demostrado es que para ser competitivo hay que ser capaz de tener en la cooperativa un fondo de maniobra potente. Conseguir crédito es complicado y como el cooperativismo no juega con capital, con inversores de gran tamaño, lo que debemos hacer es ayudar a los trabajadores que quieren ayudar a su empresa a ser más potente. El Capitalcoop tiene que ven con ello. Se trata de que las cooperativas no tengan la sensación de que solo serán competitivas si consiguen la aportación de capital externo. Y en segundo lugar esto puede ayudar a que pueda haber otro tipo de economía financiera relacionada con la economía cooperativa.

¿Y en relación con la autoexplotación?

A ver, quien haya emprendido sabe que en los inicios se deben hacer un montón de horas para conseguir un salario. La cuestión es saber hasta cuando es sostenible esto. Cuando una asamblea está empoderada creo que no hay problemas para que se dé la autoexplotación. Porque la gente toma las decisiones a conciencia. Cuando se decide algo y la gente tiene todos los elementos para tomar la decisión, lo hacen seriamente y por tanto, no puede decirse que la cooperativa maltrate a sus socios. La pregunta es: ¿Cuándo consideramos que una asamblea está empoderada?

La razón de la modificación de la ley de cooperativas se basa en esta discusión de fondo. Por lo tanto, cuando consideramos que una asamblea está suficientemente empoderada para decidir cosas que de entrada parecen auto perjuicios pero que realmente son estrategias empresariales?

La modificación legal de la ley de cooperativas va un poco en este sentido, a partir de un cierto volumen, la asamblea no podemos considerar que esté empoderada. Dicho de otro modo, una asamblea de una entidad de más de 25 trabajadores que además depende el 100% de un solo cliente es imposible que esté empoderada. Debe aceptar inexorablemente las condiciones de la empresa de que es cliente. Eso ya no forma parte de la filosofía cooperativista.

¿Teme la fuga de cooperativas de Catalunya hacia el ámbito estatal para escapar del 'caso cárnicas'?

La respuesta es muy fácil: si se van, no eran cooperativas. Si realmente lo que defiende la patronal de las cárnicas es que son cooperativas, no se irán. De lo contrario nos darán la razón en el sentido de que estaban utilizando una fórmula que no era la adecuada. Porque el cooperativismo no se deslocaliza. La ley es clara, aunque estés dado de alta en otro lugar, la ley que se aplica es la del territorio donde se trabaja. Otra cosa es si una cooperativa tiene 10.000 trabajadores y aquí tiene 2.000 y decide aplicar la legislación española. Ahora bien, si se llevan la actividad, ¡se retratarán!

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