Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El boicot vecinal a Mercadona, clave para desencallar el contencioso del cine Niza

Protesta vecinal ante el antiguo cine Niza en Sagrada Familia

Cristina Palomar

Los conflictos espantan a Juan Roig, el poderoso amo de Mercadona, porque generan una imagen negativa de la marca y perjudican al negocio. Por esta razón, las entidades vecinales de Sagrada Familia han decidido incrementar de cara a septiembre su boicot contra la cadena de supermercados con nuevas acciones de protesta. El objetivo es conseguir que el empresario valenciano renuncie definitivamente a instalarse en el solar que ahora ocupa el cine Niza, situada en la plaza de la Sagrada Familia, y desencalle el contencioso que enfrenta desde hace más de un año los vecinos con el distrito del Eixample.

La reclamación vecinal para que el Ayuntamiento de Barcelona compre el edificio del cine Niza, cerrado desde hace más de once años, lo salve de la piqueta y lo convierta en un equipamiento multifuncional, es uno de los primeros temas de la agenda que el nuevo regidor del distrito, Agustí Colom, tendrá que abordar con las entidades, con las que ya se ha encontrado de manera informal. El barrio de Sagrada Familia arrastra un déficit crónico de equipamientos y durante el mandato de Xavier Trias ha sido una de las zonas de la ciudad que más ha sufrido los recortes en inversiones. No hay institutos, ni centros para jóvenes, ni guarderías, ni centros para la tercera edad, pero sí que dispone de 35 grandes supermercados.

La pretensión de Mercadona de demoler el emblemático cine construido en 1946 para hacer un súper –el cuarto de la cadena en la zona- a cambio de urbanizar el interior de isla situado entre las calles Sicilia, Sardenya, Provença y Rosselló, no sólo disgusta a la Asociación de Vecinos de Sagrada Familia y a la plataforma Recuperem el Niza. También es visto como una gran amenaza por el tejido comercial del barrio, comenzando por los vendedores del mercado municipal, en gran declive per la falta de inversiones públicas, y por el Eje Comercial que representa al sector del comercio de proximidad, muy afectado por la reducción drástica del consumo y por el aumento de los precios de los alquileres provocados por el turismo.

A todo esto, el proyecto de construcción de un nuevo Mercadona en el área de influencia del templo de Antoni Gaudí pactado con el anterior equipo de gobierno de CiU es una operación inmobiliaria llena de sombras y rodeada de interrogantes. Los vecinos han denunciado reiteradamente que se incumplen los requisitos legales para construir un aparcamiento, y por eso han presentado alegaciones al proyecto. Además, crece la sospecha que la construcción del supermercado iría acompañada de la de un hotel, cosa que incrementaría todavía más la masificación turística que sufre el barrio y que está creando graves problemas de convivencia. De momento, la decisión del nuevo equipo municipal de establecer una moratoria provisional sobre establecimientos turísticos ha dado un respiro al barrio.

La agenda de protestas –la última de ellas celebrada el jueves 9 de julio- irá en paralelo con la negociación con el consistorio y con el proceso participativo abierto para que la gente del barrio decida qué tipo de equipamiento quiere en el cine Niza. Desde la Asociación de Vecinos de Sagrada Familia se asegura que los canales de comunicación con el nuevo regidor están abiertos y que la disposición a hablar tanto de este tema como de la masificación turística es total. Sin embargo, el cambio de color político del gobierno de la ciudad y la configuración de los nuevos equipos en los distrito han obligado a hacer un paréntesis en la agenda de reclamaciones vecinales. Esto, junto a las vacaciones de verano y a las elecciones del 27S, retrasará previsiblemente la negociación hasta octubre, cosa que preocupa a los vecinos.

El caso de la posible transformación del cine Niza en un supermercado no es, lamentablemente, un hecho aislado en Barcelona. Desde hace unos años el goteo de salas que han cerrado víctimas de la crisis del sector audiovisual y de la especulación inmobiliaria es constante. El año 2009 había en Barcelona 33 cines. Seis años después la cifra ha bajado a los 26. Algunos de ellos, cerrados desde hace años, son testimonios mudos de un pasado glorioso que nunca volverá. Otros se han convertido en supermercados o en franquicias de moda, como el mítico cine Alexandra cerrado en el año 2013 por falta de público. La lista de caídos es larga: los Casablanca, el Maldà, el Palacio Balañà, el Rex, el Urgell, el Club Coliseum, el Renoir las Corts…Incluso el cine Imax, símbolo de la fastuosa Barcelona olímpica, ya es historia.

Etiquetas
stats