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GALGO, el superordenador castellano-manchego que las empresas deberían conocer

Galgo, el supercomputador de la UCLM en Albacete

Carmen Bachiller

Típico perro manchego, rápido, ágil y, por cierto, una de las referencias de El Quijote. Hablamos de un galgo, pero en este caso no de un animal sino del ‘mote’ del supercomputador más grande de Castilla-La Mancha. ‘Galgo’ está en el Instituto de Investigación en Informática de Albacete (I3A) y su nombre es un homenaje al libro de Cervantes. Pertenece a la Universidad regional (UCLM) y es una de las ‘joyas’ de la investigación tan útil como desconocida entre las empresas de la Comunidad Autónoma.

Trabaja como lo harían 1.200 ordenadores a la vez para siete grupos distintos de investigación en el ámbito de la UCLM: redes, inteligencia artificial, Big Data, ingeniería software o supercomputación… Nos quedamos con este último departamento. Enrique Arias, doctor en informática explica que, entre sus últimos cometidos está el de realizar simulaciones sobre las precipitaciones en distintas partes del mundo.

Galgo trabaja para la NASA. Los profesores Diego Cazorla, Juan José Pardo y Enrique Arias de la Escuela Superior de Ingeniería Informática de Albacete (ESII) que pertenecen al grupo de investigación ReTiCS (Sistemas Concurrentes y de Tiempo Real en sus siglas en inglés) acaban de formalizar su colaboración en dos importantes proyectos de Física de la Tierra.

“Intentamos acelerar las simulaciones y crear nuevos modelos de precipitaciones”, explica Enrique Arias. El trabajo que se realiza desde Albacete se enmarca dentro del proyecto de la NASA, Global Precipitation Measurement (GPM) centrado en la medición de la precipitación mundial.

Científicos de Albacete dan soporte a los Juegos Olímpicos

Junto a otro proyecto, hay otro en el que la supercomputación proporciona soporte científico a los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebrarán en Corea del Sur en 2018. Las simulaciones de GALGO serán fundamentales para que las distintas competiciones, por ejemplo los saltos, se desarrollen en condiciones de seguridad.

Ambos proyectos se realizan en colaboración con el grupo CITE de Ciencias de la Tierra de la UCLM, liderado por el profesor Francisco Javier Tapiador que lleva colaborando con la NASA desde 2009. Y es que la supercomputación se ha convertido en un soporto científico clave por ejemplo, en las predicciones meteorológicas o en las relacionadas con el clima (en este último caso generando proyecciones con un horizonte temporal de hasta 100 años).

“Podemos ser capaces de detectar con tiempo suficiente que se producirá una gran tormenta y nos permitiría aconsejar si abrir o no las presas para que fluya el agua o alertar a protección civil sobre lluvias torrenciales. También al contrario, tomar medidas de ahorro de agua porque se prevé que no lloverá en un cierto tiempo”, explica el doctor. De hecho, en ocasiones se ha colaborado con la Confederación Hidrográfica del Júcar en este sentido.

Le sirve a Ferrari… ¿Por qué no a una pyme de la región?

Las aplicaciones prácticas de los superordenadores son múltiples pero el profesor lamenta que “la gente no perciba que detrás de la supercomputación se puede ahorrar e incluso ganar dinero”. Asegura que siempre pone el mismo ejemplo: “Ferrari utiliza supercomputadores para sus simulaciones de dinámica de fluidos o de las piezas del coche. Al margen del desarrollo de sus prototipos coche si sabe que gana dos puntos más eso es mucho dinero en Fórmula 1”.

Y todo eso, es aplicable a la empresa castellano-manchega. Si alguna de las factorías de la región necesita crear el prototipo de una pieza, lo puede hacer de forma física o mediante simulación. En este último caso hay que usar un superordenador. “El tiempo de desarrollo, el material, que se pueda romper…eso lleva un tiempo y un dinero que con un simulador evitas”.

Los empresarios de la región no conocen estas posibilidades. Arias reconoce que “falta marketing y difusión”, sobre todo entre la pyme regional, mayoritaria en el tejido empresarial castellano-manchego. “Supongo que piensan que para qué le puede servir pero uno de los objetivos del Instituto es contribuir al desarrollo tanto público como privado de la región”.

¿Es caro para la pequeña y mediana empresa? Relativamente. “Hay que sentarse y ver a qué punto de colaboración se puede llegar. Hay cierto coste asociado al uso de los ordenadores, como la luz, pero los acuerdos con organismos públicos como la universidad pueden ser muy ventajosos”.

El internet de las cosas en la empresa agroalimentaria

Entre sus ideas de futuro para el sector empresarial regional está la puesta en marcha de un proyecto vinculado al cambio climático. Se trata de utilizar la supercomputación para tomar decisiones de futuro. “¿Qué ocurriría si hay un cambio de clima en la región? A la industria agroalimentaria le sería muy útil saberlo”.

También apuestan por “abrir” los ojos hacia el llamado ‘internet de las cosas’. “De hecho en los viñedos ya hay internet, tecnología de precisión, que está aportando muchos datos a través de sensores. Pero tenemos que crear modelos que nos permitan tomar decisiones. Eso hay que hacerlo con GALGO”.

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