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Inventor y genio: regresa Juanelo Turriano “entre el mito y la realidad”

Busto de Juanelo Turriano cedido por el Museo de Santa Cruz

Alicia Avilés Pozo

Entre las vías empedradas de Toledo, donde la línea entre las leyendas y el rigor histórico a veces se difumina, la calle ‘Hombre de Palo’ debe su nombre a una especie de autómata de madera atribuido al famoso ingeniero italiano Juanelo Turriano, que lo creó -y ahí ya entra la leyenda- para cobrar sus deudas, según algunas fuentes, o para pedir limosnas, según otras. Fue al final de su vida, cuando se encontraba prácticamente arruinado. Esta es una de las curiosidades que se cuentan al turista que visita el antiguo Alcaná de la ciudad, pero Toledo lo ha convertido en uno de sus símbolos debido a la infraestructura hidráulica que creó para subir el agua del Tajo hasta el casco urbano: el ‘artificio’.

Ahora, la Sala de las Musas de la Biblioteca Nacional de España (BNE) acoge la exposición ‘Juanelo Turriano, genio del Renacimiento’ que se mantendrá hasta el 6 de mayo y que supone un recorrido por buena parte de la base documental que existe sobre su vida y sus proyectos, no es muy abundante. Tiene su origen en la exposición similar que el año pasado se llevó a cabo en la ciudad italiana que vio nacer a Juanelo, Cremona, y en el trabajo de investigación llevado a cabo por la Fundación que lleva su nombre y creada por José Antonio García-Diego. El visitante podrá conocer la relevancia que tuvo Turriano, nacido en 1500, quien fue relojero, ingeniero y matemático en la corte española entre los años 1547 y 1585, año de su muerte en Toledo.

Gema Hernández, una de las organizadoras de la muestra junto a la comisaria italiana Cinzia Galli, explica a eldiarioclm.es que la exposición está compuesta por varias piezas traídas desde Cremona, fondos bibliográficos propios de la Biblioteca y una de las ‘joyas’ más importantes: el busto de mármol que representa a Juanelo Turriano, que ha cedido temporalmente el Museo de Santa Cruz de Toledo y cuya autoría unas fuentes atribuyen a Pompeo Leoni y otras a Alonso Berruguete. De hecho, se trata de la presentación pública de esta escultura tras una reciente restauración por parte del Instituto de Patrimonio Español (IPCE).

En el caso concreto del famoso ‘artificio’ hidráulico, hay varias imágenes antiguas de un grabado, algunas reproducciones y una litografía, junto con la proyección del vídeo realizado por la Fundación, que lo puso en movimiento en base a una investigación de Ladislao Reti:

A Turriano se le ha catalogado como ingeniero, científico, relojero o inventor. Pero La exposición quiere dar una “visión íntegra” del personaje, dentro “de la dificultad existente por el hecho de que apenas hay vestigios materiales de su obra”. Ante todo, Gema Hernández destaca que la exposición quiere poner de relieve el contexto científico de la época, y “cómo este inventor estuvo perfectamente integrado, convirtiéndose en una personalidad del Renacimiento muy relacionada con otros genios como Leonardo Da Vinci”.

De hecho, trabajó con total libertad desde el momento que entró en la corte de Carlos V. Fue capaz de llevar a la práctica todo lo que se le pasaba por la cabeza y se ganó cierta fama de huraño “al que se le consentía por su prestigio”. Resulta también muy curioso poder comprobar la metodología de las patentes en la época, “razón por la que hoy desconocemos buena parte de lo que hizo pero, que a él le sirvió para asegurarse el privilegio de la invención”.

También es cierto que por ser tan avanzado para la época, buena parte de su historia se queda entre el mito, la leyenda y la realidad. “Se le ha atribuido cualquier invento de esa época y como no se conoce prácticamente su biografía, esos vacíos se han llenado con anécdotas, muchas inventadas, pero que encajan con el contexto de la época”. En la exposición de la Biblioteca Nacional se refleja parte de ese imaginario en torno a su figura y además también se recoge, un total de seis novelas donde Turriano aparece tanto como personaje principal “como secundario de lujo”. “Si ya en la época se fabulaba con su figura, hoy se hace mucho más”.

Poco se sabe también del hecho de que el inventor italiano muriera en la ruina y sin apenas recursos económicos. Carlos V le dio una renta vitalicia que después duplicó Felipe II, así que una de las teorías más probables es que muchos de los encargos no se los abonaron y que en muchas de sus obras, era él mismo quien adelantaba el pago de los materiales. “Las fuentes nos cuentan que al final de su vida estaba arruinado y no paraba de reclamar el sustento”, subraya Hernández. De estas demandas procede el mencionado Hombre de Palo.

“Sin embargo, sabía hacerse valer y reclamar, e incluso logró que esa renta vitalicia pasara a sus herederos, algo poco habitual en la época, solo propio de los aristócratas. Desde luego, la conclusión es que fue un genio en todos los aspectos”.

El Museo de la Biblioteca destaca que desde su inauguración, la muestra está teniendo muy buena acogida porque aúna el arte y la historia. Incluso mucha gente que no conoce el personaje queda fascinada por su “atractivo” tras visitar la muestra. Así, para darle mayor proyección, el próximo 1 de marzo se celebrará allí mismo una mesa redonda con la Fundación Juanelo Turriano para detallar la investigación en la que se basa toda la exposición.

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