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Morder el polvo, una visión colectiva entre palabras

La misura della cosa. Fotografía: María D. Alba

María D. Alba

Una revista digital cultural de publicación bimensual nace en Madrid bajo el nombre Morder el polvo. Proyecto iniciado por Rosa Silverio y Alejandro González Luna. Teniendo como colaboradores especializados en diferentes disciplinas a Alejandro Arvelo, Alfredo Lahoz, El Cable Azul, Eusebio Priego, Jorge Merino, María D. Alba, Micaela Portela, Miguel Ángel Hernández, Paz Hernández Páramo, Shayra Ramírez y Sonia Betancort. La literatura, el teatro, el cine, las artes plásticas y la música, entre otras disciplinas, se abren paso en un espacio para la comunicación y el diálogo.

La publicación online facilitará un pdf descargable al lector. En cada número podrán visualizarse diversas secciones y columnas que harán referencia a noticias de actualidad, críticas y entrevistas. La primera edición contará con entrevistas relevantes a figuras como Juan Carlos Mestre y Carmen Isasi. Incluyéndose a su vez, un reportaje sobre el mundo de las editoriales, un encuentro con la poesía de Giovanni Collazos Carrasco, un relato del narrador Miguel Sanfeliu y cuatro poemas del gran poeta Juan Gelman, fallecido recientemente.

La expresión morder el polvo hace referencia, según su origen en la Edad Media, al contexto en el que los caballeros tomaban un puñado de tierra y lo mordían. El gesto, era, según José Mª Iribarren, “un beso postrero a la tierra que los había sustentando y que ahora iba a recibirles en su seno”. Una expresión comúnmente utilizada como sinónimo de derrota y humillación. Por ello, se pretende crear un nuevo concepto de morder el polvo, extrapolándolo en un periodo paradójico de crisis y resistencia, convirtiéndose en una mitología contemporánea. Un mito de la cultura, que ante la adversidad, se sobrepone, casi de manera épica. El artista libra una batalla a muerte contra el tiempo y el espacio, aunque de antemano toma conciencia de que se desvanecerá y caerá en manos del otro, como la arena que se filtra entre los dedos, el castillo que quiere mantenerse firme mientras se sacude el polvo.

Un comienzo valiente y multidisciplinar que apuesta por una nueva ventana para establecer conexiones entre intelectuales, artistas y personas motivadas por adentrarse en el mundo del arte y la cultura. El hecho de encontrarse frente a un espacio en blanco, es en sí una sensación de vacío ineludible que roza lo absurdo de un sueño. Julio Cortázar ya lo relataba viviendo los límites de la vigilia, donde absurdamente podría romper el absurdo infinito de una “noche boca arriba”:

“En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas.”

No existe un conformismo con la realidad que nos ha tocado vivir, las palabras aparecen como un mecanismo de lucha para vencer a los fantasmas de la somnolencia y reconstruir un paradigma coherente con la actualidad.

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