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Visto para sentencia el juicio por la muerte de un lince en una trampa de cazadores

Lince ibérico / Programa de conservación Exsitu

Raúl Rejón

Ha quedado visto para sentencia, en la Audiencia Provincia de Ciudad Real, el juicio por la muerte del lince ibérico ‘Grazalema’. El animal tuvo el infortunio de caer en una caja trampa colocada por el gestor de uno los cotos de superlujo de Castilla-La Mancha con acceso aerotransportado. Esa gestión cinegética se basa en eliminar competidores a las escopetas. Ningún depredador natural debe reducir el número de trofeos disponible. En la trampa cae un zorro. Un gato. O un lince en peligro de extinción, como fue el caso.

Cuando ocurrieron los hechos, se dio la circunstancia de que este era un ejemplar con nombre propio. Se llamaba ‘Grazalema’ y pertenecía al programa de reintroducción de la especie. Eso hizo que portara un radiotransmisor. El silencio de su señal alertó de su desaparición. Y con ella, el desperdicio de 240.000 euros de dinero público invertidos en cada lince reintroducido.

‘Grazalema’ murió en 2011 apresada en una trampa para depredadores en un coto llamado Barranco de la Gomera. Como titular del coto aparecía la sociedad Adin Inversiones 95. Contra ella ha ido la acusación de la Fiscalía de Medio Ambiente y la asociación Ecologistas en Acción. Se pide dos años de prisión para el administrador y una indemnización de entre 90.000 y 180.000 euros.

Esta empresa es, además, la operadora del aeródromo La Perdiz (código LEIZ). Una pista dedicada a recibir aviones “de toda Europa”. De la pista, los viajeros van a hacer “ojeos de perdiz” ya sea en el Barranco o en  otra finca llamada La Nava. Durante la vista en el juzgado de lo Penal nº1, la acusada ha asegurado que no sabía que podía rondar un lince por allí. Y que no pretendía matarlo, según cuentan fuentes judiciales.

Otros dos juicios pendientes

Después del proceso por Grazalema, quedan pendientes otros dos por iguales motivos: la eliminación de carnívoros terminó por matar a sendos linces recuperados. Al estar radiomarcados, se destapó su muerte. Uno de ellos se llamaba Kenitra. Murió a tiros y también había sido criado para repoblar la especie en Ciudad Real. Falleció en octubre de 2014 mientras se realizaba una batida de zorros. Se quería limpiar el coto Las Navas de la Condesa –de uso privado–. Esta finca también cuenta con un aeródromo para recibir a los cazadores: la pista Viso del Marqués (LEVI), propiedad de Jaime Botín Sanz.

En la provincia de Ciudad Real hay más aeródromos privados que en ninguna otra. Operan, al menos, seis pistas con sus códigos de Aviación Civil. Y otras dos están en tramitación. Cinco de ellos están pensados para dar servicio a grandes cotos de caza. Son una pieza crucial en el sistema de cacerías de lujo de Castilla-La Mancha que se desarrolla en buena parte en la zona de reintroducción de lince ibérico.

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