Tercera parada: Vejer de la Frontera

Hoy no voy a hablar de estrellas Michelin ni de restaurantes caros. ¡Ni falta que hace! En mi parada veraniega por el sur, el primer restaurante que piso es la Asociación de Vecinos Santo Domingo de la Calzada, a la entrada de la playa de El Palmar. Allí se suceden en la carta clásicos como el cazón adobado, los calamares, las huevas, los tomates aliñados, mejillones al vapor..., hasta el almuerzo campero, una bomba calórica muy suculenta.

¿Decir que la fritura de la Asociación es de las mejores que he probado es una temeridad? Puede que sí, pero lo cierto es que a mí me parece excepcional. «No hay ningún secreto», me dice la cocinera, y añade «solo rebozamos con harina y en aceite de girasol». Le pido ver la harina, no me creo tal perfección con una harina normal. El chasco me lo llevo: trigo vulgar. Así y todo, si se recala por allí, ¡no hay que dejar de pedir los calamares y el cazón! Y si hablamos de precios: ¡regalado! Ponerse las botas aquí, con Barbadillo de la zona (o Castillo de San Diego que dirían los que hablan con propiedad), te sale por una irrisoria cuenta de 12-14 euros.

Ya en el pueblo de Vejer son muchas las tabernas y tascas que vale la pena visitar. Una de ellas, Viña y Mar, muy frecuentada por público extranjero de gustos sibaritas, presume de tener una carta de vinos amontillados por copas (en ella se cuentan alrededor de 60 referencias y subiendo) sin parangón con cualquier otro espacio de la zona. Entre los platos se cuentan originales especialidades como los gambones con miso o el panecillo de remolacha con tarantelo de atún. En cuestión de ensaladas, ninguna es lo que parece ya sea por su presentación cuidada como por los sabores elegidos. Lo bordan, por ejemplo, con la de endivias.

Yendo por lo clásico, el Mesón Pepe Julián (Juan Relinque, 7) es uno de los más exitosos. Aquí se ofrecen tapas y raciones de embutidos ibéricos, y guisos y especialidades tradicionales como la mojama con tomate y huevo de corral, uno de los platos más demandados. Justo enfrente de Mesón Pepe Julián se halla el Mercado Gastronómico, una especie del madrileño San Miguel (salvando las distancias) con distintos puestos de vinos, crustáceos, sushi o bocados de retinto, la raza vacuna de la zona.

Un secreto bien guardado

Una de las vistas más fabulosas de Vejer de la Frontera se ve desde la judería, y el único espacio de restauración desde el que se pueden disfrutar es el Mesón Judería donde el cocinero y propietario, Carlos Fernández-Trujillo, agasaja al cliente con sus especialidades. Hablaba la pasada semana de un chef recolector como Miguel Ángel de la Cruz en Valladolid. Pues Carlos Fernández-Trujillo es igual. El vejeriego se tira al monte (yo misma pude disfrutar de unas zarzamoras recién cogidas) y cada día lleva al restaurante lo que encuentra interesante para la cocina. Y con todo hace igual: se acerca diariamente a por pescado, a por verdura, carne o lo que se tercie y cocina (bien, muy bien) con lo que encuentra. ¿Qué se come aquí? Coquinas de marismas (más grandes que las de orilla), atún rojo, grillos (cigalas), arroces, ternera y buey de retinto, y demás viandas de la zona.

El restaurante es muy demandado por algunos turistas habituales de la zona que días antes de llegar llaman a Carlos para pedirle que el chef vaya aprovisionándose de todo lo necesario.