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La esposa del español asesinado en la sala Bataclan: “Me intentó proteger, estoy segura”

La sala Bataclan, que ya había sido amenazada, "no cerrará nunca"

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Juan Alberto González, madrileño, y Ángela Reina, natural de Ciudad Real, dos ingenieros que llevaban viviendo en París desde hace tiempo, les tocó vivir los atentados en la ciudad parisina en primera persona y de forma trágica. Ambos estaban en la sala Bataclan disfrutando del concierto de los Eagles of Death Metal cuando irrumpieron los terroristas disparando y sembrando el pánico entre los asistentes.

Ángela Reina, tras los hechos ocurridos y perder a su marido en ese viernes negro, ha reflejado en una carta su experiencia, desde que entraron los terroristas en la sala Bataclan hasta que llegó la policía para obligarla a salir del local sin Juan Alberto, que fue asesinado por los asaltantes. Dos amigas de Ángela han difundido esta carta, que a continuación mostramos de forma íntegra:

“Escuché los disparos y todos nos tiramos al suelo. Nosotros estábamos por el centro de la sala, un poco a la izquierda. Antes de los disparos, Juan Alberto estaba delante de mí, por lo que al tirarnos al suelo, mi cabeza quedó cerca de sus piernas, instintivamente, yo trataba de cubrirme la cabeza.

En ese momento no sabía dónde estaba él pero estoy segura de que él sí sabía dónde estaba yo porque movió sus piernas para que mi cabeza quedara debajo de él. Me intentó proteger, estoy segura. Además, al rato, él se incorporó sentado y me tocó, me dijo algo que no pude entender. Creo que dijo mi nombre, y le vi como mareado, me incorporé y me deslicé sentada hacia él, intenté sujetarlo entre mis brazos, vi que había sangre y creo que empecé a gritar, eso no lo recuerdo bien.

A continuación, volvió a haber disparos por lo que volvimos a tumbarnos en el suelo y me quedé tumbada en su pecho. Hubo un momento en el que alguna gente se levantó y corrió pero Juan Alberto no se podía mover, estaba inconsciente por lo que no podíamos irnos. Me quedé con él hasta que llegó la policía y dijeron que teníamos que salir. Cuando les dije que mi marido no se podía mover, que no me contestaba, me dijeron otra vez que me tenía que ir fuera, que si no salíamos los servicios de emergencia no podían intervenir.

Nos llevaron fuera a la calle y a un patio y no me dejaron volver. No me dejaban volver, una chica, Claire, se llamaba, me dijo que me tranquilizara, que ya le habrían metido en la ambulancia y que le estarían curando y me ayudó a lavarme“.

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