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Cuando los 'Ojos del Guadiana' lloran o las discrepancias sobre las aguas subterráneas en plena sequía

Tablas de Daimiel

Carmen Bachiller

En los últimos días,  en la llanura manchega propios y extraños han podido contemplar el fenómeno del resurgir de las aguas subterráneas de la provincia de Ciudad Real a través de los denominados ‘Ojos del Guadiana’. Lo ha hecho en menor medida que otras veces (unos 160 litros por segundo en enero), y en la zona más baja, topográficamente hablando, la más cercana a Las Tablas de Daimiel, según explica Miguel Mejías, jefe de Área de Hidrogeología Aplicada del Instituto Geológico y Minero de España (IGME).

El presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, José Martínez Jiménez,  explica que es un fenómeno “normal”  que ocurre “todos los años una vez que finaliza la campaña de extracciones”.  Eso no quiere decir, matiza en sus declaraciones a eldiarioclm.es que el acuífero se esté recuperando y ofrece el dato de las “mediciones” realizadas entre octubre de 2016 y octubre de 2017. En ese periodo, asegura, “la masa en general ha bajado 1,20 metros”.

Este jueves 1 de febrero se celebra Junta de Explotación de la zona occidental de la cuenca y se informará a los usuarios (los que utilizan aguas superficiales, matiza) que “Castilla-La Mancha, por desgracia no va a poder hacer uso de las aguas superficiales con los recursos actuales”. Martínez Jiménez sostiene que “de donde no hay no se puede sacar” y no descarta realizar trasvases del embalse de Torre Abraham a Gasset “para garantizar el abastecimiento” o utilizar una infraestructura construida por la empresa estatal Acuaes (Aguas de las Cuencas de España S.A.) que permite derivar agua desde  el embalse de Cabezuela  hasta el de Puerto de Vallehermoso.

¿Por qué emana agua en los Ojos del Guadiana en pleno periodo de sequía?

A los regantes de la cuenca del Alto Guadiana se les informará esta semana de que los únicos recursos disponibles de momento (salvo lluvias primaverales) serán los destinados a riegos de auxilio de cultivos permanentes y “evitar así que se produzca la pérdida de estas plantaciones. Sería  un importante daño económico”.

Pero, si no hay agua… ¿Por qué se producen emanaciones  que han convertido a un Guadiana subterráneo en muchos tramos, en un río superficial? Y en todo caso, ¿hay que atribuir la falta de agua superficial en los Ojos del Guadiana a la sobreexplotación por las labores agrícolas?

Se trata de un acuífero “con mucha inercia” y el agua que ahora surge procede de la recarga de periodos húmedos -entre los años 2010 y 2012- tras haber circulado hacia la salida natural de los ‘Ojos del Guadiana’. “A eso se suma que, al dejar de regar y recargarse también aguas arriba, el agua sale”, señala Miguel Mejías.

“Se intenta que no se saque más agua subterránea de la disponible” teniendo en cuenta, añade, que la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea obliga a que las masas subterráneas estén en buen estado. “Eso significa que se mantengan en un estado lo más parecido al natural” y cree que eso, en parte, se conseguirá a través de su regulación, con los planes de actuación de las masas de agua subterráneas en riesgo. 

Hablamos también con el hidrogeólogo, experto en aguas subterráneas, Francisco Turrión, y autor de un informe para Greenpeace en el que, entre otras cosas, aseguraba que el déficit en los ríos se puede compensar con el agua del subsuelo, sin necesidad de trasvases.

“No parece muy normal que en un periodo de sequía y con restricciones de agua en Castilla-La Mancha aparezcan surgencias de agua en el cauce del Guadiana pero sí lo es”, comenta. Su argumento es similar a los de la Confederación Hidrográfica del Guadiana  o el IGME, pero aporta notables matices.

Que ahora haya agua en la superficie “no podemos explicarlo solo con unas lluvias de hace cuatro o cinco años”, sostiene Turrión. “Lo que pasa es que ahora con lluvias ordinarias el acuífero vuelve a coger presión y como no tiene a esos enemigos en marcha, a los pozos de bombeo, el agua surge al exterior”.

Además no cree que la masa de agua esté en riesgo o más seca que hace unos años. “Ese es el mensaje para hacer creer a la gente que hay escasez, que no hay agua subterránea,  que si hay está sobreexplotada y hay que traerla del Ebro o del Duero aunque en los garajes haya que achicarla agua para que no se inunden los coches”.

Se resiste también a hablar de sobreexplotación.  “Creo que hay intención de hacer creer a la gente que los acuíferos están sobreexplotados y no se puede decir eso si el agua está a cuatro metros”. El hidrogeólogo murciano piensa que el objetivo es que “a los regantes se les dificulte el acceso al agua subterránea para venderles que la opción es construir un canal, un trasvase…aunque luego no funcionen, como el Júcar-Vinalopó en Alicante, o que terminen colapsando como el Tajo-Segura”.

Un depósito del Jurásico condicionado por pozos de extracción mal colocados

Francisco Turrión explica que cuando el agua no emana desde el subsuelo en Ciudad Real “no es porque el acuífero esté seco sino porque no tiene presión suficiente para salir”. Eso se debe al efecto generado por el bombeo de los pozos de extracción. Hoy son, en su opinión, causa importante de las idas y venidas de las aguas a través de los ‘Ojos’ al no estar colocados fuera de la zona de fractura en la que existe un acuífero profundo.

“No podemos decir que el acuífero está sobreexplotado cuando el agua está a tres o cuatro metros. Lo que pasa es que no se conoce bien su funcionamiento”. Sugiere no culpabilizar a los regantes y alejar la posición de los pozos unos ocho kilómetros “al este o al oeste, para que cuando el agua quiera surgir pueda hacerlo”.

Y es que el enorme depósito del Jurásico no funciona como si fuera un embalse subterráneo. Su configuración es mucho más compleja. Se trata de una zona de fractura, con surgencias de agua (los Ojos del Guadiana) que proceden de un acuífero profundo. “Son vasos comunicantes. Hacia el Este, el agua está contenida en unas rocas a mayor altura, bajo tierra, que se hunden  más en dirección al Oeste. Al chocar en la zona de los Ojos del Guadiana contra una formación impermeable, esa agua contenida a presión, como si fuera un depósito, termina saliendo a la superficie”.

Por eso apunta que una de las soluciones pasaría por comprar los derechos de los pozos de extracción más cercanos a la zona de los Ojos del Guadiana y alejarlos entre cinco y ocho kilómetros para permitir las surgencias de agua y para que la agricultura sea sostenible. “Pero eso al lobby del hormigón no le interesa”, asevera.

 “A lo largo de mi carrera he visto interés en ocultar información hidrogeológica que te da otro enfoque de las cosas, como que los acuíferos subterráneos son como los embalses en superficie o que toda el agua está a 50 metros de profundidad”.

La “ingenuidad” ecologista y la “dependencia” del agricultor de las obras hidráulicas

Turrión añade a la larga lista de condicionantes en torno a este valioso recurso, la “ingenuidad” de los ecologistas que “creen que las aguas subterráneas solo son fluviales y que si los ríos van secos…pues es que no hay. Al lobby del hormigón le viene muy bien cuando dicen que hay que quitar regadíos en Murcia porque así justifican los trasvases”.

En su opinión, “no interesa que el agricultor esté empoderado, que sea libre al tener su pozo” y asegura que el objetivo es  generar “dependencia” de “un tubo por el que va a llegar el agua, por la que les cobran” y sin la posibilidad de que les sea autorizado usar un pozo.

Para este especialista, “se puede defender la sostenibilidad usando el agua subterránea antes de que se vaya al mar”. Reclama estudiar en profundidad este tipo de recursos hidrológicos -tambien en la llanura manchega- con “explicaciones científicas y no con ocurrencias que tienen que encajar en lo que llevamos defendiendo toda la vida aunque la evidencia nos contradiga”.

También abogar por un mayor protagonismo de los hidrogeólogos en las confederaciones hidrográficas, “relegados ahora a tareas marginales”, porque “es como si en un hospital todos los médicos fueran generalistas. Las confederaciones están ocupadas en los puestos de responsabilidad por ingenieros de caminos y escasos abogados”.

Y añade al respecto que “si en los puestos de responsabilidad solo tienes a gente que hace obra pública (presas, trasvases y canales…) que es lo que saben hacer, hay predisposición a hacernos pensar que las cosas funcionan de forma más simple de lo que son en realidad y que lo que pasa en la superficie, también ocurre a 200 metros de profundidad”.

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