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Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.

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Conversación en voz baja

Foto: danialvarezfotos | Flickr.

Enrique Chacón Ibarra

Voy a regar las plantas, aunque antes debería contestar el correo de mi compañero. Creo que no podré volver a verla, la he cagado. Vaya mierda de llamada de teléfono. Me da mucha pereza, es un tío demasiado calmado, como si todo le importara una mierda. Llega la hora de salir y automáticamente cierra su ordenador, coge su mochila y al metro que se lanza con esa sonrisa en la boca que me dan ganas de partirle la cara. Todo lo que me ha dicho ahora mismo, sobre que no me comprometo con la gente, ni siquiera con mis amigos, es muy injusto. Voy a coger primero la ropa del curro, aunque debería planchar un poco la camisa, está hecha unos zorros. Mis amigos dicen que las camisas no se planchan, que si las tiendes bien no hace falta. Será que soy un poco pijo, o demasiado exigente. Ella tampoco ha respondido como yo esperaba cuando las cosas me han ido mal en el curro. Las plantas, que se me olvidan, una de ellas tiene las hojas tan caídas que da pena verla. ¡Ufffff!, tengo el cuarto hecho una mierda. Ayer, cuando salimos del trabajo pensé que me daría tiempo a recoger, no debería haberme quedado a tomar esas cañas. Estuve la mar de aburrido, no presté atención a nada de lo que me decían. Tendría de haber estado más simpático, pero es que el sitio al que fuimos es muy desagradable, lleno de ruido, gente gritando y música alta. Aun así, no conté nada interesante. Tengo que cambiar mi forma de ser, no puedo seguir así. Me acosté de una mala ostia… Y así me he levantado. No me puedo creer que acabe de gritarle así. Me he equivocado desde el principio de la conversación (antes incluso, no debía haberle llamado), tendría que darle la razón y pedirle disculpas. No me gusta pedir disculpas. Son las 9, ya no me da tiempo a hacer nada, como llegue tarde al trabajo se me cae el pelo, como aquél día hace 2 años que llegué tarde y mi jefe me hizo una broma desde su despacho. Y eso que mi compañero llega siempre 5 minutos tarde y nadie le dice nada. En realidad de lo que ella se queja es de mi trabajo, o más bien de las cosas que no hago con ella, como pedir disculpas. Soy una mierda.

Mis ojos son demasiado azules. Creo que la gente se me queda mirando y piensa que soy unos ojos gigantes a los que se les ha acoplado un cuerpo desproporcionado, con unos límites mal definidos. No quiero volver a hablar con él. Es un seta, un insensible, una persona que no se da cuenta de cómo soy, cómo me siento y qué pienso cuando le miro a la cara con deseo… o con pena. Mis brazos no me gustan, son demasiado anchos y blandos. No entiendo cómo tratan de convencerme y animarme con piropos que no puedo creer. O tienen mal gusto o simplemente es que me quieren demasiado para verme tal como soy. Le he disculpado muchas veces, demasiadas veces me ha tratado mal. Yo solo tenía ojos para verle a él, en realidad es más débil de lo que parece, se pone nervioso y necesita controlarlo todo. Le conozco demasiado bien como para saber que no va a cambiar. Que piensa demasiado como para poder cambiar. Me pregunto por qué los hombres son así, me acaban tratando como si yo no valiera nada. No ven más allá de mis ojos, se sienten atraídos por su color. Pero en cuanto empiezan a conocerme dejan de prestarme atención. ¿Será que no le doy lo que él necesita? Soy una mierda. ¡Mierda!, qué tarde se me ha hecho.

Mi compañero está tristón. Mejor dicho, mi compañero está enfadado, aunque no sabría decir porqué. Su pareja parece muy maja, es una mujer muy atractiva. Parece que le gusta mucho su trabajo, aunque tengo la sensación de que no está satisfecho con lo que hacemos, los resultados están siendo muy buenos, el director está encantado con el equipo que formamos. No sé hasta qué punto le caigo mal, porque cuando le invité a la fiesta de mi cumpleaños se le puso una cara de ilusión tremenda, pero me dijo que había quedado con su chica. No me sonríe demasiado. Qué ojos más azules tiene, la verdad es que dan hasta miedo. Creo que le vendría bien venir a clase de teatro, soltarse un poco. Parece que llevara un corsé puesto. Yo creo que le hacen falta muchos mimos. Me encanta desayunar en esta cafetería.

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