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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

¿Es peligroso calentarse con una chimenea de leña?

Foto: PxHere

Marta Chavarrías

El fuego es una de las formas más antiguas de calentarse. Las chimeneas han vivido una evolución significativa en los últimos años que les ha permitido adaptarse a los tiempos modernos, en forma de instalaciones más modernas y más decorativas, a la vez que prácticas. Calentarse con chimenea supone un importante ahorro económico porque el combustible, la leña, es más económica que otros combustibles como el gas o el gasoil, siempre que esté bien construida e instalada. Y ecológica porque la madera se regenera; mientras crece el árbol, se transforma CO en oxígeno.

Es importante, a la hora de plantearse la opción de instalar una chimenea, tener en cuenta el rendimiento y la potencia. La leña tiene una capacidad específica de emitir calor y la chimenea es la que aprovecha este calor. Según el tipo de chimenea, el rendimiento será mayor o menor. Por ejemplo, una chimenea tradicional, es decir, abierta y de ladrillo refractario, suele tener un rendimiento de un 20%, que significa que solo aprovecha un 20% del potencial calorífico de la leña. En cambio, una chimenea metálica tiene un rendimiento mucho mayor, que puede oscilar entre un 40% y un 75%, en función del modelo y de si es cerrada o no.

Cuando la chimenea no funciona bien

El buen funcionamiento de una chimenea no solo nos permite gozar de un mayor rendimiento y más calor, sino que además evita situaciones de riesgo, como la aparición de monóxido de carbono (CO), un gas incoloro, inodoro, insípido y no irritante que se produce cuando combustibles como la leña (y también el gas o el petróleo) no queman completamente (combustión incompleta o mala combustión) y producen un exceso de este gas tóxico.

Cuando este gas entra en el cuerpo impide que la sangre lleve oxígeno a nuestras células, tejidos y órganos. Y como es tan difícil de detectar, puede provocar daños graves si se inhala durante un periodo largo de tiempo. Pueden producirse síntomas similares a los de una intoxicación alimentaria, como dolor de cabeza y mareo, náuseas, cansancio o problemas visuales y, en los casos más graves, incluso la muerte.

Siete acciones para que la chimenea funcione bien

Para un buen y correcto uso de la chimenea es fundamental la construcción y el mantenimiento. Si estos dos aspectos cumplen con los requisitos necesarios, el uso de la chimenea no tiene porqué suponer un riesgo, ni de intoxicación ni de incendio, dos de los principales riesgos asociados.

  1. Además de aislar la chimenea de materiales o elementos combustibles como techos, tejados, estructuras de madera como falsos techos o suelo de parqué, las paredes y el suelo cercanos a la chimenea no deben contener material combustible, como papel, alfombras, moqueta…
  2. No pueden quemarse líquidos inflamables para encender el fuego, ni leña o madera húmeda o verde. Lo mejor es que la leña esté seca, es decir, que se haya cortado al menos el año anterior, de esta manera nos aseguramos que se ha secado del todo. Tampoco es recomendable quemar leña resinosa porque puede desprender productos tóxicos.
  3. Según el Departamento de Interior de la Generalitat de Cataluña, para que el fuego no emita productos tóxicos ni se acumule en la chimenea hollín o alquitrán, este debe ser vivo, pero sin demasiada leña, para que tenga un buen tiraje.
  4. Es muy importante la ventilación de la habitación donde está la chimenea para evitar problemas de tiraje, concentración de productos tóxicos, sobre todo de monóxido de carbono, y mal olor. Cada día debe ventilarse durante unos minutos para garantizar la entrada de oxígeno y aire limpio.
  5. La limpieza también es decisiva para mantener los conductos limpios de hollín. En un conducto demasiado sucio u obstruido, los gases de combustión no pueden evacuarse correctamente y suponen un riesgo para la salud. Es recomendable limpiarla cada principio de temporada, especialmente en el caso de que la chimenea se use a diario. La limpieza también depende del tipo de leña que se usa: la de pino y abeto requieren una limpieza más frecuente que la de roble, encima o fresno. Es recomendable limpiarla cuando se han quemado de 3.000 a 4.000 kilos de leña. Además, cuanto más seca es la leña, menos hollín genera. Para limpiar la chimenea deben usarse utensilios adecuados y evitar productos químicos que no recomienda el fabricante.
  6. Deben revisarse posibles grietas o agujeros que hagan perder humo. Este es tóxico y, por tanto, por las grietas puede pasar el humo a otra estancia.
  7. Antes de ir a dormir o cuando nos vayamos, debemos apagar la chimenea y cerrar la puerta (si esta es cerrada). 

Indicios de un mal funcionamiento

  1. Tiro deficiente: El tiro es la corriente de aire que origina el fuego y que hace que el humo suba por la chimenea. Si este es deficiente, la chimenea provoca mucho humo en la habitación debido a que los gases no fluyen de manera adecuada. La principal función de una chimenea es crear una buena combustión y transportar los gases de dicha combustión fuera. Una chimenea alta proporciona un mayor tiraje: si este es insuficiente, una solución puede ser hacerla más alta. Si no se arregla el tiraje, otro de los problemas que se originan, además de que se forme humo en la habitación, es la acumulación de hollín en el tubo.
  2. Acumulación de hollín: Es la consecuencia, como hemos dicho, de una combustión incompleta de la leña, la materia que no se ha acabado de quemar del todo. Se produce sobre todo cuando la leña es verde y de menor calidad, como la de pino. El hollín se acumula en las paredes de las chimeneas y de los conductos que transportan el humo. Es muy inflamable y, si se acumula en cantidades suficientes, con las altas temperaturas pueden formarse grietas en las paredes. Este problema suele apreciarse cuando empiezan a caer partes de las paredes por el conducto.
  3. Otros factores: Una misma chimenea puede comportarse de maneras distintas dependiendo de factores como la presión atmosférica, la temperatura de la casa, el grado de obertura de las entradas de aire, la posición del tejado, la altura del tubo, la acción del viento o el grado de suciedad acumulada.

Cómo encender la chimenea

Puede parecer simple o banal, pero encender bien la chimenea es clave para evitar problemas como la formación de una nube de humo en la habitación. Lo primero que tiene que hacerse es retirar las cenizas acumuladas y limpiar el cristal de la puerta (en caso de que nuestra chimenea sea de las cerradas).

La clave está en usar virutas, sin sobrecargar demasiado para no ahogarla, y con el objetivo de formar llamas, que son las que generan aire caliente, y este es el que arrastra el humo hacia fuera. Usaremos leña fina o piñas secas o pastillas para encender, pero no líquido o gel inflamable; para quemar como combustible usaremos leña más gruesa.

Antes de añadir la leña fina, esperaremos a que haya llamas para no ahogar el fuego. Debe hacerse de manera escalonada, dejando que la leña vaya quemando, hasta llegar a los troncos más gruesos. Si se introduce más leña de la necesaria, tendremos más humo que llama porque no se está generando suficiente calor.

El humo necesita que el conducto de la chimenea esté caliente para que circule por él, y esto se consigue con fuego. Una vez conseguido, debe controlarse la velocidad a la que queremos que queme la leña. Para ello, se usarán los distintos tiradores que nos permiten controlar el tiraje (cerrando a la mitad, abriendo del todo…).

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