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Hace menos de un siglo, las mujeres que lo sufrían acababan en el manicomio. ¿Sabes si lo tienes?

Foto: Daniel Oines

Jordi Sabaté / Benyi Arregocés

Barcelona —
  • ConsumoClaro se ha reunido con tres mujeres afectadas por el TDPM, que cuentan su dramática experiencia en cuatro vídeos.

El síndrome premenstrual es conocido por los médicos desde hace más de 2.000 años y ya Hipócrates describió, 400 años antes de la Era Cristiana, el cuadro sintomático de lo que vulgarmente, y de una forma muy injusta, se ha venido a llamar 'el mal humor de las mujeres durante la regla'. Este síndrome, según algunos estudios, podría afectar a más del 73% de las mujeres en edad fértil, aunque de formas muy diferentes y en grados distintos.

Para muchas de ellas, los síntomas nunca pasarán de una subida de la irritabilidad, algunos granos en la cara, sentirse hinchadas o puntuales arranques de llanto. Para otras, además de la hipersensibilidad y las ligeras molestias físicas, las alteraciones implican dolores musculares, insomnio o fatiga aguda durante la semana previa a la menstruación.

En el extremo de este síndrome están un pequeño grupo de mujeres, aunque pueden ser más de diez millones en todo el mundo, que experimentan lo que se conoce como trastorno disfórico premenstrual (TDPM), una versión aguda del mismo que implica depresión, agresividad a veces extrema e incluso pulsiones suicidas.

ConsumoClaro se puso hace unas semanas en contacto con Marta Soler, profesora de instituto y fundadora del grupo de apoyo en Facebook de afectadas por el TDPM, Daniela Reís, psicóloga, y Marta Sorribas, técnico cultural. Las tres sufren la versión más extrema del TDPM y aceptaron plasmar en una serie de cuatro vídeos su experiencia y las dificultades por las que han pasado, y todavía pasan, para conseguir una mínima calidad de vida.

Vídeo 1. ¿Qué se siente?

En todas ellas, estas alteraciones cesan tras el sangrado, pero las consecuencias de las mismas son de distinto orden. Mientras que para una mayoría no pasa de una molestia eventual, para no pocas es un sufrimiento que les acompañará toda su vida fértil como una cruz que sobrellevar.

Sin embargo, a las víctimas del TDPM en sus manifestaciones más extremas, este trastorno les impide llevar una vida afectiva, profesional y social como la del resto de los seres humanos. Sus alteraciones pueden conducirlas a pelearse con sus compañeros de trabajo, forzar la ruptura con sus parejas o afectar a su red de amistades de forma catastrófica, ello sin tener en cuenta el incontable sufrimiento psicológico que padecen ellas mismas.

Antes ellas terminaban encerradas

El TDPM está incluido en el manual de diagnóstico psiquiátrico Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders DSM-IV y también en el International Statistical Classification of Diseases. Aun así, se trata un trastorno complejo con causas múltiples y poco claras, que afecta a no más del 3% de las mujeres, y en sus versiones más extremas al 1,5%.

Son un reducido grupo para el que, sin embargo, la vida puede ser un infierno, ya que no pueden controlar sus bruscos cambios de humor y ánimo. Además, como muchas veces no tienen conciencia de su problema, no lo abordan debidamente y se exponen a repetir comportamientos negativos contra ellas mismas y los demás cada ciclo menstrual, muchas veces con nefastas consecuencias.

El síndrome premenstrual fue descrito ya por los antiguos griegos. No obstante, el TDPM -esta versión desbocada del síndrome- no fue tratado como un cuadro clínico con un patrón estable hasta que, en 1931, el médico Robert Frank le dio su nombre actual. Frank atribuyó sus causas a diversos desajustes de origen endocrino durante la regla, especialmente en el equilibro entre dos hormonas fundamentales para la fertilidad femenina: los estrógenos y la progesterona.

La teoría más aceptada, aunque sin constatación científica, es que la fluctuación y bajada del nivel de progesterona inhibe la creación de serotonina, la sustancia que regula nuestra estabilidad emocional. Además, la subida de estrógenos provocaría un aumento en la retención de agua y de sodio, llevando a inflamaciones generalizadas con las subsiguientes molestias y dolor.

Vídeo 2. Ante la incomprensión de la clase médica

Sin embargo, según los estudios realizados por el Departamento de Psiquiatría y el Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, no es la producción hormonal el problema, o si se produce más o menos estrógeno o progesterona, sino cómo afectan las hormonas a los neurotransmisores. También, otro estudio realizado por la Universidad de Uppsala, Suecia, muestra resultados sorprendentes: a través de resonancias magnéticas, los científicos detectaron importantes cambios en los procesos cognitivos y afectivos a nivel cerebral en la fase lútea de las pacientes con TDPM.

Sea como fuere, a partir de la descripción del doctor Frank, el problema comenzó a ser considerado por los médicos -al menos en Estados Unidos; no aquí en España-, que habían tratado hasta la fecha a las afectadas por el TDPM como enfermas mentales. A este respecto, existen ya protocolos psiquiátricos para distinguir una paciente con TDPM de una persona con trastorno bipolar, lo que deja claro que no son tales.

Una de las víctimas más famosas de esta confusión se cree que fue la escritora Vivienne Haigh-Wood, esposa del poeta T.S. Eliot y aquejada, al parecer, de una versión extrema del trastorno. Haigh-Wood murió en 1947 en un manicomio inglés sin que se le diagnosticara el TDPM, que es posible que padeciera. De todos modos, de haberle sido identificado, difícilmente podría haber sido tratada, dado que en aquella época todavía no existían los medicamentos contraceptivos. Pero tampoco habría sido encerrada en una institución psiquíatrica.

¿Estoy realmente loca?

Así como en el síndrome premenstrual hay un cierto nivel de acuerdo científico sobre sus causas, no se sabe por qué afecta a unas mujeres de una forma leve y a otras de una forma tan aguda que crea un trastorno psicológico a veces grave. Hay debate sobre si el TDPM debe ser tratado por profesionales de la endocrinología o bien por psiquiatras e incluso psicólogos, pues se especula con que tendría efecto sobre personas que ya de por sí muestren cierta predisposición a la depresión o la irritabilidad.

Sin embargo, no hay ninguna evidencia de su origen psicológico y sí más bien neurológico y hormonal, ya que la progesterona modula ciertos procesos de conectividad cerebral relacionados con la activación de respuestas a situaciones de peligro o estrés, que serían similares a las que produce el TDPM. Sí se sabe que tras el sangrado, los niveles de progesterona regresan a la normalidad, desactivando los síntomas del síndrome premenstrual.

Vídeo 3. Difícil de diagnosticar

Por lo tanto, el TDPM respondería más bien a una caída fuerte en el nivel de progesterona, o a una sensibilidad especial a su falta, pero no en principio a problemas psíquicos, aunque lógicamente, si la persona está metida en situaciones de elevado estrés emocional, el trastorno aumentará la percepción de los problemas y también la emotividad negativa. En este sentido, algunos médicos recetan ligeras dosis de ansiolíticos para los días en que más afecta el síndrome premenstrual, aunque es una respuesta solo parcial al TDPM.

Cómo sé si yo lo tengo

Algunos de los síntomas descritos para el TDPM son:

  • Tensión
  • Irritabilidad extrema
  • Apetito excesivo
  • Fatiga
  • Pérdida del interés por las cosas
  • Sentimiento de tristeza
  • Pensamientos suicidas
  • Ataques de pánico
  • Ansiedad intensa
  • Dificultad para concentrarse
  • Falta de energía
  • Insomnio
  • Desesperación y angustia
  • Hipersensibilidad e hinchazón de las mamas
  • Cefaleas
  • Aumento de peso
  • Dolores musculares, articulares y abdominales
  • Trastornos en la personalidad

La persona afectada no necesariamente los sufrirá todos, y la mayoría de profesionales recomienda a las personas que tengan dudas hacer un diario, durante al menos tres meses, de los comportamientos en el periodo premenstrual, así como subrayar aquellos que consideren anómalos. También se puede recabar la opinión de la pareja -ya que es un testimonio constante y objetivo del comportamiento de la afectada- para saber si aprecia tales irregularidades cíclicas. Si se repiten los síntomas, es hora de ir al médico.

Vídeo 4. Tratamientos

¿Dónde me pueden ayudar?

Una opción es acudir a una o un especialista en ginecología y obstetricia, aunque también se puede pedir el asesoramiento de endocrinólogos. Si los síntomas son agudos, es probable que se precise adicionalmente la opinión de un psiquiatra o psicológo para preparar entre todos los profesionales una respuesta combinada que implique desde el uso de anticonceptivos a antidepresivos o ansiolíticos durante los periodos críticos. En todo caso, debe ser un profesional quien determine el tratamiento.

Más allá de las consultas médicas, las mujeres que se consideren afectadas pueden contactar con el grupo de apoyo en Facebook de afectadas por el TDPM, donde pueden informarse y preguntar a otras personas que sufren este trastorno. El grupo también tiene una cuenta de Twitter donde informa sobre los nuevos descubrimientos sobre el TDPM y su tratamiento. Adicionalmente, una manera de determinar los periodos sensibles y prevenirlos es el uso de aplicaciones para el móvil, los llamados calendarios de ovulación, que ayudan a recordar cuándo se acerca la menstruación. En Estados Unidos incluso existe una organización nacional para concienciar de su importancia.

Una dieta puede ser útil

En los casos más leves de TDPM, una dieta adecuada puede ayudar mucho a aminorar los síntomas, incluso a hacerlos desaparecer. Para empezar, se ha constatado que durante el periodo premenstrual se produce una carencia de vitaminas que puede tener cierta incidencia en los cambios de carácter y en los dolores. Se trata de la vitamina E, que regula la retención de líquidos; la vitamina B6, muy activa en la creación de precursores de la serotonina, y por tanto coadyuvante en mejorar el estado de ánimo; la vitamina D, que interviene en varios procesos del síndrome premenstrual y la vitamina C, que ayuda a reducir la fatiga.

Estos compuestos se pueden conseguir de forma natural o con complejos vitamínicos de venta en farmacias, que se deberían tomar a partir de dos semanas antes del inicio del periodo, aunque tienen el problema de que no son indicados para tratamientos prolongados. Otra manera de obtenerlos es con una dieta basada en cereales integrales, frutos secos al natural como la nuez, aceite de oliva virgen de primera prensa, vegetales de hoja verde, que aportan calcio, potasio y magnesio, lácteos con poca grasa, pescado enlatado, hígado de pescado o yema de huevo.

Hay cierta controversia sobre el consumo de carbohidratos, el chocolate y otros activadores de los precursores de la serotonina, como el aminoácido triptófano. El motivo es que si bien es cierto que ayudan a su creación, también contribuyen a tener una mayor reserva energética y, por tanto, pueden aumentar la excitabilidad de la persona. En todo caso se recomienda evitar el chocolate, los azúcares directos (bebidas carbonatadas, dulces, etc.) y optar por frutas y arroces integrales. También es muy importante reducir al mínimo la ingesta de alcohol y el tabaco.

Adicionalmente, se recomienda el consumo de productos diuréticos como el agua de espárragos, el zumo de alcachofa, la infusión de diente de león o de cardo mariano, la piña, etc. También es bueno tomar durante estos días un comprimido de Ibuprofeno o algún otro antiinflamatorio al menos una vez al día, aunque acompañado de un protector estomacal.

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