Los 'dirty dozen': la nueva leyenda urbana de la comida orgánica

Foto: Michael Coghlan

Jordi Sabaté

Ya sean blogueras o blogueros de Estados Unidos, Inglaterra o España, en algunas de sus entradas podemos leer títulos semejantes haciendo referencia a los 'dirty dozen' -los doce sucios- y los 'clean fifteen' -los quince limpios-, una especie de lista de buenos y malos que ha calado hondo en la filosofía vegana y de los consumidores de los productos orgánicos. Se refiere a productos vegetales que, según el Enviromental Working Group (EWG), una organización sin ánimo de lucro fundada en 1983, más plaguicidas acumulan en su superficie.

Estas listas no son nuevas en el ámbito de la cultura ecológica norteamericana, sino que llevan décadas condicionando la cesta de la compra de muchas familias. Se basan en análisis anuales que el EWG hace sobre las frutas y verduras más abundantes en el mercado para ver cuáles acumulan en el punto de venta mayor cantidad de plaguicidas en la piel. Así se fabrican los 'doce más sucios' y los 'quince más limpios'.

En base a las listas, se recomienda que los doce sucios sean adquiridos en tiendas 'bio' y de cultivos con garantía de ecológicos u 'orgánicos', lo que presupondrá que no contendrán pesticidas en su piel, pues no se habrán utilizado en su cultivo. Al menos es evidente que la probabilidad de encontrarlos disminuye mucho. Respecto a los 'clean fifteen', se considera que se pueden adquirir en comercios generalistas y procedentes de cultivos industriales, ya que sus niveles de pesticidas son bajos o inexistentes. 

Una lista práctica en origen

La lista de los 'dirty dozen' se creó en los años ochenta en California, cuando el movimiento ecologista y de consumo de productos de origen controlado y no industrial -lo que se conoce como ecológicos, 'orgánicos' o 'bio'- se consolidó e incluso tuvo su auge. En aquel momento la aspiración de las familias militantes era que su cesta de la compra fuese totalmente 'bio'.

Pero conseguirlo era un objetivo complicado, dado que los cultivos ecológicos todavía escaseaban y su producción era notablemente más cara que la industrial. Para situar más el contexto, los Estados Unidos estaban pasando por su peor crisis desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y el poder adquisitivo de las clases medias estaba muy menguado. Fue entonces cuando el EWG, una de las organizaciones líderes del movimiento, propuso una lista de los doce imprescindibles de origen orgánico, dado su nivel de contaminación.

La idea era que esos doce se adquirieran de producciones 'bio' y el resto podía comprarse en supermercados sin exponernos a altos niveles de contaminación ni arruinarnos en el intento de preservarnos de los pesticidas. No era descabellada, pues en la década de los 80 la conciencia ecológica estaba poco desarrollada y la mayoría de los pesticidas que se usaban, hoy en día están prohibidos, lo que da idea de su toxicidad.

La lista tuvo tal éxito que seguidamente el EWG se puso a realizar listas 'dirty dozen' de todo tipo de productos, ya no solo alimentos, y editó guías sobre las mismas, que se vendían estupendamente y permitieron a la organización autofinanciarse y actualizar sus listas y guías año a año. 

EWG: dudas y ánimo de lucro

Las listas han sido una de las principales fuentes de subsistencia del EWG durante sus 33 años de vida, pero no la única, ya que editan diversas revistas, comercializan un sello de garantía que las empresas deben pagar por lucir y muchos de sus directivos poseen empresas alternativas con la marca 'bio', a las cuales se suele dar buena calificación. En principio el EWG es una organización sin ánimo de lucro, pero este punto ya ha sido puesto en duda por la administración estatal de California, que le ha retirado algunas de las subvenciones que recibe.

Por otro lado, se ha criticado que muchas de las listas 'dirty dozen' están hechas a medida de los intereses de los directivos del EWG, así como que la de vegetales ignora que en la inmensa mayoría de casos, la contaminación por pesticidas de los productos más 'sucios' no supera los límites tolerables establecidos por la EPA, organización estadounidense de toxicología, para un consumo continuado y teniendo en cuenta su ritmo de eliminación del cuerpo humano.

Tampoco se especifica en la lista que los pesticidas no pasan al interior de los vegetales sino que quedan en la superficie; en algunos blogs de pseudonutirición se habla de “absorción de pesticidas por parte del fruto”. Tampoco que pueden ser eliminados en su mayoría con un lavado del fruto o planta con agua caliente y un poco de jabón, lo cual en absoluto estropea la pieza ni las vitaminas o enzimas que residan en su superficie y es una excelente medida de higiene ante microbios, hongos y toxinas naturales. 

Las 'dirty dozen' en la blogosfera

Las listas 'dirty dozen' se van haciendo progresivamente virales, apoyadas muchas veces en entradas de blogueras significadas que las dan a conocer como totalmente fiables y sin cuestionar sus bases, quién está detrás o si existen alternativas contra los pesticidas como la comentada de lavar la fruta. Además inciden especialmente en las mujeres embarazadas como particularmente vulnerables a los contaminantes y las presionan con el futuro del feto, que se vería afectado en su desarrollo.

A este respecto, tanto las legislaciones norteamericana como europea son totalmente restrictivas respecto a los pesticidas; de modo más contundente la europea, que fija niveles de tolerancia muy bajos precisamente teniendo en cuenta posibles efectos secundarios no controlados en fetos en desarrollo. 

La polémica bloguera Food Babe, famosa por extender todo tipo de aberraciones dietéticas, apareció en navidad en una foto de su muro de Facebook junto a uno de los fundadores del EWG, Ken Cook. El EWG reconoce la existencia de un plan estratégico de extensión del concepto 'drity dozen' a través de blogs y personas con influencia, como la 'nutricionista vegana' inglesa Ella Woodward

Woodward, cuyos comentarios llegan a muchos europeos y europeas, no solo a través revistas femeninas, ostenta un emporio económico basado en sus libros de recetas y su blog Deliciuosly Ella, donde no habla de conceptos como “micronutrición” y “superalimentos”. En España son varios los blogs que dan información de los 'dirty dozen'. 

(Por cierto, los 'dirty dozen' de este año son: manzanas, fresas, uvas, apio, melocotones, espinacas, piminetos, nectatinas, pepinos, patatas, tomates y chiles jalapeños. Los 'clean fifteen' son: setas, boniatos, melones, pomelos, kiwis, berenjernas, espárragos, mangos, papayas, guisantes, coles, aguacates, piñas, cebollas y maíz dulce.) 

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