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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Claves del triunfo electoral de Netanyahu

Xavier Abu Eid

Todas las encuestas de opinión le daban un porcentaje inferior al esperado cuando en diciembre convocó las elecciones. Netanyahu vio como sus cálculos electorales estaban fallando. El Primer ministro que se había dado el lujo de ir a sabotear la política exterior del presidente norteamericano Barack Obama, podría quedar segundo en las elecciones. El mismo que construyó colonias en la Palestina ocupada como ningún otro sin recibir ninguna sanción por parte de la comunidad internacional, el mismo que pudo convencer a muchos países de no reconocer a Palestina para no “perjudicar el proceso de paz”, buscaba una salida desesperada a su propia crisis.

Fue en ese momento, cuando a horas de la elección, decidió por fin usar la sinceridad en la búsqueda de votos: bajo su mandato no habría un estado palestino, diría mientras daba una conferencia de prensa en la colonia ilegal de Har Homa (Jabal Abu Ghneim), en tierras robadas al distrito palestino de Belén. El electorado israelí premió su sinceridad y le regaló un espectacular triunfo electoral. Pero, ¿en qué debería sorprender lo dicho por Netanyahu? Simplemente en que finalmente dijo con todas sus letras lo que ha llevado haciendo por años sobre el terreno. Vale la pena señalar que finalmente Netanyahu reconoció que esa colonia, Har Homa, la primera construida después del Acuerdo de Oslo de 1993, había sido hecha para separar a Belén de Jerusalén, asfixiando a la ciudad de Cristo, algo hasta ese momento negado por Netanyahu y su gente.

Si bien hay quienes dijeron que esa declaración era un “cambio” en lo señalado por Netanyahu anteriormente (su discurso en la Universidad Bar – Ilan en 2009), lo concreto es que lo dicho solamente sirve para ratificar a los “equidistantes”, lo que se sabía hace mucho tiempo. Vale la pena analizar qué es lo que Netanyahu concibió como “Estado palestino” en su discurso del 2009: un “estado” sin Jerusalén Este, sin el Valle del Jordán, sin conexión con Gaza, sin control sobre su espacio aéreo o recursos naturales, sin derecho de ningún refugiado a retornar, un estado desmilitarizado y un reconocimiento del apartheid israelí en la forma de reconocimiento de Israel como “estado judío”. Ese plan de Netanyahu no ha cambiado, aunque aún no nace alguien que pueda aceptarlo. Ese plan no busca “dos-estados” reales sino la imposición de un solo estado con dos sistemas distintos, uno para judíos que tienen el control, y otro para palestinos cristianos y musulmanes, que son controlados. Es decir, un apartheid.

El anuncio de acabar con la solución de dos-estados fue el corolario de una campaña basada en la incitación al odio y el racismo. Cuando el ministro de exteriores Lieberman llamó a decapitar a ciudadanos palestinos de Israel, o el ministro de economía Bennett se enorgulleció de haber “matado a muchos árabes”, ello no trajo condena internacional de nadie. La guinda de este pastel la puso Netanyahu el día de la elección: alarmado por el alto número de votantes no-judíos, el supuesto líder de “todos los israelíes” llamó a ir a votar porque “los árabes están votando tres veces más, los izquierdistas los están acarreando a votar”. ¿Qué pasaría si cualquier líder mundial se alarmase por el “alto número de judíos” votando en una elección? Un escándalo de grandes proporciones.

Ese racismo y la negación de los derechos de los palestinos ha triunfado en Israel. Ni siquiera sus propios ciudadanos palestinos (los que sobrevivieron la Nakba de 1948), ciudadanos de segunda clase los cuales Israel usa en su propaganda para mostrar que no son un estado de apartheid, se salvaron de las embestidas de la ultraderecha. El resultado no es difícil de ver: si es “alarmante” que muchos ciudadanos árabes voten ahora, que son el 20% de la población en Israel, ¿qué ha de pasar en unos 10 años, cuando su porcentaje de electores pase el 30%? ¿Les quitaran su derecho a voto? Para quienes vean ese escenario, solamente un dato: prácticamente el 80% de los palestinos de Israel que votaron lo hicieron por la Lista Unida Árabe, la única opción no-sionista presente en las elecciones israelíes.

El bloque que ha ganado las elecciones en Israel dice que no al estado palestino. También dice que no a un estado único con igualdad de derechos para todos. Ideológicamente ellos creen que los palestinos deben irse a Jordania y crear un estado palestino allí. Pero saben que no es posible. Entonces, ¿qué es lo que buscan? La única opción que queda es la imposición de un régimen de apartheid, al que probablemente en algún momento, según los niveles de racismo vistos en esta campaña, también querrán incluir a los actuales ciudadanos palestinos de Israel. El ministro Lieberman ya ha comenzado a allanar el camino cuando afirma que “los ciudadanos árabes (palestinos) son la quinta columna en Israel.” Parece no tenerse presente que mientras él era un matón de discotecas en Moldavia ya había palestinos en Nazaret, Jaffa y Haifa que podían contar generaciones viviendo en esa tierra: ellos no fueron como inmigrantes a Israel, más bien Israel fue hacia ellos, ocupándolos.

Aún queda ver cuál será la composición definitiva del gobierno en Israel, pero lo claro es que una campaña basada en promesas de más colonización, negación de los derechos de los palestinos y racismo contra sus propios ciudadanos ha ganado de gran forma. Aquí no caben las excusas: lo dicho por Netanyahu no puede ser siquiera aceptado como estrategia electoral. Lo que falta como siempre es ver si la comunidad internacional seguirá esquivando su responsabilidad de actuar llamando a las “partes a negociar” o si se decide, de una vez por todas, a ver la realidad. A Netanyahu ya pocos le creen, pero para llegar a decir lo que dijo, tenía que tener mucha confianza en cuanto a la falta de consecuencias.

¿Quedan las cosas claras? Cuando un diplomático israelí dice que Israel quiere dos-estados, ¿se refiere al “no-estado” de Netanyahu? La credibilidad de quienes aún defienden la ocupación israelí se encuentra por los suelos. Como el conservador Sir Richard Ottaway, uno de los mayores defensores de Israel en la historia de Gran Bretaña, durante el debate parlamentario británico, pidió a su gobierno reconocer el estado de Palestina, afirmando lo siguiente: “Debo decir al Gobierno de Israel que si están perdiendo hasta a gente como yo, van a perder a mucha gente”.

Al pedir el reconocimiento del estado de Palestina algunos países nos han dicho que lo harán solo como parte del “proceso de paz”. Ahora que las cosas están más claras, veremos que se nos dice para seguir esquivando la responsabilidad. Con esta elección israelí, Netanyahu, Lieberman y Bennett han puesto las cosas más claras para todos.

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