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Agustina Guerrero desvela el lado más oscuro e íntimo de La Volátil

EFE

Barcelona —

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Con medio millón de seguidores en las redes sociales y doce ediciones en España de sus dos libros de “La Volátil”, la ilustradora Agustina Guerrero ha optado por un toque más oscuro e íntimo para la nueva entrega del personaje, que revela además, sin renunciar al humor, los miedos que le ayudaron a gestar su alter ego.

Formalmente, reconoce la autora en una entrevista con EFE, se podría decir que “Érase una vez la Volátil” (Lumen/Rosa dels vents, en catalán) sería “una especie de precuela”, ya que la historia, que en este caso funciona como una pequeña novela gráfica, se sitúa en el momento en el que, a punto de cumplir los treinta, La Volátil rompe con su pareja y el mundo comienza a caérsele encima.

El cabreo y la rabia de esa tardoveinteañera “cornuda”, que decide poner tierra de por medio con su antigua vida e instalarse en Barcelona, es el armazón de las nuevas desventuras de la chica del moño y de la camiseta de rayas, icono para muchas (y muchos) jóvenes, desubicados vitalmente ante a los retos de la vida adulta.

“Quería contar lo que me pasó hace tiempo en un momento clave de mi vida, que desencadenó lo que soy ahora; tenía ganas pero tenía que ser más fuerte para poder hacerlo”, apunta Guerrero (Chacabuco, 1982) que lleva catorce años en España, ocho de ellos en Barcelona, ciudad reconocible -gracias a los bares- en las viñetas del libro.

La ilustradora se hizo popular cuando trabajaba como diseñadora gráfica gracias a su blog autobiográfico “Diario de una Volátil”, en el que narraba la vida en pareja, unas viñetas convertidas luego en libro con el mismo título (Lumen, 2014) y que tendría continuación con sus experiencias como embarazada en “Mamma Mía!” (Lumen 2015).

“Érase una vez La Volátil” habla de la incertidumbre de empezar de nuevo en otra ciudad tras el desengaño amoroso, del compañero de piso gay que intenta animar, de los amigos, de las fiestas de la última juventud, de las huidas hacia adelante, pero sobre todo “trata de miedos y temores” y de cómo intentar superarlos.

“Todo es real, lamentablemente. Cuando uno tiene una ruptura se pasan diferentes fases: rabia, dolor, miedo..., pero la verdad es que el sentimiento más poderoso que recuerdo de entones es el de liberación, el de quitarme una mochila y volar, el de no saber qué hacer pero saber que puedes hacerlo”, rememora la autora.

Angustiada por su futuro laboral -“secándome los mocos con los bocetos de mi frustración”, se lamenta dramática la protagonista- el robo del piso y del ordenador donde tenía sus trabajos se convierte en una epifanía, una convulsión inesperada que le hizo perder el pudor a mostrarse y del que paradójicamente nació La Volátil.

Aunque mantiene el contrapunto irónico y guasón de sus viñetas, el tono de esta entrega es más introspectivo, una opción que permite al lector conocer más profundamente el cerebro de la protagonista.

“Intentar hacer reír me estaba aburriendo. En este libro tenía ganas de no tener que acabar cada página con un chiste. La Volátil aparece aquí más humanizada, ya no es sólo la chica desquiciada que tiene problemas con su pareja, he querido hacerla más oscura”, explica la autora, que afirma que éste es el trabajo que más has disfrutado de todos los que ha realizado hasta la fecha.

“Creo que para el lector será también el libro más atractivo, conocer sus debilidades, sus miedos, su soledad; es un paso que tenía que dar para seguir avanzando”, recalca.

La Volátil se ha traducido a varios idiomas, entre ellos el alemán, el francés y el italiano, y cuenta con un gran número de seguidores y lectores en países como México y su Argentina natal, además de España, donde ya va por la octava edición del primer libro y por la cuarta del segundo.

Uno de los planes que no descarta Guerrero es poder ver a La Volátil en una versión animada o incluso de carne y hueso, un proyecto que tiene en mente. “Realmente me apetecería ver a La Volátil en movimiento”, reconoce. Eso sí, será necesario encontrar a una actriz capaz de mover los brazos como ella.

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