Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Noticia de agencia

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.

Alice Munro por Alice Munro

Alice Munro por Alice Munro

EFE

Madrid —

0

Con sus cuentos y relatos cortos, la canadiense Alice Munro, maestra del género y en posesión de un don especial para convertir en arte lo cotidiano, tan solo ha pretendido conmover a quien los lea, “no importa si son hombres, mujeres o niños”, y que se sientan “personas distintas”.

Una oportunidad que tienen ahora todos aquellos que todavía no conozcan la escritura precisa y detallista de esta anciana canadiense de 83 años y Premio Nobel de Literatura en 2013, quien como nadie, en palabras de Antonio Muñoz Molina, sabe comprimir el tiempo y la vida “en el espacio de un cuento”.

“En un cuento de Alice Munro caben novelas completas”, decía a Efe hace ahora justo un año el escritor español, el día en el que la Academia sueca anunciaba que la ganadora del Nobel de Literatura era esta escritora que siempre, “constantemente, constantemente”, ha dudado sobre si su obra era lo bastante buena.

Veinticuatro de sus cuentos se publican ahora en España (Lumen) reunidos en un volumen bajo el título “Todo queda en casa”, uno de los relatos que aparece en “Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio”, libro que, junto a otros cinco, ha servido a la propia Alice Munro para elaborar personalmente esta antología definitiva de su obra.

Cuentos que han marcado la carrera de esta virtuosa a la hora de comprimir el tiempo y la vida en un texto breve, autora de una obra compleja bajo una apariencia de banalidad y plagada de preguntas. Obra que, al comienzo, escribió en sus años de ama de casa, en la hora que le dejaba libre la siesta de sus entonces hijos pequeños.

Veinticuatro dardos, veinticuatro textos que permiten al lector introducirse en el universo creativo de esta feminista cuyos personajes, casi siempre mujeres, aparecen sin adornos, porque no los necesitan, “pues la vida de la gente -ha dicho en alguna ocasión- es suficientemente interesante, por lo que si tú consigues captarla puede ser monótona, sencilla, increíble, insondable...”.

Los otros cinco libros que han servido a la autora para elaborar esta antología del adiós son “Mi vida querida”, “Demasiada felicidad”, “La vida desde Castle Rock”, “Escapada” y “El amor de una mujer”.

La antología incluye, a modo de prólogo, una de las escasísimas entrevistas que ha concedido esta escritora esquiva con los medios, simplemente por no llamar la atención. Una entrevista que le hizo la televisión sueca y que le sirvió a Munro, que por motivos de salud no pudo viajar a Estocolmo para recoger personalmente el premio, como discurso de agradecimiento a la Academia por el Nobel.

Y en la que recuerda cómo ya de muy niña, en Wingham, provincia de Ontario, la zona rural en la que transcurrió su infancia y gran parte de su adolescencia y juventud, inventaba historias en el camino de casa a la escuela. Casi siempre con final feliz. “No toleraba entonces -confiesa- finales infelices” para sus heroínas.

La anciana Munro recuerda cómo su interés por la literatura se despertó de niña cuando alguien le leyó un cuento: “La sirenita”, de Hans Christian Andersen. “Un cuento muy triste” que ella quiso cambiar con un final feliz, “porque la sirenita -creyó siempre- tenía derecho a ser feliz” y a casarse con su príncipe. Un cuento distinto para ella sola, que no compartió con nadie.

“Más adelante -continúa el relato de esos años- empecé a leer obras como 'Cumbres borrascosas', y había finales muy, muy infelices, de modo que cambié mis ideas por completo y opté por lo trágico. Y me gustó”.

Conforme fue creciendo, relata en la entrevista, Munro, maestra del realismo psicológico, que cultiva en estado puro, los cuentos que escribía e imaginaba versaban sobre ella misma, “una heroína en una u otra situación”.

“No me molestaba -recuerda a los 83 años- que los cuentos no se publicaran enseguida, y no sé si pensaba siquiera en que otras personas los conocieran o los leyeran. Lo importante era la historia”.

Alice Munro tuvo seguridad sobre su escritura “durante mucho tiempo”, pero se volvió “insegura” cuando creció y conoció a otras personas que también escribían. “Entonces me di cuenta -destaca- de que el trabajo era un poco más difícil de lo que creía”. Pero nunca, “nunca”, se rindió, pura y simplemente porque escribir era su vida.

Etiquetas
stats