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Álvaro Pombo: “No acabo de escribir la novela que tendría que escribir”

Álvaro Pombo: "No acabo de escribir la novela que tendría que escribir"

EFE

Madrid —

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Una venganza y una herencia envenenada son el hilo conductor que Álvaro Pombo (Santander, 1939) utiliza en “La casa del reloj”, su último libro con el que, al igual que con toda su obra, el autor tiene una “relación complicada”: “No acabo de escribir la novela que tendría que escribir”.

Para Álvaro Pombo, cuyas novelas han cosechado algunos de los premios más prestigiosos de las letras españolas, la tarea de escribir es algo que hay que hacer a diario, porque, según asegura en una entrevista con Efe, “de la rutina es de donde viene la invención. Hay que hacer fuerza, como en el ejercicio físico”.

Y calcula que le queden aún por escribir 8 o 10 libros, entre los que confía que se halle esa futura novela que le gustaría escribir.

“La casa del reloj”, publicada por Destino, es una novela “oscura”, según Pombo, donde nada es lo que parece: Juan Caller, antiguo chófer y asistente del señor Alfonso, hereda de él a su muerte la Casa del reloj, una casa de campo en un apartado pueblo, con la condición de que se traslade allí a vivir.

En este lugar, a través de la gente del pueblo y las cartas que encuentra, conocerá el triángulo amoroso que marcó la existencia del señor Alfonso y su hermano, enamorados de la misma mujer, Matilde.

Juan Caller es un personaje “fuera de sitio” y “vacío”, sin grandes proyectos personales, pero un buen hombre, asegura Pombo, que explica cómo la memoria triste de la casa y el mundo cicatero del pueblo le envolverá.

“No creo en la bondad natural”, dice el escritor, que presenta a un señor Alfonso vengativo y a una Matilde, su mujer, presa de un pasado en el que transgredió las normas sociales de la época y que tendrá que pagar a lo largo de su vida, un esquema de novela “decimonónica”.

En la trama tienen gran importancia las cartas, en un homenaje de Álvaro Pombo al poeta alemán Rainer María Rilke, que aseguraba que las misivas eran la vida cotidiana ya vivida, recuerda Pombo: “Soy muy 'rilkiniano'. La memoria es nuestra gran energía”, dice.

En ese ejercicio diario es importante “escribir mal” para luego saber lo que no hay que hacer, señala el autor, para quien el “conocimiento negativo” es muy importante.

“Hace poco he escrito 85 folios con la idea de hacer una novela que se titularía 'Retrato de familia' y, al leerlos, no me han gustado, pero eso me ha servido para conocer lo que no tenía que escribir”, explica.

Escribe a diario aunque reconoce que este verano, que se ha encontrado muy bien de salud, ha escrito menos porque ha salido a pasear e incluso, dice, “a trotar” por el barrio madrileño en el que vive este santanderino.

“El bienestar no contribuye a escribir”, señala Pombo, quien añade que el aburrimiento es un estado existencial importante. Y así recuerda cómo Marcel Proust “no empezó a escribir bien hasta que empezó a aburrirse”.

Aburrido, confuso y preocupado se encuentra el escritor por la situación política española: “Que vaya a haber otras elecciones me da mucha rabia”, indica tras explicar que sigue siendo afiliado a UPyD, aunque en los últimos comicios votó a Mariano Rajoy y, si hay unas terceras, anuncia, lo volvería a hacer.

“Y le votaré no porque tenga miedo al futuro sino porque no veo claro lo del resto” de formaciones. “Me parece que es el que sabe más; los otros tres no tienen experiencia política, aunque algunos de los de Podemos parecen muy listos”, indica.

Habla de la “dichosa corrupción”, que le parece “una especie de catarata”, aunque defiende que, ni mucho menos, pueda identificarse política a corrupción.

“Los políticos producen impaciencia cuando se convierten en predicadores o imanes”, asegura Pombo, quien también se muestra “cansado y pesimista” en relación con el debate soberanista sobre Cataluña.

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