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Ángela Molina recibe Premio Nacional de Cinematografía en plena “joven vejez”

Ángela Molina recibe Premio Nacional de Cinematografía en plena "joven vejez"

EFE

Madrid —

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A sus 60 años y viviendo la etapa de la “joven vejez”, Ángela Molina, Premio Nacional de Cinematografía 2016, reconoce que este galardón le ha pillado “por sorpresa” y lo valora como la “cosa más preciosa” ya que se trata de un reconocimiento de su gremio.

“El disfrutar de esa generosidad de los demás es la cosa más gratificante que puede conllevar recibir un premio”, señala a Efe en una entrevista telefónica desde Ibiza, donde se encuentra con su familia disfrutando de las vacaciones.

Como “espontánea, auténtica, arriesgada y original”, ha calificado a la actriz el jurado del premio, dotado con 30.000 euros, que concede el Ministerio de Educación Cultura y Deporte a través del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales.

En su fallo, el jurado ha valorado su “amor y generosidad con cada uno de los actores y directores que ha trabajado” y ha destacado una “trayectoria profesional que viene desde sus primeras películas con apenas 20 años”.

En esta carrera ha dejado palpable “la estirpe de artistas de donde proviene, trabajando fuera y dentro de nuestras fronteras, marcando con sus interpretaciones la talla de actriz que la han hecho merecedora de numerosos reconocimientos y premios”

Este tipo de reconocimientos, así como los que recibe del público, son de los que más “orgullosa” se siente y los que más le “alientan” para seguir con “esa curiosidad insondable” que crea su profesión. Por eso, recibir este premio le hace estar “muy agradecida”.

Según confiesa, en la actualidad siente que está en la etapa de “joven vejez”, en la que está “aceptando un montón de cosas inesperadas”, que son ley de vida.

Pero una ley que no le retirará de los escenarios, al contrario. “Sigo trabajando como si siempre fuera joven, sigo siendo la misma persona. Solo el cuerpo se cansa de otra manera”.

Ganadora de premios como la Medalla de Oro de la Academia de Cine (2003), el Gran Premio de la Crítica de Nueva York (1985) o el David de Donatello de la Academia de Cine de Italia (1986), la intérprete no cuenta en su haber con el Goya pese a llevar ya “casi 200” películas a sus espaldas y haber tenido cinco candidaturas a este galardón, entre ellas por la película “Blancanievas”.

Actriz, cantante, bailarina, directora, guionista... Ángela Molina (Madrid, 1955) debutó con solo 17 años y poco después fue el “Oscuro objeto del deseo”, de Luis Buñuel, quien dijo de ella que poseía “el rostro de una virgen pagana”, afianzando así el mito de mujer instintiva y pasional que conserva en su mirada cierto primitivismo.

“Buñuel rompió las fronteras de mi vida y mi trabajo”, afirmaba la actriz en una entrevista con EFE cuando la Academia del Cine le concedió la Medalla de Oro, aunque insistía en que ella juega “con toda la baraja”.

En su larga carrera ha trabajado con los mejores: de Jaime Chávarri a Pedro Almodóvar, Fernando Colomo, Jaime Camino, José Luis Borau, Manuel Gutiérrez Aragón, Giuseppe Tornatore y los hermanos Taviani; o debutantes prometedores, como Paco Cabezas.

Su máximo activo, ha dicho siempre, son sus compañeros pero en su vida hay dos personas excepcionales: su padre y su madre. “Sin su amor, yo no estaría aquí. Ellos son también la fuente de cualquier cosa que pueda hacer por, para y con los demás”.

En un año en el que ha triunfado en el teatro con la obra “César y Cleopatra”, estrenada en Mérida junto al actor Emilio Gutiérrez Caba, la actriz reconoce que tiene “poca vida” para agradecer lo que el público le ha hecho “descubrir”.

Fue también en Mérida donde interpretó en el año 2002 “Troya, siglo XXI”. Después, en 2005, encarnó a la mítica “señora Robinson” de “El graduado”. Un papel del cine que pasó al teatro al igual que “La dama del mar” (2008), la obra que Susan Sontag adaptó de Ibsen y donde Ángela Molina también apareció.

Obras en las que se muestra con un físico por el que no ha pasado la cirugía ni la peluquería. “Es que no tengo mucho tiempo de pensar en nada de eso”.

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