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Arte y ciencia se mezclan en Adrift, un proyecto sobre la basura espacial

Arte y ciencia se mezclan en Adrift, un proyecto sobre la basura espacial

EFE

Londres —

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La basura espacial que orbita alrededor de la Tierra dejará de ser un misterio para el gran público gracias al proyecto Adrift, una iniciativa pionera que combina arte y ciencia para arrojar luz sobre los objetos artificiales sin utilidad que el ser humano ha ido dejando en sus exploraciones por el cosmos.

La Real Sociedad Astronómica de Londres acogió hoy la presentación del proyecto, ideado por los artistas Cath Le Couteur y Nick Ryan, que podrá verse a través de internet (projectadrift.co.uk) y que, a partir de enero del próximo año, contará con su propia exposición en la galería Hackney House de la capital británica.

La NASA define la basura espacial como “cualquier objeto artificial sin utilidad que orbita la Tierra” y estima que unos 100 millones de trozos de desperdicios flotan en el firmamento, de los cuales 27.000 tienen un tamaño superior a 10 centímetros.

La velocidad a la que viajan estos residuos alcanza los 28.000 kilómetros hora, por lo que cualquier pequeño fragmento podría dañar satélites o naves, y, por ello, se encuentran bajo la supervisión de la NASA y del Departamento de Defensa de Estados Unidos.

Una peligrosa realidad desconocida para la mayoría, hasta hace poco incluso para Cath Le Couteur, una de las responsables del proyecto, quien contó hoy cómo hace apenas dos años comenzó a interesarse por la basura espacial.

“La primera vez que me interesé por este tema fue cuando leí la historia del astronauta y meteorólogo Piers Sellers, que perdió una espátula durante una misión espacial en el año 2006”, explicó.

“Me llamó poderosamente la atención que algo tan común como un artilugio de cocina se encontrara orbitando la Tierra a miles de kilómetros por hora”, prosiguió Le Couteur.

A partir de ahí, esta directora de cine se inició en el estudio de la basura espacial y se embarcó, junto al artista de sonido Nick Ryan, en crear Adrift para “arrojar luz sobre este desconocido aspecto del espacio” y “concienciar sobre el serio problema en el que se puede convertir la acumulación de estos residuos en el futuro de la exploración del cosmos”.

El proyecto se divide en tres partes: un documental (Ver), una una experiencia interactiva (Adoptar) y una instalación de sonido (Escuchar).

El documental narra la disyuntiva existente entre la belleza y el peligro que alberga la chatarra espacial a través de la historia de la espátula del astronauta Sellers y también desde un observatorio en Chile considerado la capital astronómica del mundo.

Explica cómo todos estos residuos pueden bien quemarse en la atmósfera, bien caer a la Tierra o bien mantenerse orbitando durante años y años.

Este último es el caso de Vanguard, el primer satélite de energía solar que fue enviado al espacio en marzo de 1958 y que se ha convertido en el trozo de basura espacial más antiguo que existe.

Vanguard forma parte de la experiencia interactiva del proyecto, a través de la cual se puede “adoptar” vía Twitter alguno de los tres trozos de basura seleccionados.

Además de Vanguard (@VanguardAdrift), SuitSat (@SuitSatAdrift) , un traje espacial ruso que se quedó en el espacio en 2006, y Fengyun (@FengyunAdrift), una de las 150.000 piezas de desechos producidos por la explosión de un satélite climático por China en 2007, son los tres trozos de basura que se pueden adoptar a través de esa red social.

Para ello solo es necesario empezar a seguir a alguno de los tres en sus cuentas de Twitter y éstos comenzarán a comunicarse informando de su localización, velocidad o experiencias.

La tercera de las partes de Adrift, Escuchar, consiste en una máquina llamada “Machine 9”, un fonógrafo cilíndrico gigante que utiliza datos para transformar el movimiento de trozos de basura espacial en sonido en tiempo real.

La máquina, cuya primera actividad pública pudo escucharse hoy en la Real Sociedad Astronómica de Londres, consiste en un cilindro de dos metros de longitud con 1.500 huecos cerrados en una superficie lacada.

Cada uno de los huecos lleva una señal de sonido que representa un trozo de basura espacial y, cuando orbita sobre la Tierra, entra en funcionamiento una de las agujas mecánicas instaladas que convierten el movimiento de los residuos en una composición de audio y una pieza única de música.

El creador de la aparato, Nick Ryan, reveló que, debido a su condición de especialista en sonido, el silencio que impera en el espacio le inquietaba y, por ello, sintió la necesidad de “dar voz” a estos residuos.

Paula Baena Velasco

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