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Artista Villar Rojas levanta un vergel en el árido observatorio de Atenas

Artista Villar Rojas levanta un vergel en el árido observatorio de Atenas

EFE

Atenas —

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El artista argentino Adrián Villar Rojas presentó hoy la titánica transformación del observatorio de Atenas en un vergel de 46.000 plantas de 26 especies diferentes de diversas partes de mundo.

Esta obra es la tercera de su tetralogía “Teatro de la Desaparición”, cuyas dos anteriores se encuentran actualmente abiertas en el Museo Metropolitano de Arte (Met) de Nueva York y en la Kunsthaus Bregenz de Austria.

Las superficies escasas de vegetación de este lugar con vistas privilegiadas sobre Atenas y sus colinas fueron limpiadas hasta el último centímetro cuadrado y recubiertas por más de 1.900 sacos de tierra en los que, por espacio de cuatro meses, han crecido las plantas.

El resultado es un bosque que deja apenas reconocible el espacio del observatorio.

Villar Rojas relata a Efe que la idea de esta radical transformación de convertir en fértil un lugar que no lo parecía le vino al visitar por primera vez el terreno en el que debía exponer, un lugar que se le antojaba “difícil” en su estado original.

Un momento decisivo fue su acceso a una de las partes “totalmente abandonadas” del recinto, una de las laderas más escarpadas de la cima de la colina, que muchos de los residentes “ni sabían que existía”.

“Limpiamos el lugar de profilácticos y de jeringuillas”, explica, y se puso “a explorar las cuevas” que se abren en esta zona.

Ese terreno, el único paradójicamente que Villar Rojas no ha llenado de plantas, acoge, repartidas entre las rocas, vitrinas con diversas esculturas que juegan con el concepto de arqueología y futuro.

Una de ellas, por ejemplo, muestra un robot de exploración, a primera vista preparado para el terreno marciano, que desentierra a su paso objetos de nuestro presente, como un ordenador portátil.

También una Victoria de Samotracia a medio desenterrar y cubierta de grafitis juega con esa idea de desconcierto o “incomodidad”, como señala el organismo de arte contemporáneo NEON, que comisiona la exposición.

Villar Rojas, que considera los 4.500 metros cuadrados del observatorio su “estudio” en el que ha dejado su obra terminada, “fresca”, reconoce que quiere que el visitante no siga una ruta establecida, sino que se 'pierda' por los caminos de este 'jardín'.

Las plantas están colocadas de modo que es muy difícil ver los límites del recinto, pues no quedan a la vista.

El artista asegura que su objetivo es que el espectador pierda la referencia geográfica de dónde está para sumergirse en el lugar.

Deja claro que “no tiene todas las respuestas” sobre la obra que ha construido y, es más, prefiere no “codificarla” para que cada visitante la experimente a su manera.

El argentino invita a ver esta obra a otros niveles sensitivos más allá del visual: “antes no se podía escuchar el sonido del viento, o no se podían ver estas mariposas”, afirmó.

De hecho el artista reconoce que “El Teatro de la Desaparición”, más que solamente el título de cuatro exposiciones, además de una trilogía fílmica, estrenada en el último Festival de Cine de Berlín, es una idea con la que él ha trabajado durante su últimas obras.

“El teatro”, asegura, “es uno de los artes más artificiales que existen”, algo similar a la agricultura, pues transforma la naturaleza en beneficio del ser humano.

Artificial también es, a su modo de ver, la Historia de Grecia, pues “hace 200 años se construyó lo que hoy consideran los griegos su pasado”, por ejemplo, la exaltación de Alejandro Magno o la mitificación de la Edad de Oro.

Villar Rojas ya deslumbró en el Met cuando comenzó este “Teatro de la Desaparición” con una serie de unas veinte esculturas de gran escala que se relacionan y evocan tanto objetos como obras de arte seleccionadas por el artista entre la basta colección del museo.

A sus 36 años ya ha tenido tiempo de impresionar, por ejemplo, con un zoológico que emergía del mar de Mármara en la Bienal de Estambul en 2015, o con su primer gran trabajo hace ocho años: una ballena muerta varada en un bosque de la Patagonia, moldeada a base de arcilla, madera y hormigón.

Villar Rojas representó a Argentina en la Bienal de Venecia en 2011.

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