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Cara a cara de Allende y Pinochet en un cómic

Cara a cara de Allende y Pinochet en un cómic

EFE

París —

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Hijo de un ingeniero expatriado en Sudáfrica, Leo creció asumiendo que la única versión de la historia en su Chile natal era la que escuchaba en su casa, donde sus padres narraban las bondades del general golpista Augusto Pinochet, sin rastro de las torturas y las desapariciones forzosas.

Pero la noticia del arresto domiciliario del exdictador en la capital británica en 1998 por orden de la justicia de España, donde Leo trabajaba entonces en el mercado de materias primas, le llevará a intentar construir un nuevo relato sobre el golpe de Estado de 1973 contra Salvador Allende y los 17 años de gobierno de Pinochet.

Ese periplo ficticio llega en forma de novela gráfica a las librerías francesas -y el año próximo a Chile- de la mano de la casa de edición Futuropolis con el título “Maudit Allende!” (“¡Maldito Allende!”) y coincidiendo con el centenario del nacimiento del general golpista en Valparaíso, en un álbum que firman el periodista francés Olivier Bras y el ilustrador argentino Jorge González.

“Hubo pinochetistas que poco a poco fueron descubriendo otra cosa y dándose cuenta de que no había una sola versión de la historia”, pero “aun queda gente (...) que no quiere escuchar otra versión”, explica a EFE Bras, periodista especializado en Chile que ha trabajado para Radio Francia Internacional (RFI), el diario “Libération” y “Le Courrier International”.

El cómic, reconoce, tiene ciertos tintes autobiográficos pues Bras conoció Chile durante un viaje por la Patagonia, en 1998, justo cuando Pinochet estaba encerrado en su casa de Londres. Había llegado para hacer montañismo y se convirtió en una de las voces francesas más expertas en la reciente historia política de ese país.

“El álbum no es necesariamente biográfico” y el protagonista está inspirado por gente a la que conoció, pero sí hay escenas reales, como la del taxista que rompe a llorar al contar, por primera vez y a unos desconocidos, que trabajaba como conductor de ambulancia durante el golpe de Estado y le encargaron tirar varios cuerpos al río Mapocho.

“Esos cadáveres me persiguen. Vivo con el miedo de que un día me persigan por todo ello, pero necesitaba poder contarlo al fin”, dice el conductor en uno los bocadillos, esbozado con tonos grisáceos que firma González.

El dibujante, afincado en España y autor de álbumes como “Fueye” o “Dear Patagonia”, sumerge las páginas del cómic en una bruma metálica y misteriosa que bebe del dibujo a carboncillo y del “collage” con la intención de que “cada parte tuviera su propia identidad”, comenta.

“No es una obra agresiva, intenta reflexionar sobre una época. Creo que no hay ninguna intención de que la obra se ponga de un lado o del otro, simplemente es contar de qué está hecha América Latina. Son cosas que también se reflejan en Argentina, que conozco”, agrega el ilustrador.

González, que mantiene que “es necesario hablar de estos temas, siempre”, se sirve de la perspectiva que ofrece la distancia para convertir su lápiz en un escalpelo para hurgar en las dolencias políticas de la nación vecina porque “a todos los países les cuesta mucho hablar de ellos mismos”.

Aún existe una fractura política y social y el “perdón” aún es difícil, agrega Bras. Especialmente entre militares y víctimas, donde “la reconciliación es un poco más filosófica”, pero también entre el conjunto de la población chilena.

“Todavía es difícil sentar en la misma mesa a 'pinochetistas' y 'allendistas' para que hablen. Son cosas muy sensibles”, concluye el guionista de un riguroso puzzle.

Por Javier Albisu

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