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Carlos Vermut asegura que le hubiera gustado disfrazarse de Goku, pero ya se ve mayor

Carlos Vermut asegura que le hubiera gustado disfrazarse de Goku, pero ya se ve mayor

EFE

Madrid —

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El ilustrador, guionista y director de cine Carlos Vermut “no puede estar más contento” de que su segundo film, “Magical Girl”, compita en el Festival de San Sebastián: “Que se mida el lomo con la película de Alberto Rodríguez y estar al lado de Isaki Lacuesta o Borja Cobeaga es un orgullo”, afirma.

Vermut (Madrid, 1980), que ha ganado varios premios como ilustrador e historietista, ha comentado en una entrevista con Efe concedida desde Japón, donde trabaja estos días, que su amor por los manga está en el origen de “Magical Girl”.

Un título que alude al género manga Maho Shojo (“Niña mágica”), sobre niñas que se transforman en hadas, del que el director es muy fan.

“A mí me hubiese gustado disfrazarme alguna vez de Goku (uno de los más famosos personajes del manga y anime Dragon Ball, creado por Akira Toriyama), pero soy muy tímido y ahora ya me veo algo mayor para eso. El manga me encanta”, asegura.

Detalles que no son menores, ya que, si el debut del madrileño en el largometraje (“Diamond Flash”, 2011) ya contenía muchos de los ingredientes creativos inexplicables de un cómic, esta “Magical Girl” promete ser aún más impactante.

“Hacer cómics ayuda, sobre todo, a esquematizar conceptos, a planificar escenas, a conceptualizar el argumento o a jugar con los símbolos”, apunta el realizador.

El cómic, dice, “es un medio que se basa en la abstracción de los elementos, y por supuesto, en el dibujo, pero lo más importante es la narración, ya que entre viñeta y viñeta tienes por fuerza que hacer una elipsis y hay que decidir qué merece la pena ser contado y qué no. A mí me ha parecido fundamental a la hora de hacer cine”, señala Vermut.

“Magical Girl” desarrolla un argumento en torno al último deseo de una niña enferma (Lucía Pollán) por conseguir el vestido original de la serie japonesa “Magical Girl Yukiko”, y cómo su padre (Luis Bermejo) hace lo imposible por conseguirlo.

En el camino se cruza con Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven con desórdenes mentales, y con Damián (José Sacristán), un profesor retirado de tormentoso pasado.

“Lo de los actores es sin duda lo mejor de hacer cine -señala Vermut-. Los quiero a todos y estoy deseando llegar a rodar para ponerme a jugar junto a ellos”.

“Probablemente, y esto es importante para mí, todo es cuestión de que exista química, algo que yo relaciono directamente con el sentido del humor (...). Estábamos trabajando en una película más bien tirando a intensa y necesitaba reírme un rato con ellos y saber que podía comunicarme con una mirada”.

Y en el caso de Lennie, Bermejo y Sacristán (tres actores con premios Goya), explica, fue “especialmente agradable”.

“Que Sacristán cante una copla a las cinco de la mañana con todo el mundo reventado y rodeado de cinco familias gitanas es impagable”, comenta el director, que trabajó en el casting con Sara Bilbatúa, habitual de directores como Pedro Almodóvar o Guillermo del Toro, con quien se entendió “a la perfección”.

“Fui escribiendo el guión a medida que la película crecía y elegíamos a los actores, así que adaptaba cosas de los propios actores a los diálogos o a las características de los personajes”, desvela.

Vermut no es consciente, dice, de su fama “indie”, ganada a pulso gracias a la enorme acogida de “Diamond Flash”, una producción que se hizo con apenas 25.000 euros y se emitió solo por internet.

“No lo pienso, hago lo que considero que será la mejor película que puedo hacer, inspirándome en las cosas que me emocionan, y espero seguir haciéndolo así siempre, independientemente de si trabajo con un presupuesto de 20.000 euros o de veinte millones”, asegura.

El madrileño se siente miembro de una particular familia del cine: “Tengo grandes amigos, como Nacho Vigalondo, al que considero una especie de hermano; Paco Plaza, Juan Cavestany, Borja Cobeaga o Jonás Trueba”, enumera.

Unos directores a los que “además de admirar”, considera “piezas fundamentales en el cambio que se vive (y sobretodo se vivirá) en el cine hecho en España”. Que así sea.

Por Alicia G.Arribas.

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