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La “Carmen” de la CND e Inger, una mirada poética y actual a un icono español

La "Carmen" de la CND e Inger, una mirada poética y actual a un icono español

EFE

Madrid —

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“Carmen” es “muy fuerte”, un “icono” para españoles y extranjeros, por eso el sueco Johan Inger acometió el reto de coreografiar el clásico de Merimee que le planteó la Compañía Nacional de Danza huyendo de lo “súpermoderno”, aunque Micaela ahora es un niño, y revistiéndolo de poesía y “generosidad”.

Inger y el director de la Compañía Nacional de Danza (CND), José Carlos Martínez, han presentado hoy en el Teatro de la Zarzuela, junto a su responsable, Paolo Pinamonti, la nueva producción, que se estrenará el próximo jueves con música de Rodion Shchedrin, Georges Bizet y Marc Álvarez, vestuario de David Delfín, dramaturgia de Gregor Acuña-Pohl y escenografía de Curt Allen Wilmer.

“La 'Carmen' de la CND y de Inger ha surgido después de unos primeros años dedicados a hacer piezas cortas que constituyeran nuestro repertorio porque no había nada sobre lo que trabajar. Ya son 40 y ahora queremos cosas más contundentes. Primero fue 'Romeo y Julieta', luego 'Nippon-Koku' y buscábamos la que fuera el plato fuerte de esta temporada”, ha detallado Martínez.

Habían hecho junto a Inger (Estocolmo, 1964) “Walkind mad” y les había sabido “a poco” pero es que, además, ha detallado el director de la CND, el perfil a la vez “contemporáneo” y “sutil” de los bailarines de la compañía es perfecto para el “lenguaje” coreográfico del sueco.

“Buscamos títulos y nos decidimos por 'Carmen' porque pensamos que nos iba a abrir muchas puertas fuera. De hecho, ya tenemos contratos firmados para ir a Cannes y Bonn este año y a Turquía el próximo y eso sin ver la obra, solo con un trailer”, ha presumido Martínez.

Su idea no fue hacer una “Carmen” “al uso”, “conscientes”, primero, de que Inger “es sueco” y, segundo, de que la obra es “un mito” como lo es, por ejemplo, “La consagración de la primavera”, es decir, que “todo el mundo tiene su propia versión”.

Por eso “su” “Carmen” va más allá del literal de Merimee y se adentra en el significado de la violencia, vista a través de un testigo inocente, un niño que “no tiene la mirada contaminada”.

Inger, que admite que vivir como vive él en Sevilla le ha “ayudado” aunque aún sea “un turista”, ha subrayado que su interpretación del mito se centra en que es “un icono del feminismo y una amenaza para los hombres” y que, al final, la historia es “un tema tan actual como intentar controlar a una mujer para dominarla”.

El coreógrafo ha querido bucear en las explicaciones de la violencia que hay en la historia, en intentar entender “el problema”, “de dónde vienen los protagonistas, de si son víctimas, testigos o verdugos”.

Su propuesta de cambiar al personaje de Micaela, que “apenas” tiene relevancia en el texto de Merimee, por un niño “inocente y puro” obedece también a que el sueco ha querido “dar un toque de misterio”, que el público se pregunte si el pequeño es Don José de niño o “quizá” el fruto de su relación con Carmen.

La música original domina el primer acto, “el blanco”, y el segundo, “el oscuro, el del odio”, le corresponde a la de Marc Álvarez, que se inspira en temas y motivos del original para crear sus propias melodías, más atonales.

La escenografía es “muy limpia y clara”, con nueve prismas que al girar construyen el decorado de cada escena, y el vestuario tiene “un pequeño toque español” y se acerca “sutilmente” a los años 60

No hay que esperar una producción “súpermoderna”, sino “generosa, entretenida, rica y poética, que permite hacer un viaje con Carmen” a sus emociones y su impacto en Don José, ha añadido Inger, que ha asegurado que ahora ve a la misma compañía que cuando preparó con ellos, en 2012, “Walking mad”.

“Es igual y es diferente. La mayoría de la compañía es contemporánea, con una técnica muy alta y depurada, y tiene otra parte clásica, pero no he visto que eso afecte o provoque alguna 'falta'. Es, simplemente, que la guitarra tiene más cuerdas”, ha comparado.

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