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I. Cembrero: ¿Cómo hemos trabajado los periodistas tantos años sin internet?

I. Cembrero: ¿Cómo hemos trabajado los periodistas tantos años sin internet?

EFE

Madrid —

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Especializado en el Magreb y Oriente Próximo, Ignacio Cembrero cuenta con más de 30 años de experiencia. Ha vivido la época de esplendor del corresponsal por los medios de que disponían para trabajar, pero aún a día de hoy se pregunta cómo se ha podido ejercer tantos años sin un instrumento como internet.

Acaba de recibir el premio al mejor corresponsal español en el exterior que concede el Club Internacional de Prensa, un galardón que tiene “especial importancia” porque se le concede por su trabajo durante 2014, año en que abandonó El País a raíz de una denuncia que interpuso el Gobierno marroquí contra él por uno de sus reportajes.

En una entrevista con EFE, el periodista, que ha decidido “darse un tiempo” para escribir un libro durante los próximos meses y que en otoño estudiará alguna de las ofertas “modestas” que tiene sobre la mesa, analiza la situación actual de la profesión y cómo ha influido la crisis en el sector.

PREGUNTA: Se vio “obligado a marcharse” del diario El País tras más de 30 años en la casa “ante la falta de apoyo” de su empresa por sus “problemas” con las autoridades marroquíes a causa de sus artículos. ¿Es su caso un claro ejemplo de presión a un periodista por parte de un Gobierno?

RESPUESTA: Por parte de las autoridades de Marruecos no me cabe la menor duda de que era un intento de acabar con mi presencia en los medios y, concretamente, en el que se supone que es el medio escrito más influyente de España, que es El País.

Me pusieron una denuncia en la Fiscalía General del Estado que acabó en la Audiencia Nacional, y cuando ésta se archivó, me pusieron una querella que también se archivó. Aunque en octubre de 2014 el abogado del Gobierno de Marruecos consiguió reabrir la causa, pero confío en que el juez vuelva a archivarla.

P: La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) le ha amparado ante el acoso que está sufriendo de las autoridades marroquíes. ¿Ha echado de menos apoyo de la profesión y los medios españoles?

R: He tenido el apoyo de muchos colegas, pero no he tenido mucho de las cabeceras. De hecho, me llamó la atención que mi salida de El País, las circunstancias en las que se produjo, generó bastantes artículos en prensa del norte de África, pero también en Francia, Bélgica, Holanda y hasta en un par de blogs de Estados Unidos (...) Toda esa cobertura de fuera contrasta con la escasa cobertura que hubo en España, que fue básicamente en digitales.

P: Toda una vida de corresponsal. Ha vivido el esplendor de los corresponsales y de los enviados especiales. ¿Cómo ve la situación actual de la figura del corresponsal?

R: Complicada, precaria, como el conjunto de la prensa. Es un figura que tiende a extinguirse, ya no es un periodista de plantilla que el medio envía a un determinado sitio para que cubra la actualidad de un país o de una zona concreta. Eso ha cambiado. Ahora muchas veces es un periodista “freelance” que trabaja la pieza con un contrato de colaboración bastante modesto y, por tanto, está en unas condiciones bastante precarias, muchas veces trabajando para varios medios a la vez para poder llegar a fin de mes... Esa precariedad laboral también tiene alguna consecuencia sobre el trabajo, les lleva a hacer el hombre orquesta y algunas veces un trabajo más superficial, pero en absoluto tienen la culpa o responsabilidad, sino de lo que exigen las empresas y de las condiciones en las que obligan a trabajar.

P: ¿Cómo ha cambiado internet y las redes sociales el desempeño de la profesión?

R: Lo ha cambiado todo y lo va a seguir cambiando todavía. Es brutal, espectacular y creo que aunque internet entraña algunos peligros, sobre todo nos da unos instrumentos y unas posibilidades que antes no teníamos. Es una gozada trabajar con internet. Es más, me pregunto cómo hemos podido trabajar tantos años sin un instrumento de esas características.

Siempre pongo un ejemplo relacionado con los corresponsales. Hoy en día, cuando desde una redacción en Madrid o Barcelona se llama al corresponsal a Estados Unidos para ver qué se hace en el día, quien llama sabe más de la actualidad reciente de Estados Unidos que el propio corresponsal, que se está levantando a las ocho de la mañana en Washington, mientras que aquí son las dos y el que llama ya ha visto mucha prensa y leído muchos diarios en internet. Con eso ya vemos hasta que punto han cambiado las cosas.

Para mí es una gozada, una maravilla poder leer mucha prensa a través de internet en el día, en el momento en que se publica. Antes era totalmente imposible.

También gracias a las redes sociales. Yo descubrí Twitter en diciembre de 2010 y enero de 2011 cuando estalló la primavera árabe en Túnez. Había muchos jóvenes que se volcaban contando historias y colgando fotos y vídeos de pueblos remotos. Tenías una información que no llegaba a través de los cauces convencionales. Es verdad que había que comprobar la veracidad, pero era una información en directo colocada por un pueblo que estaba en plena revolución. Fue una experiencia interesante, apasionante.

P: ¿Están las redes sociales sustituyendo al periodismo profesional?

R: Es una fuente complementaria y hay que saber utilizarlas. Creo que lo que va a necesitar la gente son medios solventes que jerarquicen y expliquen bien la información y eso las redes sociales no lo hacen. Las redes sociales son impulsos, son sensibilidades, son noticias en bruto muchas veces, pero la jerarquización, el análisis, la explicación y la investigación es el papel que queda por desempeñar a los medios más convencionales.

P: ¿Considera que la crisis del sector periodístico español ha afectado a la calidad informativa que emiten los medios de comunicación?

R: Sí, sin lugar a dudas. Las empresas son ahora muy endebles, vulnerables y tienen muchos menos medios para seguir haciendo un producto y éste se resiente en la calidad. Hay menos medios para viajar, para investigar, para arriesgar, y las empresas se hacen más vulnerables y más sensibles a las presiones políticas y empresariales, porque ahora están todas endeudas o en números rojos. Este fenómeno se ha acentuado desde el inicio de la crisis en el mundo occidental, especialmente en el sur de Europa, y así lo reflejan distintos informes sobre la libertad de prensa en el mundo.

P: A raíz de esta crisis del sector, ¿se ha visto menoscabado el pluralismo informativo en España?

R: Sí y no. Se ha visto menoscabada la prensa tradicional, hay medios en papel que han desaparecido y cada día los medios se parecen más entre ellos. Pero al mismo tiempo, las nuevas tecnologías han permitido que afloren otros medios -que no llamaría alternativos- y eso ha contribuido a compensar la pérdida de pluralismo.

P: Cuando llevas mucho tiempo cubriendo las noticias de una zona ¿es complicado mantener la perspectiva y objetividad?

R: Creo que no. Uno no se acaba aburriendo, mantiene una mirada fresca. Siempre he creído mucho en la especialización, no en una especialización para toda la vida, pero sí una larga porque eso es lo que permite al periodista que tiene un conocimiento profundo de una zona acabar sacando informaciones propias, exclusivas y acabar haciendo análisis que van más allá de lo superficial (...) La especialización acaba siendo calidad.

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