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“A muchas cadenas no les importa mientras el micrófono del corresponsal aparezca en lugares exóticos”

Corresponsal de TVE cree que muchas TV solo quieren ver su micrófono en sitios exóticos

EFE

Madrid —

Carlos Franganillo es la nueva cara de TVE en Washington. Antes ha pasado por Moscú y, aunque opina que en su casa la figura del corresponsal no ha cambiado mucho, sí lo ha hecho en otras cadenas, donde el contenido pasa a ser secundario pero no importa “mientras su micrófono aparezca en lugares exóticos”.

Este periodista ovetense (1980) se confiesa un privilegiado por poder hacer periodismo internacional desde donde ocurren las cosas y no desde una redacción, lo que considera “casi una excepción en estos tiempos”.

Observa desde la distancia el periodismo que se hace en España, donde hay “iniciativas muy innovadoras en marcha”, si bien advierte de que la tendencia general en los medios de todo el mundo es dejarse llevar por “alarmas” que no se cuestionan o no se valoran en su justa medida.

PREGUNTA: Después de pasar los últimos tres años en la corresponsalía de Rusia, ¿cómo afronta su nuevo destino?

RESPUESTA: En Moscú estaba acostumbrado, sobre todo en los últimos meses, a coberturas sobre el terreno y a viajes continuos. Washington es el modelo opuesto de corresponsalía. La parte más positiva del nuevo destino es que permite seguir al detalle la estrategia global estadounidense. Moscú me permitió conocer una visión alternativa del mundo, al margen de la occidental, y eso es interesante a la hora de analizar el discurso oficial de Washington que, como cualquier otro, tiene un alto componente propagandístico.

P: ¿Le ha dado pena dejar Rusia en un momento en el que informativamente está tan de actualidad?

R: Me ha dado mucha pena. Rusia es un país que engancha y cuesta tiempo y esfuerzo empezar a dominar las claves de la política y la sociedad. Además, pude seguir la crisis ucraniana desde el principio, con una profunda implicación profesional. El cambio no ha sido fácil y muchas veces echo de menos la etapa anterior, pero la nueva etapa es apasionante y hay otros componentes, familiares y personales, que también salen ganando.

P: Si en vez de ir a otra corresponsalía, hubiera tenido que regresar a la redacción ¿hubiera dejado Rusia?

R: Eso nunca depende del corresponsal. Son puestos temporales y así hay que entenderlos. Me apasiona el periodismo internacional y me siento un privilegiado al poder ejercerlo en lugares como Rusia, Ucrania o Estados Unidos, pero tengo claro que eso no será para siempre. También se pueden hacer cosas muy interesantes desde la redacción o desde programas de TVE. Afortunadamente, todavía es un medio de comunicación con espacios prestigiosos dedicados a la información internacional y de otro tipo.

P: ¿Tiene la sensación de que sus crónicas generan una opinión de temas sobre los que el español de a pie no tenía ninguna opinión por desconocimiento del lugar o contexto?

R: Al menos es lo que espero. Muchas veces, la mayoría, los medios de comunicación somos esclavos de la agenda informativa. De vez en cuando viene muy bien salirse de ella y contar otros temas... o bien contar los grandes temas del momento sobre el terreno, aportando una visión propia y no apoyada únicamente en las grandes agencias internacionales.

P: Las corresponsalías también están sufriendo los efectos de la crisis. ¿Se están convirtiendo los corresponsales en pluriempleados?

R: Cualquier veterano podría explicarlo con más detalle y conocimiento. En general los medios caminan, sin duda, en esa dirección, aunque creo que en TVE la figura del corresponsal no ha cambiado tanto como en otros. Sin duda hay más fuegos que apagar que hace 15 ó 20 años: hay que atender a los Telediarios, al Canal 24 Horas, y en algunas corresponsalías también a RNE.

En otros medios la situación es distinta. El corresponsal de televisión (freelance, gran parte de las veces) viaja solo y hace la función del operador de cámara, edita y envía el material. Eso, cuando se trabaja con la presión de la actualidad, significa mucho menos tiempo para enterarse de qué pasa a su alrededor. Es decir, la calidad de la información se ve afectada, pero a muchas cadenas no les importa mientras su micrófono aparezca en lugares exóticos, del modo más barato posible. El contenido pasa a ser algo secundario.

P: Cuando llevas mucho tiempo cubriendo las noticias de una zona ¿es complicado mantener la perspectiva y objetividad?

R: Es un riesgo que se puede minimizar. Requiere un esfuerzo para apartarse de vez en cuando del punto de vista local y hoy eso es más fácil que antes. Internet nos permite consultar medios y análisis de cualquier otro país y de otras organizaciones. Viene bien desintoxicarse de vez en cuando.

P: ¿Están politizados los medios?

R: Más que politización, por ideología y línea editorial, veo servidumbres. Sobre todo en tiempos de crisis económica y de crisis del oficio. Está claro que todos los medios dependen de grupos empresariales para subsistir y no veo nada de malo en ello siempre que esa dependencia se lleve con la máxima honestidad profesional posible. El problema llega cuando la prioridad son las dependencias empresariales en detrimento del producto: la información.

Tampoco veo nada malo en que un medio esté politizado, si lo elige por principios y lo dice con claridad, siempre que sea privado. Lo más peligroso para el espectador o lector desprevenido son las lealtades no declaradas que influyen en el proceso periodístico.

P: En España el periodismo atraviesa horas bajas. ¿A qué lo achaca? ¿Tiene esa percepción de los países donde has trabajado?

R: Hay periodismo bueno y malo y espero que la gente sepa distinguirlo. Se hacen muchos programas excelentes en TVE y leo reportajes magníficos en muchos medios escritos de España, pero no me gusta la tendencia general en los medios de comunicación... no sólo en España. Cada vez hay menos reflexión y menos contexto. Manda el impacto y nos dejamos llevar muchas veces por alarmas que no ponemos en cuestión o no sabemos valorar en su justa medida. En España hay grandísimos periodistas e iniciativas muy innovadoras en marcha, pero en términos generales veo una precariedad creciente.

P: De todas las coberturas que ha hecho, ¿tiene alguna predilección?

R: Tengo mucho cariño a cada uno de los sitios en los que he estado. Sobre todo a Rusia y a Ucrania, donde he pasado bastante tiempo y he podido conocer a su gente con cierta profundidad. La crisis ucraniana es sin duda la cobertura en la que más me he implicado, por su duración y por su intensidad. La cobertura de los efectos del terremoto y tsunami de Japón en 2011 fue muy especial. También el rescate de los mineros chilenos en 2010.

P: ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser corresponsal?

R: Me siento un privilegiado y sólo le veo la parte buena. Poder hacer periodismo internacional, no desde una redacción sino desde los lugares donde ocurren cosas es casi una excepción en estos tiempos. Afortunadamente, RTVE aún cuenta con una red potente de corresponsalías. Quejarme de algo sería muy injusto. La principal pega es estar lejos de la familia y amigos y perderte muchas cosas importantes.

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