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Depedro canta al viaje y al emigrante porque “hemos sido esas personas”

Depedro canta al viaje y al emigrante porque "hemos sido esas personas"

EFE

Madrid —

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El madrileño Jairo Zavala se apea del tren internacional de la banda Caléxico para afrontar un nuevo trayecto como Depedro, su proyecto personal (“el prioritario”, subraya), con un disco sobre partidas y, más aún, sobre llegadas, transeúntes y emigrantes, porque “nosotros hemos sido esas personas”, dice.

“No me gusta ir de panfletario, pero no puedo evitarlo, porque estamos en constante flujo y no puedo cerrar los ojos y no ser sensible a lo que pasa en todas partes, en mi familia, entre amigos, en Siria, en el Subsáhara...”, ha explicado este músico, hijo de padre peruano, en una entrevista celebrada hoy con Efe.

Este viernes pone en la calle “El pasajero” (Warner Music), cuarto disco y primero tras “La increíble historia de un hombre bueno”, después de tres años de recopilar “fragmentos” de vida.

“Cada vez me cuesta más encontrar los momentos y sobre todo la energía, porque ya no tengo 20 años, cuando me sentía inmortal. Voy necesitando cada vez más espacios para reflexionar y por eso he tardado más en hacer el álbum”, argumenta sobre el proceso de “una obra muy pensada” y “el viaje más personal” de su discografía.

Provisto de un equipaje sencillo, con aromas de medio mundo, y su habitual actitud de “permeabilidad musical”, Zavala toma en primer lugar como ruta la “Panamericana”, nombre del corte que abre el disco y “la vena que encuentra países por la costa oeste de EE.UU., desde Alaska a Tierra de Fuego”.

“Allí tiene unas connotaciones de caminos cortados por las fronteras que no deberían estarlo en un mundo ideal”, explica.

En el camino se cruza con la capital mexicana, a la que dedica el tema “DF”, y con Enrique Bunbury, un compañero circunstancial de andanzas para ese corte que repite en su letra “las mismas cosas que escuchaba en su cabeza” el zaragozano cuando se plantó en México.

“El DF te hace sentir como en casa. Somos muy deudores de México, que acogió a mucha parte de la intelectualidad y trabajadores españoles. Hay una influencia, un palo de ida y vuelta, que se siente cuando llegas, además de una parte mágica que es la indígena”, cuenta Depedro.

Más allá de América, la huella de Senegal deviene igualmente importante en el resultado. “Hace año y medio fui allí a grabar un documental. Fue un viaje también en lo personal que ha sido una piedra angular en el disco a la hora de tirar abajo bloqueos creativos, sobre todo en la búsqueda de nuevos colores para las canciones”, señala.

Prescinde aquí de los ramalazos electrónicos de su álbum previo, pero incorpora vientos y un cuarteto de cuerdas con arreglos de Tom Hagerman (de Devotchka), interpretados por músicos de la sinfónica de Tucson (dígase, como los latinos de la zona, “Tucsón”), alentados al grito de “apretad, apretad, que esto es rock”.

Producido por Craig Schumacher, para la grabación de “El pasajero” volvió a contar con sus amigos y compañeros en Calexico Joey Burns y John Convertino, con quienes comparte “una telepatía que no requiere de trucos”, algo especialmente útil si, como es el caso, se registra a la antigua, en analógico y sin edición, “tocando de verdad, lo que te hace ser más sencillo e ir al grano”.

Actualmente, es posible disfrutar de su música en un formato diferente, más sencillo e íntimo, en varias azoteas del país (por ejemplo, el 25 de septiembre en el Hotel Silken Puerta de América de Madrid).

Será a partir del 11 de octubre, tras otra ronda previa de shows en salas y en formato acústico, cuando la gira de “El pasajero” eche a andar con toda la banda en Valladolid (sala Lava), antes de pararse en Barcelona (27 de octubre, Foyer del Liceo) y otros muchos lugares de destino para este pasajero de sonrisa honesta.

Javier Herrero.

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