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Energía y épica sin teclados, en la gira acústica de Simple Minds

Energía y épica sin teclados, en la gira acústica de Simple Minds

EFE

Barcelona —

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Simple Minds, la banda icónica del tecno pop de los ochenta, es capaz de conservar la épica y la energía que la han encumbrado sin necesidad de teclados ni pompa, tal como ha hecho hoy en Barcelona, primera parada española de su gira “Acoustic Live”.

La gira, que llegará el 2 de mayo a Madrid y el próximo fin de semana a Burgos y Pamplona, es la presentación del disco que han grabado los escoceses con motivo de su 40 aniversario sobre los escenarios y que reúne algunos de sus temas más conocidos en versión acústica.

“Pero acústico no quiere decir tocar los bongos tirados en la playa e iluminados con velas -ha aclarado el cantante de la formación, Jim Kerr nada más empezar el concierto-. Nosotros hacemos rock and roll y hoy nos lo vamos a pasar bien”.

Para demostrarlo, la formación ha empezado con fuerza y lo primero que ha visto el público de L'Auditori de Barcelona ha sido a Cherisse Osei, la poderosa mujer que se ha colocado de pie tras la batería y ha recibido a ritmo de baqueta al resto de la formación.

Los tres guitarristas y la corista se han situado alrededor de la batería, también de pie, para que quedara claro que no estábamos en la playa haciendo el 'hippie', y Jim Kerr ha empezado a cantar “New gold dream” y, a la primera de cambio, se ha tirado al suelo de rodillas, al más puro estilo roquero.

Lo siguiente que ha hecho ha sido recorrer L'Auditori entero cantando, saludando, haciéndose 'selfies' y volviendo locos a sus incondicionales.

Para alegría de los bolsillos más modestos, el cantante ha subido hasta las gradas del tercer piso y ha vuelto a bajar antes de que acabara la primera canción. Toda una declaración de principios.

Con el público ya rendido y puesto en antecedentes, Simple Minds ha ido repasando casi todo el nuevo disco, en el que hay temas como “See the lights”, “Glittering prize” y “Chelsea girl”.

Cuando ha llegado el turno de “Stand by love”, Kerr ha presentado al guitarrista Charlie Burchill, amigo de la infancia y único miembro original de la banda, a parte de él mismo.

“Si la madre de Charlie no me hubiera regalado una guitarra española ahora sería taxista, y quizás no estaría mal”, ha dicho Kerr, simpático y cercano durante todo el concierto.

Aunque los años no pasan en balde, Kerr sigue siendo un tipo elegante, que ya no lleva aquellas americanas con enormes hombreras de los ochenta, sino americanas negras, largas y ceñidas, más acordes con los gustos del siglo XXI, pero sigue bailado con ese estilo tan suyo y tan ochentero, casi de puntillas y con los brazos en alto, como si estuviera a punto de salir volando.

Su público se ha hecho mayor con él y las canas y las calvicies reinan donde antes había tupés y gomina, pero también hay ventajas, Jim Kerr ahora toca en auditorios para 2.000 personas cuando antes lo hacía en estadios de 20.000, y eso facilita darle la mano o verle de cerca, si te gusta la proximidad.

Kerr siempre ha tenido fama de ser sencillo y no haber caído en el endiosamiento de otros grandes de su generación, como Bono, y hoy ha hecho gala de ello cuando ha dejado la primera línea del escenario a uno de los guitarristas, Gordy Goudie, para que cantara un tema de David Bowie, y después a la corista Sarah Browm, que ha interpretar “Dancing Barefoot” de Patti Smith.

Pero el momento álgido de la noche lo ha protagonizado él cuando ha cerrado el concierto con “Don't you forget about me” y “Santify yourself”.

Aunque todavía quedaban los bises, que han acabado con “Alive and kicking” y el público puesto en pie, porque, como dice Kerr, “los conciertos acústicos no tienen porqué ser aburridos”. Rosa Díaz.

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