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Esquivel desea “tocar” de nuevo el corazón de la gente con “El diario de Tita”

Esquivel desea "tocar" de nuevo el corazón de la gente con "El diario de Tita"

EFE

Madrid —

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Millones de personas en todo el mundo han disfrutado, y siguen haciéndolo, algo que no deja de sorprenderle, con la lectura de “Como agua para chocolate”, la primera y superventas novela de Laura Esquivel, empeñada ahora en “tocar” de nuevo el corazón de la gente con “El diario de Tita”.

Un libro editado por Suma de Letras y que llega estos días a las librerías, veinticinco años después de la publicación del que gran número de estudiosos consideran uno de los títulos fundamentales de ese realismo mágico que fue seña de identidad de la literatura latinoamericana de la segunda mitad del siglo pasado.

Una etiqueta con la que, sin embargo, la escritora mexicana no está muy de acuerdo, aunque le halagase en su momento. “Nunca consideré que fuera cierto, que mi novela tuviera algo que ver con el realismo mágico. Yo no hablaba de algo que no fuera real. Yo escribía de la realidad, y punto”, comenta Esquivel en una entrevista con Efe.

El reencuentro, después de tanto tiempo, un cuarto de siglo, de Esquivel con Tita, la protagonista de esa historia tan cercana a la escritora que es “Como agua para chocolate”, ha sido “muy conmovedor”, porque además le ha permitido “trabajar de una manera mucho más intensa y compleja” el alma de aquella joven que hallaba la felicidad en la cocina.

El alma sensible de alguien a quien no le está permitido el amor, obligada a mantener una vieja tradición familiar, según la cual corresponde a la hija pequeña dedicar su vida al cuidado de la madre, en su caso una mujer permanentemente al acecho, dominante y controladora, alguien que “con una sola mirada es capaz de someter al más valiente”.

Escribir este diario, con sus secretos más íntimos, sus deseos y recuerdos, permitirá a Tita buscar el lugar que le corresponde en la vida -“en mi mente todo es indecisión”, escribe- y encontrar su espacio de libertad. “Es su biografía emocional”, advierte Esquivel.

“Muestra a una mujer que, víctima del deseo de su madre, de una madre castrante, logra adueñarse de su destino, cambiar su historia. En este libro está la respuesta a muchas de las claves de la novela. Está todo lo que el lector quiso saber y nunca tuvo a quién preguntar”.

“El diario de Tita”, que, al igual que la novela que le precede, incluye un recetario de sabrosos platos de la gastronomía mexicana recopilado por alguien que cocina para “distraer” su alma, es la segunda entrega de una trilogía a la que Esquivel pondrá el punto y final el próximo año. Para entonces confía en publicar “Mi negro pasado”.

Una novela de la que lleva ya escritos seis capítulos y que espera acabar en breve. María, su protagonista, es la tataranieta de Pedro, el gran amor en la vida de Tita, y de Rosaura, su hermana. “Transcurre en la época actual. María ni sabe cocinar, es comedora compulsiva, tiene graves problemas con su alimentación y desconoce el pasado familiar. La novela es un juego de espejos entre el presente y el pasado”.

Laura Esquivel y Tita tienen muchas cosas en común. Las dos escriben, las dos tejen -Tita, la colcha para la tan anhelada cama de matrimonio- y las dos aman los fogones. Tres actividades que implican, según la escritora mexicana, “una enorme generosidad”, porque “uno siempre escribe para alguien, teje para alguien o cocina para alguien”.

A propósito de esa afición tejedora, Esquivel, miembro de la cámara de diputados mexicana en representación del izquierdista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), cuenta la polémica que se suscitó en su país cuando, mientras atendía a un debate presupuestario hace meses, se dedicó a tejer.

“Las mujeres -bromea- podemos hacer varias cosas a la vez. Puedo estar tejiendo, escuchando a quien habla en la tribuna, puedo votar y puedo razonar. Y todo al mismo tiempo”.

Laura Esquivel vuelve a ese compartir que conlleva la escritura, la cocina y el tejer, para explicar el auge que, en su opinión, está tomando la cocina, el deseo de aprender a cocinar, en muchísimos países. “Es natural, en un mundo que trata de ponernos a unos contra otros todo el tiempo, que fomenta el individualismo extremo, la enfermiza competitividad”.

“Tiene que surgir, en contraposición, un mundo en el que la regla principal sea la generosidad, donde el sentido sea sentarse a compartir”, argumenta esta mujer, que encontró en la escritura su manera de “propulsar, analizar, sentir, expresar, de comunicar” y de enlazarse con “los demás”.

Para ella, la palabra, hablada, escrita e, incluso, cantada, “es muy importante, porque descifra, organiza, remueve y armoniza todo nuestro mundo interno. Ese es el poder de la escritura”.

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