García Sánchez, toda una vida detrás de las cámaras, “la profesión soñada”

A sus 76 años, el reciente ganador de la Espiga de Honor de la Seminci, José Luis García Sánchez, confiesa tener un armario lleno de “proyectos de futuro”, esos que se promete abordar una y otra vez, pues el cine es la “profesión soñada”, en la que aún no conoce a nadie que la haya querido dejar.

A un día de recibir de manos del jurado de la Seminici la Espiga de Honor que acredita toda una vida dedicada al séptimo arte, el ganador del Goya por mejor guión original en 1992 por 'Belle epoque' o el de mejor guión adaptado por 'Tirano banderas', asegura en una entrevista a Efe que no puede evitar ver este premio como un presagio de que todo “está acabando”.

Un sentimiento que le hace “ponerse frente al espejo” y mirar una y otra vez el “carné de identidad”, documento que le “coloca en su sitio” y que evidencia que “con el paso de los años cada vez se mira más para atrás, pues para delante va quedando menos”, manifiesta, sin embargo, entre risas.

A pesar de este “inevitable pensamiento”, este salamantino licenciado en derecho y sociología reconoce que el premio le produce un “gustirrinín” producto de la “vanidad que todos guardamos en nuestros adentros” y que en ocasiones como esta “es bueno sacar a relucir”.

Con un bagaje cinematrográfico que se remonta al 1968, año que estrenó su opera prima 'Pólipos en las trompas', a García Sánchez pronto le comenzaron a llegar los reconocimientos del mundo del cine, como cuando en 1978 obtuvo el Oso de Oro en el festival de Berlín por su film 'Las truchas', primero de los numerosos reconocimientos que ha cosechado el director y guionista.

Tras tantos años dedicado al arte de la gran pantalla, el director sostiene que “no puede” quedarse con un único recuerdo, sino que lo que permanece en su memoria es “un conjunto” de todos estos años al frente de películas, con los que ha coincidido con gente “estupenda”.

A pesar de albergar en su interior un sentimiento de fin de ciclo con este premio, García jura que mientras tenga fuerzas el cine seguirá siendo su “motor”, pues “nunca se es lo suficientemente mayor como afrontar un proyecto para el mundo del cine”, trabajos que estaría dispuesto a poner en marcha “en cualquier bar, que es donde nacen y se hacen las películas”.

Sobre los temas que acucian el presente del cine nacional, el director manifiesta que en España se está haciendo cine de una calidad “excepcional”, aunque el problema viene cuando se pretende “experimentar demasiado” y los jóvenes directores se “olvidan de contar historias”, y el cine va “precisamente de eso, contar historias”, recalca.

En temas como en la gestión del cine y la relación entre el séptimo arte y el poder, García se muestra contundente y manifiesta tajante que “la derecha quiere cargase el cine, al igual que en su día lo intentó la Iglesia”.

“La derecha odia el cine por todo, es fantasioso, halaga la desobediencia, incita a trajinar los caminos de las sensaciones...” toda una retahíla de razones que también llevaron a la Iglesia a querer “controlar el cine”, como por ejemplo con este festival de la Seminci que, por otro lado, “conseguimos secularizar, lo que fue un gran trabajo y esfuerzo por parte de todos”.

Tampoco se ha dejado ninguna opinión sin pronunciar el director sobre el proceso independentista en Cataluña, “digna de toda una superproducción”, aunque el problema es que están comenzando a rodarla “por el final”, con una “declaración de independencia que no lleva a ningún lado”, únicamente a que todas las partes “no dejen de repetir falsas proclamas”.

Por último, el director no podía dejar pasar la oportunidad de nombrar y acordarse de su “compañero, amigo y maestro” y fallecido el pasado mes de agosto, Basilio Martín Patino, con quien compartió “escenarios y vida”, no solo proyectos “que se puedan contar”, sino experiencias “propias de dos chalados”, sentencia el cineasta.