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El historietista de los “Freak Brothers” advierte: “No quiero un impeachment a Trump, Mike Pence es mucho peor”

Gilbert Shelton: no quiero un impeachment a Trump, Mike Pence es mucho peor

EFE

Barcelona 28 may —

El historietista Gilbert Shelton lleva décadas “exiliado” en Francia, aunque a sus casi 77 años no es precisamente un jubilado, ya que mantiene abiertas series como “Not quiet dead” y trabaja en nuevas entregas de los míticos “Freak Brothers” que en 2018 celebrarán medio siglo de vida con una compilación especial.

Shelton (Houston, 1940) es para mucho uno de los padres del “underground” surgido en los años sesenta, aunque él prefiere guarecerse bajo el término menos constreñido de “cómic alternativo”, porque sus trabajos, de un humor corrosivo, no entroncan del todo con aquel movimiento contracultural, comenta el autor a EFE en Barcelona, ciudad donde residió un par de años y por la que ha pasado invitado por La Cúpula, su editorial en España.

“Creo que los Freak Brothers' nunca fueron underground; el underground lo asoció más a Robert Crumb, Art Spiegelman u otros”, explica parsimonioso -bajo su inseparable sombrero panamá- acerca de aquellos jóvenes dibujantes que coincidieron en el San Francisco de los años sesenta, donde disfrutaron de las realidades cambiantes que se vivían en la calle, especialmente en torno al sexo y las drogas.

Las nuevas historias de “Los fabulosos Freak Brothers” de 2018, una treintena de páginas, los seguirán mostrando como unos treintañeros desubicados aunque con cierto carácter cascarrabias de septuagenarios, como su propio autor, anuncia Shelton sobre estas tiras intergeneracionales, que se siguen publicando con éxito.

¡Ah!, eso sí, adelanta, el trapicheo de marihuana, uno de los motores argumentales de esta familia disfuncional -de la que nació como “spin off” la serie “El gato de Fat Freddy”, jugará un papel menos destacado, y serán las derivas ideológicas de los hermanos las que sorprenderán a los habituales.

El dibujante tejano no suele viajar mucho a EE.UU, La última vez hace dos años, cuando estuvo en Nueva York. Pasó entonces por delante de la Trump Tower cuando nadie podía pensar que su propietario -“no lo vi por allí”- se convertiría en presidente.

Se toma sus buenos segundos para analizar al personaje: “Es muy de derechas, pero también muy ignorante. Nunca se sabe qué va a hacer. Si visita al Papa, puedes llegar a pensar que le puede insultar. No sorprendería. No controla ni a su propio partido. Pero espero que no salga adelante un 'impeachment' contra él y lo echen de la Casa Blanca, porque el vicepresidente, Mike Pence, le sustituiría, y sería peor porque es más ignorante e incompetente”.

Shelton, que hasta la fecha no ha tenido mucha suerte con ninguno de los proyectos que le han propuesto (en diferentes formatos) para llevar sus historietas al cine, no tira la toalla, pero mientras tanto sigue trabajando sobre el tablero en la serie “Not quiet dead” (sobre un grupo musical en decadencia) y en las historias de “Superserdo”, el divertido y paródico superhéroe.

Gracias a la fama llegan a sus manos algunos encargos para portadas y carteles de bandas musicales, e incluso otros más extraños, como el diseño para una etiqueta de una lata sardinas.

“Dibujé una sirena con los pechos al aire, pero a los dueños de la empresa no les gustó, y lo censuraron poniéndole unas estrellas encima”, comenta, resignado, mientras recuerda que realmente nunca se le ha dado muy bien dibujar a chicas bonitas.

Cansado del estrés de París, Shelton reside la mayor parte del tiempo en Borgoña, con su mujer, agente literaria. “Es un sitio mucho más tranquilo para mis gatos, para mi pez de colores y para trabajar. Suelo ir dos días a la semana a París para reunirme con Pic (con el que realiza ”Not quiet dead“) que es el que hace el color y el que se maneja con los ordenadores”, comenta.

Aunque sorprenda, la cotidianeidad es la que inspira su trabajo, desde las vicisitudes para coger un autobús, la conversaciones y bromas que oye por la calle, los chistes que pasan de boca en boca, pura ficción autobiográfica...

Si lee cómic se decanta por los clásicos o autores galos que le ayudan a mantener fresco su francés. De los jóvenes autores de EEUU no puede opinar. No los ha leído, y si tiene que dar algún nombre, cita a los muy talluditos Peter Bagge (1957) o Daniel Clowes (1961).

Como su amigo Crumb -otro apasionado de la música, sobre todo del blues primigenio-, Shelton ha tocado el piano en público por placer. Lo hizo regularmente durante unos años en un bar de París hasta que por unos problemas de ruido -“o porque tocábamos mal”, bromea- un vecino presentó una denuncia y puso fin a la aventura musical.

Más allá de ese incidente, y de asombro por el fortalecimiento de la extrema derecha de Marine Le Pen, en Francia se siente agusto. “Está en el centro de Europa, cerca de Barcelona”, apunta el autor, que vivió un par de años en la capital catalana a principios de los ochenta, rodeado de los dibujantes de la revista “El Víbora”.

“Las cosas han cambiado mucho aquí, está más abarrotada, muchos turistas. Ya no existe la Barceloneta que conocí; pero las cosas son así...”, afirma encogiendo un poco los hombros.

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