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Greenaway entusiasma a la Berlinale con un explícito y homosexual Einsenstein

Greenaway entusiasma a la Berlinale con un explícito y homosexual Einsenstein

EFE

Berlín —

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El británico Peter Greenaway entusiasmó hoy a la Berlinale con “Einsenstein in Guanajuato”, un filme que retrata al maestro del cine ruso como un histriónico bebé grande, que se abre a la plenitud homosexual en México y deja inacabada una película cuando llevaba rodados 400 kilómetros de celuloide.

“Mi filme describe la transformación de Einsenstein. En su vida, y en su filmografía, hubo un antes y un después de México”, explicó el cineasta, respecto a la algo tardía, pero rotunda, “salida del armario” del director de “El acorazado Potemkin” (1925) y “Octubre” (1928).

Vivir abiertamente la homosexualidad en tiempos de Stalin “no era lo más recomendable”, ni siquiera para una gloria nacional, ironizó Greenaway, quien fue recibido con aplausos entusiastas por una co-producción británico-mexicana profusa en escenas al límite del sexo explícito.

“Sabía poco o casi nada de Eisenstein como persona. Peter me mostró su lado humano, su personalidad algo infantil”, indicó el actor protagonista, Elmer Bäck, cuya creación del personaje remite ineludiblemente al “Amadeus” de Milos Forman.

El Einsenstein, excéntrico, decadente y virgen, que llega a México, en 1931, es un ser que le habla a su pene, goza exhibiéndolo y también dibujando genitales, pero que no salió del armario.

Había alcanzado la gloria cinematográfica, había sido aclamado en Hollywood y era recibido en México por unos caricaturescos Frida Kahlo y Diego Rivera, entre camorristas a lo Pancho Villa, tábanos, desarreglos intestinales al cuarto tequila y todo tipo de clichés.

Su revolución sexual coincidirá con el aniversario de la de octubre. Ya antes de romper ese tabú, se movía más como un niño mimado zarista que como un héroe del comunismo soviético.

Greenaway sostiene que “un filme tiene que entretener y a la vez aportar alguna lección”. Su recreación del personaje deja de lado, como hizo el propio maestro ruso, el rodaje de la cinta que iba a llamarse “Qué viva México!” para centrarse en sus nuevas emociones.

Casi treinta años después de “El vientre del arquitecto”, el director británico se presentó ante la Berlinale exhibiendo tanto vigor como su filme y dispuesto a hablar de todo tipo de pérdidas de virginidad, las vitales o las cinematográficas.

Fue un contrapunto necesario, en una jornada que había arrancado con un exponente de buen cine rumano, “Aferim”, que poco espacio dejó para las alegrías.

Rodado en blanco negro, con una estética deliberadamente arcaica, la película de Radu Jude plasma con toda crudeza el racismo en el ambiente rural de su país, en 1835, en que los gitanos eran vendidos en plazas públicas como esclavos y tratados como animales, tanto si era dóciles como si infringían las reglas de sus dueños.

En pos de un esclavo prófugo se lanza un caza-recompensas y su hijo, en un entorno en que para referirse a un gitano se habla de “cuervos” y entre personajes que reniegan, por extensión, de judíos, checos, turcos o cualquier otro tipo de “extranjero”.

El cine rumano lleva varias ediciones de la Berlinale saliendo del festival con premio -en 2013, con el Oso de Oro a “Child”-. “Aferim” fue una nueva incursión en las lacras instaladas en su sociedad, esta vez en un formato un tanto primitivo.

Completó la jornada a concurso la primera representante del cine asiático “Yi bu zhi yao” (“Gone with the Bullets”, en su título en inglés). Se trata de la segunda película de Jiang Wen en torno a dos granujas con perfiles gansteriles, sus Bullets chinos.

Plagado de estridentes escenas que copian el género del musical hollywoodiense y entre episodios difíciles de ensamblar entre sí, la película china provocó la primera deserción en masa del público en este festival, que hoy llegó a su séptima jornada.

La atención de muchos en la Berlinale estaba a la hora del pase para los medios del filme chino en la previsible lucha que deberían librar horas después por no quedar fuera de la sala en el estreno internacional de “Cincuenta sombras de Grey”, la versión cinematográfica del primer tomo de la trilogía erótica de E.L. James.

La expectación ante ese filme, que por supuesto se exhibe fuera de competición y en la sección Berlinale Special, era enorme.

La película, interpretada por Dakota Johnson y Jamie Dorman, llegará este jueves a las pantallas de cuarenta países bajo el áurea de sus escenas de tintes sadomasoquistas.

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