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La Historia de España contada por 82 objetos

La Historia de España contada por 82 objetos

EFE

Bogotá —

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Desde un hacha prehistórica (500.000 a.C.) hasta la terminal 4 del aeropuerto madrileño de Barajas (2006), 82 objetos le han servido al historiador español Manuel Lucena, discípulo del hispanista John Elliott, para repasar la Historia de su país y, de paso, parte de la de América.

“Están todos los que son, pero por supuesto no son todos los que están”, señala Lucena, actual agregado de Educación de la Embajada de España en Bogotá, sobre su libro “82 objetos que cuentan un país” (Taurus), recién salido a la venta.

Este libro nace del “enorme interés” que existe por la “cultura material”, por los objetos que definen la historia de las naciones, afirma en una entrevista con Efe en la capital colombiana.

Se trata de una corriente historiográfica que ha dado entre otros frutos sendos libros elaborados por el Museo Británico de Londres y la Smithsonian Institution de Washington, en los cuales se recogen 100 y 101 objetos significativos.

Los 82 objetos del libro de Lucena son menos, pero interesantes y representativos de “la cultura material y referencial de una comunidad emocional determinada que se llama España”.

En su repaso de la historia de España están desde los leones de piedra de la Alhambra hasta el primer mapa de América, pasando por el flamenco, el automóvil en el que murió en un atentado terrorista el almirante Luis Carrero Blanco, el toro publicitario de Osborne, la Copa del Mundo de fútbol de 2010 y la “fregona”, un artilugio para lavar pisos sin arrodillarse ni restregar.

Cada objeto merece una ilustración y un “pequeño ensayo” de Lucena, que ha querido que la obra tenga “color” y sea amena.

También es “revisionista”, “militante” y bebe siempre en las fuentes originales, pues, dice, “sin fuentes no hay Historia”.

“82 objetos que cuentan un país”, según su autor, es “más Sorolla que Solana”, dos conocidos pintores españoles que representan la luz y la oscuridad, respectivamente.

Formado en la Universidad de Oxford y profesor invitado de la Harvard, Lucena no oculta su amor por la pintura. El objeto que más le gustó “retratar” es “Las Meninas”, en el que Diego de Velázquez plasmó “el misterio de la vida”.

Sin embargo, es la T-4, la terminal del aeropuerto de Barajas, recientemente rebautizado con el nombre de Adolfo Suárez, el “objeto” que considera “la síntesis” de un país “súper posmoderno y muy global” como la España actual.

“Es orgánica, mecánica, eficaz y también polémica”, dice del edificio creado por los arquitectos Antonio Lamela y Richard Rogers.

En la parte dedicada al “largo siglo XIX” y concretamente en el ensayo sobre el abanico, el objeto número 59, Lucena se permite un “ajuste de cuentas” personal con los viajeros románticos que contribuyeron al mito de la “anormalidad” de España, un país puro, salvaje, romántico y al margen el progreso material, según autores como Mérimée, el creador de “Carmen”.

Y lo cierto es que ni esa imagen ni la del famoso “¡qué inventen ellos (los extranjeros)!” de Miguel de Unamuno corresponde a lo que dicen los objetos de este libro.

Lucena también le pega duro a la idea nacida a comienzos del siglo XIX acerca de “una especie de incapacidad genética” de los españoles para la ciencia, generalmente acompañada de conmiseración por quien tomase la decisión de ser científico.

El astrolabio hispano-judío, la esfera armillar del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, el submarino de Isaac Peral y el anterior de Narciso Monturiol, el puente colgante de Vizcaya, el autogiro de Juan de la Cierva, “un compromiso entre el aeroplano y el helicóptero”, son algunos de los objetos que niegan esas visiones de un supuesto fracaso científico español.

El astrolabio (1345-1355) es el único de los 82 objetos escogidos por este investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España que también está incluido en el libro de los 100 objetos del Museo Británico, a cuyos fondos pertenece.

América está muy presente con objetos como mapas, incluida la carta general de Juan de la Cosa (año 1500), donde aparece por primera vez representado el continente, un biombo hecho en México, una moneda de oro de la ceca de Popayán (Colombia), la corbeta en la que retornó a España la “Expedición Malaspina” y las estanterías del Archivo General de Indias en Sevilla.

Aunque sea una leyenda que la reina entregó sus collares, aros y sortijas para sufragar la aventura que llevó a Cristóbal Colón a descubrir el Nuevo Mundo, la arqueta de las joyas de Isabel la Católica es un objeto americano “avant la lettre” (anticipadamente).

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