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Horacio Coppola y Grete Stern estrenan la vanguardia fotográfica argentina en el MoMA

Horacio Coppola y Grete Stern estrenan la vanguardia fotográfica argentina en el MoMA

EFE

Nueva York —

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El matrimonio formado por el argentino Horacio Coppola y la alemana Grete Stern, sus viajes de ida y vuelta de Europa a Buenos Aires y sus distintas aproximaciones a las enseñanzas de la Bauhaus estrenan la vanguardia fotográfica argentina en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).

“De la Bauhaus a Buenos Aires” es el título con el que la institución artística se abre, del 17 de mayo al 4 de octubre, a dos carreras que coincidieron bajo la tutoría de Walter Peter Hans, se casaron y tuvieron dos hijos pero mantuvieron con una independencia aséptica sus discursos artísticos.

Él muy influenciado por los filmes de Sergei Eisenstein, Man Ray o Dziga Vertov que programaba en su cineclub de Buenos Aires y por las corrientes surrealistas, lo que le hizo no solo fotografiar, sino coquetear con el cine en cuatro piezas maestras que ahora ha reunido el MoMA.

Ella, curtida en la publicidad y consagrada a un protofeminismo, creía en la “neue frau” (la nueva mujer) y se afilió a lo onírico a través de su pasión por el psicoanálisis, lo que produjo algunas de las imágenes más hermosas, turbadoras y reconocidas de su carrera en la serie “Sueños”.

“Los dos artistas tenían carreras muy destacadas antes de que se conocieran en Berlín en 1932. No se puede ver una influencia clara del uno sobre el otro”, reconoció la comisaria de la exposición, Sarah Meister, quien habla de dos exposiciones monográfica paralelas más que de una muestra conjunta.

“De la Bauhaus a Buenos Aires” persigue a dos autores por tres continentes, escarbando durante tres años en archivos y en colecciones privadas y públicas, para reivindicar a unos fotógrafos que “si hubiesen estado en París en vez de en Buenos Aires, serían mundialmente conocidos”, según Meister.

La comisaria se fascinó con la perspectiva profundamente personal de Coppola por retratar su ciudad, Buenos Aires. Equipara el romance de su cámara Leika con los barrios porteños con la relación de un Bill Brandt con Londres o de Brassaï en París.

“No me podía creer y a la vez estoy muy orgullosa de que el MoMA sea la única colección estadounidense que tiene piezas de Horacio Coppola. Ha llegado el momento de dar reconocimiento a una modernidad alternativa, una modernidad que tradicionalmente se ha descuidado y que apunta a Latinoamérica. Estamos contentos por expandir nuestros cánones”, añadió la comisaria.

Con el ascenso del nacionalsocialismo, Coppola (1906-2012) y Stein (1904-1999) huyeron a Londres, donde se casaron, y de ahí pasaron a París y después a Buenos Aires.

Ambos compartieron allí un estudio y nada más llegar, en 1935, hicieron una exposición conjunta en la redacción de la revista de “Sur”, de Victoria Ocampo, epicentro de esa modernidad argentina a reivindicar.

Todos esos viajes quedaron retratados por el objetivo de ambos. Algunas imágenes de Coppola sirvieron para ilustrar la biografía de Evaristo Carriego firmada por Jorge Luis Borges.

Otras, a pesar de sus arriesgados escorzos o sus perspectivas mágicas, se incorporaron a la iconografía de Buenos Aires al ser contratado para celebrar el cuarto centenario de la ciudad.

“Sus fotos son ahora sinónimos de la ciudad”, recordó Meister, quien apuntó que, a diferencia de Brandt (nacido en Berlín) y Brassaï (húngaro), “no era un adoptado de la ciudad, sino que era su ciudad, con la que tenía un compromiso personal”.

En Buenos Aires, Stern recuperó su pasión por el retrato, ese formato que en Londres había hecho con la comunidad alemana exiliada, y que en Argentina le hizo inmortalizar a Antonio Berni, Gertrudis Chale o, de nuevo, a Jorge Luis Borges.

El escritor de “El Aleph” fue, entonces, uno de los vasos comunicantes entre estas trayectorias separadas en compartimentos estancos, como también lo fueron una exposición que organizaron una exposición de escultura peruana y en el proyecto “How to print a book”.

Coppola y Stern se divorciaron en 1943, poco después de nacer su segundo hijo, y ambos quedaron en Buenos Aires. Longevos ambos (él murió a los 105 años y ella a los 95) sus carreras siguieron, como nunca dejaron de hacerlo, su proverbial camino independiente. Mateo Sancho Cardiel

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