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Ignacio Elguero abre los cajones de la memoria de las cosas “que ya no”

Ignacio Elguero abre los cajones de la memoria de las cosas "que ya no"

EFE

Madrid —

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El periodista y escritor Ignacio Elguero ha abierto “los cajones de la memoria” para recordarnos hechos cotidianos como los dos rombos en la tele, la aguja del tocadiscos o la digestión antes del baño, cosas que ya no están y que reúne en un libro que habla “sobre el sentido de la pérdida desde el humor”.

“Cosas que ya no decimos, no hacemos, no existen” es el título de este libro editado por Planeta en la que Ignacio Elguero (Madrid, 1964) utiliza la crónica periodística para reflexionar sobre “lo que fuimos y somos, desde el humor, la ironía y cierto sentido del lirismo”, explica en una entrevista con Efe.

“Reuní en una carpeta hasta 400 cosas 'que ya no' y de ellas fui seleccionando hasta las 226 que componen este libro”, cada una de ellas acompañada por una fotografía de aquellos objetos o situaciones comunes para su generación, explica el autor.

Una generación, la del “baby boom”, que vivió su niñez y juventud en los años 70 y 80 y fue protagonista sin ser consciente de los mayores cambios sociales: “Tuvimos demasiado pronto una memoria del 'ya no' que, lógicamente, mueve a la añoranza o, al menos, al recuerdo”, dice Ignacio Elguero.

Operar de anginas a los niños porque sí, llegar virgen al matrimonio, estudiar latín obligatoriamente, abrirle la puerta a un vendedor de enciclopedias, jugar al fútbol con las chapas, bailar lento, declamar el catecismo de memoria, sonarse los mocos con un pañuelo de tela o cargar la baca del coche son algunas de las muchas de las cosas que ya no hacemos y que Elguero recoge en su libro.

Elguero, experto en obras de no ficción generacionales, ha publicado ya “!Al encerado!”, sobre los colegios de los años 60, 70 y 80; “Los niños de los chiripitifláuticos” o “Los padres de Chencho”, además de la novela “Leif Garrett en el dormitorio de mi hermana”.

“No lo puedo remediar”, indica el autor, al que le gusta ser un cronista del tiempo que le tocó vivir y no descarta una segunda parte de “Cosas que ya no”.

Para este libro ha empleado pequeños textos acompañados de ilustraciones “pero huyendo de los tópicos y de los objetos sin más” a través de “una selección de hechos, costumbres y hábitos que formaron parte de nuestro paisaje y que han desaparecido por completo o son un mero decorado”, indica.

Entre lo que más añora, Elguero cita el concepto del valor que se daba a las cosas y esa especie de “libertad infantil” que había: “Los juegos en la calle y en los descampados, cuando trepabas a vallas con pinchos y las madres llamaban por la ventana para que subiéramos a casa”, recuerda.

Y rememora cómo las cosas “se conseguían poco a poco, la bicicleta llegaba cuando tenía que llegar y como llegaban despacio se saboreaban más”.

En materia de educación, critica el método anticuado de aprender siempre a golpe de memoria (como el catecismo del que había que recitar preguntas y respuestas) pero echa de menos la pasión por las Humanidades.

“El latín, la literatura, la filosofía, las redacciones y los dictados, la ortografía. Eso se ha perdido y hay que recuperarlo”, señala.

Tampoco damos ya “nuestra palabra de honor”, no recordamos dónde estábamos la Navidad en la que Martes y Trece hicieron el número de la empanadilla, no nos levantamos del tresillo para cambiar de canal ni nos damos “el lote”, muy lejos de aquel mundo en el que “alquilar una película era un acontecimiento”, dice.

Ese mundo de “sensaciones y de ilusiones” se ha diluido, sostiene el autor, porque “en internet está todo y encima con el concepto de gratis”, afirma Elguero que subraya que la piratería es algo terrible para la educación y la cultura.

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