Ira Sachs enfrenta a adultos y niños en la película “Un verano en Brooklyn”

“La terrible verdad es que todo el mundo tiene sus razones”. La frase es del clásico de Jean Renoir “La regla del juego” pero el director estadounidense Ira Sachs la utiliza para explicar su modo de ver el cine, comprometido, pero sin tomar partido.

En “Un verano en Brooklyn”, que llega este viernes a los cines, Sachs confronta a niños con adultos y a éstos entre sí, pero también habla de la amistad y de lo fácil que es hacer juicios morales cuando no afectan al propio bolsillo, según contó en una entrevista con Efe durante el pasado Festival de Cine de San Sebastián.

La película se centra en dos chicos de orígenes distintos que conviven y se hacen amigos en un Brooklyn en plena gentrificación; su amistad se pone a prueba cuando sus respectivas familias se enfrentan por el arrendamiento de una tienda.

“Desde el guion intentamos no decantarnos demasiado por una de las partes, aquí no hay víctimas ni villanos, la cuestión sobre qué es o no correcto pasa de un lado a otro y de ahí el suspense del filme, no sabes por quien decantarte”, explica.

Sachs utiliza sus propias experiencias vitales en su cine. Lo hizo en “Keep the lights on” (2012), una historia de amor con un exdrogadicto, y lo volvió a hacer en “Love is strange” (2014), sobre las dificultades de un matrimonio gay.

En este caso fue su paternidad lo que le llevó a querer escribir una historia sobre las relaciones entre niños y adultos, para lo que contó con actores como Greg Kinnear (el padre de 'Pequeña Miss Sunshine'), Jennifer Ehle o la chilena Paulina García (“Gloria”).

“Todos mis personajes son yo, incluido sus debilidades y sus errores; a veces creo que mis personajes son una manera de pedir disculpas por cosas que he hecho”, ha dicho.

Dos películas de Yasujiro Ozu, “Nací, pero” y “Buenos días” le inspiraron a él y su coguionista Mauricio Zacharias, y en ambos casos había unos niños que deciden ponerse en huelga contra sus padres y dejar de hablarles.

“En esta película los adultos tienen una gran dificultad para decir lo que sienten; el personaje de Greg en concreto, lo ves venir de lejos antes de que sea capaz de admitir su punto de vista. Como director lo que busco es la honestidad”, señala.

“Un verano en Brooklyn” es también la tercera película de Sachs que se ambienta en la ciudad de Nueva York, ciudad en la que vive desde 1988.

“Llevo viviendo en Nueva York casi 30 años y es la ciudad que mejor conozco, donde he crecido, he formado una familia, he vivido y he observado la vida, y creo que esa intimidad es algo que puedo compartir con el espectador”.

Sachs ha vivido en primera persona los cambios urbanos que se abordan en la película, con antiguos barrios obreros transformándose en lugares de moda a medida que los ocupan las clases más adineradas y los precios suben, lo que acaba por expulsar a las clases modestas.

“Cuando llegué a Nueva York viví en Brooklyn, en un barrio italiano, aunque mi calle era dominicana y yo el tipo blanco que llegaba a subir la renta”, apunta. “He visto la transformación del barrio, pero es algo válido para otras ciudades, las ciudades cambian, y el coste de ese cambio es muchas cosas menos simple”.

Pese al compromiso de sus filmes, insiste en que su cine no es político.

“Intento ser más observador que polémico, evitar la política con mayúsculas. No pretendo instruir a nadie, solo atraer la atención a los elementos humanos”, dice quien se confiesa “activista” en su día a día.

Sachs está ya inmerso en su siguiente proyecto, una película para HBO sobre el actor Montgomery Clift, que será interpretado por Matt Bomer, y en la escritura de otro guion independiente “sobre una familia que emprende un viaje para escalar una montaña”.