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Ivo Pogorelich, el pianista extremo: Mi forma de tocar es buena

Ivo Pogorelich, el pianista extremo: Mi forma de tocar es buena

EFE

Madrid —

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Dice que no tiene “ni idea” de por qué su interpretación al piano genera tanta división y controversia desde que se hiciera conocido en los años 80, pero el serbio Ivo Pogorelich, que esta noche vuelve a Madrid, “sí sabe” que hace lo que quiere y que es correcto. “Mi forma de tocar es buena”, recalca.

Pogorelich protagoniza esta noche en el Auditorio Nacional el concierto del ciclo de la Fundación Scherzo, en el que interpretará de Listz “Años de peregrinaje: II año. Italia número 7” y “Aprés une lecture du Dante”; de Schumann “Fantasía para piano en Do mayor”, y de Brahms “Variaciones sobre un tema de Paganini en La menor”.

En una entrevista por e-mail con Efe en la que hace honor a su fama de huraño, con breves respuestas para la mayoría de las cuestiones en las que comienza con un “no tengo ni idea” o un lacónico “nice”, Pogorelich (Belgrado, 1958) anuncia, sin embargo, que ha decidido dejar durante una temporada a su “compañero” Beethoven para los conciertos por una buena razón.

“Estoy preparando algunos trabajos de él para grabarlos dentro de muy poco. De hecho, voy empezar el próximo mes a tocarlos” en conciertos, revela el músico, que en los años 80 fue un asiduo de los auditorios españoles.

Pogorelich, que saltó a la fama en 1980 cuando, con 22 años, participó en el Concurso Chopin de Varsovia y Martha Argerich abandonó el jurado en protesta porque no le dieran a él el primer premio, interpretó el mismo repertorio que hará esta noche en el Royal Festival Hall y allí provocó de nuevo la controversia por su forma de “desestructurar” las piezas.

“No tengo ni idea -de el porqué de la división de opiniones-. Tengo una preparación musical clásica y soy un pianista clásico”, argumenta.

Entonces, ¿es que es la música la menos objetiva de todas las artes?: “Para nada. Está sujeta a estrictas reglas matemáticas y es la gente que no las conoce la que muy a menudo se pone contra mí”, rebate.

Desde que en 1996 su esposa, Aliza Kezeradze -con la que estuvo desde que él tenía 17 años y ella 36-, falleciera, Pogorelich ha tenido largos momentos de “auto exilio” del foco mediático, en los que, según ha dicho en alguna entrevista, ha sufrido un gran dolor por la pérdida.

“Leo muchas citas que están fundadas y basadas en tonterías. Lo cierto es que no me veo dando explicaciones sobre cosas que no existen”, refuta el artista que precisa que no es un músico “solitario”: “estoy en constante comunicación y consulta con músicos en los que confío”.

A veces “no está” porque “el mundo es muy grande” y visita algunos sitios “con más frecuencia” y otros “con menos”, zanja.

No sabe, de nuevo, cómo es su relación con la industria musical y el universo de la clásica pero añade que con el piano es “todavía muy buena” y siempre está tratando “de mejorarla”.

El director de la Fundación Scherzo, Patrick Alfaya, explica en declaraciones a Efe que Pogorelich es “una personalidad extrema”, que “deconstruye la música” y tan analítico en todo “que es casi imposible seguirle”.

“Es, como decía un crítico, capaz de lo mejor y de lo peor. Hace cosas que nadie más hace pero que con el tiempo se revelan como hallazgos”, asegura.

Es el caso del director español Víctor Pablo Pérez, con quien grabó en 2008 la tercera de Rachmaninov.

“Me dijo que 'nunca más' pero hace un año me aseguró que Pogorelich tenía razón, que es un superadelantado a su tiempo y que nada de lo que hizo era un sinsentido, que todo estaba en la partitura”, indica.

Alfaya le ha escuchado interpretar una de las mejores sonatas de Listz que ha oído en su vida, pero también en otras ocasiones se ha preguntado qué hacía.

“Cuando empieza una obra, si empieza a hacer cosas de las suyas, te desconciertas... No llega al punto de jazzear, improvisar sobre algo, pero cambia los tempos, da acentos que nadie sabe de dónde salen”, apostilla.

El repertorio que ha elegido para esta noche, dice, es “hipervirtuosísimo” pero también son piezas “hiperconocidas”, de forma que “puede gustar muchísimo o absolutamente nada”.

La última vez que Pogorelich actuó en Madrid fue también con la Fundación Scherzo, en 2013, y tuvo “muy buena acogida”, recuerda, con un programa que incluyó la sonata número 2 y el Nocturno en do menor de Chopin, y el vals de Mephisto y la Sonata en si menor de Listz.

“Cuando yo le conocí era el niño guapo, muy distante, muy preocupado por su aspecto, y ahora parece un estibador, muy fuerte, con la cabeza afeitada... Este hombre siempre será una curiosidad y escucharle interpretar 'Petrushka' -Stravinsky- no tiene precio”, añade Alfaya.

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