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Jesús Ferrero: “Con Ágata Blanc me he permitido muchas libertades”

Jesús Ferrero: "Con Ágata Blanc me he permitido muchas libertades"

EFE

Madrid —

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Con la idea de “experimentar” con su personaje, el escritor Jesús Ferrero, presenta a la detective Ágata Blanc en su etapa de adolescente en la tercera entrega de esta serie negra, “Nieve y Neón”, una especie de “comedia humana” donde el bien y el mal se dan la mano sin caer en el maniqueísmo.

“Cuando escribí la primera novela de Ágata Blanc (”El beso de la sirena negra“, 2009) yo sabía algunas cosas de su vida anterior, pero no demasiadas. Ignoraba cómo era su adolescencia, y la he ido descubriendo ahora, pero uno de los propósitos que tenía cuando inicié la serie era que me iba a permitir muchas libertades y que iba a experimentar con el personaje”, cuenta a Efe el autor.

Y así lo ha hecho, porque en esta ocasión el lector conocerá a Ágata Blanc, y a toda su familia, envueltos en una trama inquietante donde las mafias, el amor, el erotismo y la violencia se mezclan en la atmósfera del Berlín de la caída del muro, entre los años 1989, 1990 y 1991.

Un Berlín cuya atmósfera se respira y se palpa con la angustia y la alegría que la viven sus propias personajes ya que es el ambiente que vivió el propio autor y el que, gracias a las anotaciones que realizó, ha llegado a las páginas de este libro (Siruela).

En esta nueva “exploración” Ferrero (Zamora, 1952) se ha “sorprendido mucho” sobre lo que el personaje le iba contando, algo que más allá de inquietarle de cara a sus lectores le da la seguridad necesaria como para afirmar que los que ya hayan leído las dos entregas previas “reconocerán” a Ágata Blanc y verán que esta detective “ya apuntaba maneras” a los 13 años.

“Cuando construyes más o menos bien un personaje desde el principio, el personaje te va guiando con su propia lógica y es una lógica que no puedes traicionar, en ese sentido, aunque pueda parecer una contradicción, te va guiando e intuyes lo que puede hacer y lo que no puede hacer”, matiza.

La intuición fue también la que le hizo, cuando nació en su mente el personaje de Ágata, reconocer que se trataba de una persona “educada por el mundo más que por su propia familia”.

“Era una hija del mundo, como en cierto modo yo lo soy también. Y los hijos del mundo -explica- tienen la peculiaridad de que se educan fuera del invernadero familiar, que suele estar lleno de gérmenes, y pueden salir o muy lúcidos y muy conscientes de su propio ser o muy perturbados”.

Por eso, el lector verá que esa mujer adulta que conocían hasta el momento es lo que es por su entorno familiar y social, una parte que Ferrero quería describir hasta el punto que “Nieve y neón” iba a llamarse “La familia de Ágata Blanc” porque, “en realidad”, es una novela sobre el entorno familiar de la detective.

Una obra que tendrá continuidad porque el escritor necesita que Ágata le “vuelva a llamar” con la misma intensidad que lo hizo con “Nieve y Neón”. Pero, según destaca, los lectores “no tendrán que esperar más de dos años” para volver a meterse en la vida de la detective, eso sí, de nuevo en su etapa adulta y, “posiblemente” metida en una trama que la lleva a “Extremo Oriente”.

Autor de obras de otros géneros, Ferrero reconoce que encuentra “el mismo placer” practicando cualquiera de ellos porque “no existe ninguna diferencia ni estilística ni de planteamientos morales” entre sus novelas negras y el resto.

Y, si llegó no hace mucho a la novela negra (Tras la entrega de 2009 le siguió “La noche se llama Olalla”, 2013) no fue por “oportunismo” ante el momento dulce que vive este género, sino porque los personajes “no llegan cuando uno quiere, sino cuando lo quieren ellos”.

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