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Joan-Lluís Lluís: “Sin uniforme, Franco era como un tendero de ultramarinos”

Joan-Lluís Lluís: "Sin uniforme, Franco era como un tendero de ultramarinos"

EFE

Barcelona —

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No esconde el escritor Joan-Lluís Lluís que la ucronía con la que ganó el último premio Sant Jordi de novela, “Jo soc aquell que va matar Franco”, es una “venganza de papel, inútil y vana” contra Francisco Franco, alguien que, sin uniforme, le recuerda a un “tendero de ultramarinos malhumorado”.

En una entrevista con Efe, el escritor rosellonés (Perpiñán (Francia), 1963) rememora que se trata de una obra que ha ido gestando desde que con apenas 16 años encontrara en un camino del Canigó una pequeña placa con una frase grabada en catalán: “Desconfía de la historia. Suéñala y vuelve a rehacerla”, de Pere Quart, y se planteara qué hubiera ocurrido si Franco hubiese sido asesinado en 1944.

Sin embargo, el relato, publicado por Proa y en el que todo es ficción, excepto la ejecución del expresidente de la Generalitat Lluís Companys, no empezó a tomar forma hasta 2011.

En ese momento, perfiló el personaje que afirma haber matado a Franco, Agustí Vilamat, nacido en Solsona (Lleida) en 1916, en una casa modesta, tuerto desde pequeño por un accidente, muy aficionado a los diccionarios y poco preparado para las acciones bélicas.

Joan-Lluís Lluís defiende que la persona que tenía que acabar con Franco, que en la novela atraviesa los Pirineos y declara la guerra a los aliados, cediendo a las presiones de Hitler, “no podía ser un superhéroe ni un agente secreto, sino un catalán que no tuviera ninguna virtud ni calidad militar”.

En cambio, se trata de un hombre que, tras sufrir la pérdida de su amada en un bombardeo en el campo de Argelers de la Marenda (Francia), “decide activar su libertad y apoderarse de su destino”.

Recorrerá “un camino azaroso y caótico, pero teniendo claro que quiere combatir el franquismo hasta el final” y “su virtud será entender que el azar le es favorable”.

Joan-Lluís Lluís, nacido en Perpinyà, en la Catalunya francesa, en 1963, reconoce que se trata de un artefacto literario que hay que ver “muy claramente como una venganza contra Franco”, que también le ha comportado “algún que otro placer secundario como poderlo humillar en alguna escena”.

A su juicio, el dictador fue un hombre que “si lo imaginas sin uniforme y sin el poder que tuvo durante tantos años era bastante ridículo, muy poca cosa”.

Es por ello por lo que el lector se topará en algunas escenas con un general “reducido a un simple ser humano, insignificante”.

Preguntado sobre si el “procés” se ha colado de alguna manera en la narración, el novelista subraya que cuando la inició “lo que ocurría en Cataluña no tenía el punto dramático de ahora”, por lo que pide que nadie lo lea en “clave de actualidad”.

Sin embargo, opina que, “por todo lo que está pasando en las últimas semanas, cree que ”el franquismo ha salido de su hibernación, no ha muerto nunca“.

Respecto a cómo ha entrado en la época, indica que se ha documentado “relativamente poco”, aunque ha visionado algunos documentales, además de haber leído a lo largo de su vida sobre esos años. “Tengo una buena memoria y pensé que el imperativo de la verosimilitud podía ser suficiente”, apunta.

“Para mí -prosigue-, que la novela funcione como novela y que esté bien escrita es siempre lo más importante, aunque en este caso es evidente que también debían funcionar tanto la historia de Agustí Vilamat como la ucronía”.

Por otra parte, desvela que en los últimos días algunos de sus lectores le ha dicho que se trata de “un libro oportuno, pero no oportunista”.

Irene Dalmases

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