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Kentridge busca “fragmentos del mundo para reorganizarlo y darle sentido”

Kentridge busca "fragmentos del mundo para reorganizarlo y darle sentido"

EFE

Oviedo —

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El sudafricano William Kentridge ha definido hoy la función del artista como la de “encontrar la vida” y, para ello, su labor en el proceso de creación de una obra pasa por “buscar fragmentos del mundo, reorganizarlo y darle sentido”.

Galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2017 por ser uno de los artistas más completos e innovadores del panorama internacional y por su profundo compromiso con la realidad, Kentridge ha incidido en que, con su trabajo, intenta comprender el mundo en el seno de una sociedad que, igual que los individuos, se construye también a partir de la creación de libros, películas o cuadros.

Pese a que su obra está desde el inicio marcada por su compromiso en la lucha contra la segregación racial en Sudáfrica, el artista ha alertado de que producir “arte político”, aún siendo importante, tiene que ver con la capacidad del autor para producir panfletos o eslóganes, “pero el mundo es una paradoja llena de contradicciones”.

No obstante, ha asegurado no renunciar a la vocación de explicar su entorno desde una perspectiva política, una visión en la que ha insistido en la influencia de obras como las “Pinturas negras”, de Goya. “La manera en que (Goya) mueve la mano para crear un dibujo o una imagen es fundamental para mi visión del arte”, ha apuntado.

A su juicio, en el caso de la pintura española, existe una línea muy clara que va de Velázquez a Goya y llega hasta Picasso, otra de sus influencias, no sólo por su labor política con obras como el “Guernica”, sino sobre todo como ejemplo de la forma de “estar en el estudio y pensar con las manos y con los ojos” del pintor malagueño.

Convencido de las nuevas tecnologías digitales generarán también creaciones de interés, Kentridge, cuya obra incluye dibujo, cine, escultura, fotografía, teatro o videomontaje, ha subrayado que en ese proceso, que consiste para él en “recoger los fragmentos del mundo y juntarlos”, da igual “que se utilice un lápiz o un teclado” o que la obra sobreviva en papel o sólo exista de forma virtual.

Así, ha recordado que, en su caso, su inspiración inicial para convertirse en artista partió de una caja llena de fotografías propiedad de su padre, un abogado que defendía a las víctimas del apartheid, en las que se documentaba la muerte de 69 personas de raza negra a manos de la Policía tras una manifestación en Sharpeville.

“Vi una caja amarilla en su estudio, pensé que era de bombones y abrí la tapa para coger uno. Eran escenas muy violentas para un niño y no me di cuenta de su efecto hasta cuarenta años después. Cuando hice la película 'Félix en el exilio', me di cuenta de que dibujaba cuerpos y cadáveres en el campo”, ha relatado.

Kentridge ha asegurado que, sólo al terminar esos dibujos, se dio cuenta de que estaba reproduciendo esas fotografías y la indignación que, aun sin advertirlo, le habían causado, con lo que, a su juicio, ser artista es también “intentar volver a capturar el choque de ese niño”.

Veinticinco años después de que Nelson Mandela y Frederick W. de Klerk recibieran el Príncipe de Asturias por garantizar la convivencia multirracial desde el respeto de los derechos humanos en Sudáfrica, el artista tomará el viernes su relevo sobre el escenario del Teatro Campoamor, algo que, ha afirmado, constituye para él “un tremendo honor y un gran orgullo”.

“Mandela es un símbolo de la inclusividad. De cómo poner de lado la política y encontrar un mayor espacio para la gente y sigue siendo una maravilla”, ha subrayado tras celebrar que su labor sirviera para que su país saliera del apartheid sin caer en la violencia de muchos otros países cuando intentan reorganizarse.

No obstante, ha lamentado que en su país siga habiendo grandes problemas de desigualdad e injusticia difíciles de resolver o que se vea afectado por la corrupción como ocurre también en países más desarrollados y que se mantenga la duda de si la riqueza se va a distribuir o si va continuar estando en manos de una pequeña elite.

Descendiente de lituanos y alemanes judíos, Kentridge trabaja ahora en la puesta en marcha en Johannesburgo del Centro de arte para la idea menos buena, donde convivirán artistas de diversas disciplinas explorando las posibilidades de trabajar en colaboración “y que surja algo que de otra manera quizá no habría surgido”.

Nacido en Johannesburgo en 1955, la labor de sus padres como abogados de las víctimas del apartheid determinó su formación universitaria, Ciencias Políticas, antes de dedicarse al arte, una faceta que inició en la Escuela Internacional de Teatro Jacques Lecoq de París, donde trabajó como director artístico en series de televisión antes de empezar a crear animaciones con sus dibujos.

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